VILLACAMPA EN EL PRESIDIO DE MELILLA 2º
Continuando
con el humilde laudo o panegírico, que intento hacerle al Brigadier
Villacampa, enterrado en el modesto nicho nº 2 de la fila 2ª de la
Galería Nueva de nuestro Cementerio, y para todo aquél que desee
saber, hay que decir que en la Partida de Defunción del Brigadier D.
Manuel Villacampa del Castillo, dice lo siguiente: “En la ciudad y
plaza fuerte de Melilla, a los trece días del mes de febrero de mil
ochocientos ochenta y nueve,
habiéndose recibido oficio del Director del Hospital Militar
de esta plaza, dando parte de la defunción de don Manuel Villacampa
del Castillo y acompañando la correspondiente certificación
facultativa el don Rafael Assin y Bazán, Gobernador de esta Plaza y,
como tal juez de ella de acuerdo con su asesor don Gumersindo Otero
Guerra y asistido de don Manuel Sánchez de Valenzuela, secretario.
Dispuso de extender la presente acta consignándose en ella los datos
que dicha certificación arroja y con los siguientes: Que el referido
don Manuel Villacampa del Castillo falleció en dicho Hospital a las
cinco de la tarde del día de ayer a consecuencia de una dilatación
de la aurícula derecha con estrechez del orificio
auriculoventricular correspondiente. Que era hijo de don José y de
doña Rita, natural de Betanzos, provincia de la Coruña, de sesenta
y dos años de edad, de estado viudo, y ex Brigadier del Ejército.
Que no otorgó testamento. Y que a su cadáver le habrá de dar
sepultura en el cementerio de esta plaza. Fueron testigos don Antonio
López y don Alfonso Cuesta, naturales y vecinos de esta plaza,
mayores de edad y solteros y se sella con el del juzgado”.
Aunque
sus restos descansan en ese nicho, en el Cementerio Sacramental de
San Justo, de Madrid, bajo un gran cenotafio monumental, con su
apellido, en mayúsculas, grabado en mármol: “VILLACAMPA”, en
espera de sus restos, descansan los de su esposa Dª Matilde Morán,
desde hace 114 años. Y ahora yo les pregunto a estas autoridades:
Por qué no gestionan su traslado para que descanse junto a su
querida esposa, y si esto es inviable, o imposible, pues búsquenle
otra ubicación junto al General Romerales, también republicano, que
fue fusilado por negarse a secundar el Golpe de Estado (que Dios
debió confundir) el 17.07.1936. Ya que a ninguno de ellos les han
adjudicado calle ni monumento alguno, a pesar de que fueron Héroes,
y también Mártires, creo que ambos merecen descansar juntos, el uno
junto al otro. O al menos otórguenle una calle, o un pequeño
callejón, que ya los historiadores de ojana, o sin ella, los
historiógrafos, y los aficionados a ella, nos preocuparemos de que
la llama en sus páginas de nuestra Historia jamás se apague.
Manuel
Azaña, otro republicano, más rojo que todos los rojos, decía que
la Patria es la que realiza la justicia y la libertad, la que nos
presta los medios para arribar a las órdenes superiores de la
cultura humana, la que nos permite realizar aspiraciones en nuestras
conciencias de hombres libres, no la que nos oprima ni escarnezca
nuestro íntimo sentido del derecho”.
“Nemo
patriam quia magna est amat, sed quia sua”. O sea que traducido a
lo que usted y yo hablamos en la actualidad, quiere decir, que nadie
ama a su patria porque ella sea grande, sino porque es suya; y como
nuestra que es, también lo fue de aquéllos Héroes liberales a los
que me he referido.
(Datos
de las Bibliotecas y Archivos privados de José L. Blasco López y
del autor de estos artículos).
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