09 febrero 2019
CUANDO
YO ERA JOVEN
En
los 60, en Barcelona, yo tuve un amigo, anciano, maestro represaliado
de la II República, que al referirse a los beatones-meapilas, decía
que una gran mayoría de ellos desconocían los entresijos de la
Iglesia:
“Mira, portador de noticias (yo
era cartero):
el filósofo Renan decía que los que salen del santuario
(seminario),
son más certeros en sus golpes que los que nunca han entrado en él”.
En España, eran los años en que las peliculas, aunque las
proyectaban en color, se veían en blanco y negro, y antes de la
película, el “Mundo entero estaba al alcance de todos los
españoles”. El Estado tenía un rasgo áspero y cruel, y su cerril
y mediocre oscurantismo cuartelario-católico, duró 40 años hasta
la muerte del dictador. El matrimonio era indisoluble hasta que uno
de los dos, dejaba de respirar. A los homosexuales los encarcelaban
por su condición. También, con el permiso de los señores mitrados,
a Franco lo colaban de rondón, bajo palio, en las iglesias.
Este
anciano, me contaba que al acabar el “Baile” que hubo entre
hermanos: “Que comenzó en tu pueblo”, decía que lo enjaularon 5
años, en el hotel “La Modelo”, en C/ Provenza; y que al salir no
quiso ver a nadie, encerrándose en su casa, donde solo asomaba la
cabeza, para colgar la jaula con su pajarillo “Manolito”, en el
quicio de la puerta.
Su
vivienda era espaciosa, sin importarle un carajo que un vecino dijera
que tenía el Síndrome de Diógenes, porque no era así, ya que cada
cosa estaba en el sitio que él disponía, o sea, donde le daba la
gana. Igual veías una manzana chuchurría encima de un libro, que un
pantalón colgado en una silla. Aunque yo siempre sentía un extraño
placer cuando me invitaba a su “Sancta Sanctorum”, su habitación
repleta de viejos libros, y su característico color sepia en sus
hojas.
Solía
llevar colgado al cuello unas gafas, que él llamaba, “Los Quevedos
del Ilustre Renco”. Lo de “Ilustre Renco”, era por Quevedo, que
era cojo, con sus famosos lentes redondos, que se observan en todos
sus cuadros. A veces me decía: “Toma, léeme esta estrofa, a ver
qué te parece; y no te pongas nervioso, que Sócrates, por muy
filósofo que llegó a ser, también se trabucaba cuando hablaba en
público”. Lo de trabucarme era porque me daba tal vergüenza que
parecía no saber leer bien. Pobre de mí, que estudié en un colegio
de balde, y solo había leído a Salgari, a Julio Verne y a M.
Lafuente Estefanía, además de “El Guerrero del Antifaz”,
“Pulgarcito”, y casi todas las ediciones de los tebeos del
momento, que traía la Quety de Castellón para alquilar. También me
prometió: “Quiero que sepas que todas estas palomitas, y los
cientos de sus congéneres que sobrevuelan las alturas de este cubil
(su casa), algún día te pertenecerán: y no estoy loco, ¡eh!”.
Esas palomitas eran unas pajaritas que él fabricaba con cualquier
trozo de papel que caía en sus manos. A veces yo me preguntaba, cómo
era posible que con esos dedos sarmentosos, podía practicar tan
perfecta papiroflexia, y hacer esas delicadas figuras de papel. Decía
que esa práctica se la enseñó con mucha paciencia, D. Miguel de
Unamuno: “Aquél viejo profesor que tuvo los santos cojones de
cabrear a Millán Astray, en presencia de la “Señora de los
Collares”, cuando le dijo: ´Venceréis, pero no convenceréis´”.
Y en honor a la verdad es que no convencieron jamás.
Todo
acabó un día de enero, cuando me dirigía a su casa para hacerle la
visita mañanera de rigor. Aunque él apenas recibía
correspondencia, una vecina me dijo que encima de una mesita, en el
dormitorio donde escribía y solía escuchar, con una manta sobre la
cabeza, en una radio galena, “La Pirenaica, el Altavoz de los
Vencidos”. Él decía que se tapaba para respirar los vahos de
eucalipto. La carta, muy escueta, dirigida al “Cartero del Norte de
África”, (que era yo), decía: “Estimado amigo, paciente oidor
de este viejo conversador: como verás aquí tienes todos los
pajaritos que te prometí, te ruego que subas al Tibidabo y desde
allí los lances al cielo de esta gran ciudad”. Fue entonces cuando
yo, con apenas 20 años, todo un funcionario del Estado, a punto de
vestir el kaki para servir a la Patria descubrí, con lágrimas
internas, que deseaba llorar, con el agradecimiento, y el cariño que
le tuve a aquél viejo profesor, que fue perseguido con saña y
encarcelado ignominiosamente.
Él
decía que el franquismo rompió bruscamente el ritmo normal de la
literatura española, imponiendo dentro del país, la mediocridad
gris, y uniendo a los escritores e intelectuales exiliados, (como lo
fue él), de su público natural, (como lo era yo). Aquél anciano,
aparte de tener gran mérito como profesor, escritor y poeta, fue un
hombre de fino ingenio, de amabilidad sencilla y exquisito trato.
Alguien me dijo que también era Licenciado en Derecho, un Derecho
que también le hurtaron inmisericorde.
En
su recuerdo, aún guardo una pajarita papirofléxica en uno de los
tomos de las Obras Completas de Blasco Ibáñez, que él citaba a
menudo: otro gran escritor, republicano, igualmente perseguido como
él, pero por la Dictadura de Primo de Rivera.
07 enero 2019
EN
MELILLA SIEMPRE HAN EXISTIDO BANDAS DE MÚSICA (Publicado
31.12.2018)
El
día 2.02.2002, este periódico me publicaba un artículo sobre el
antiguo mercado de la C/ Margallo, en el que decía que ese vetusto
edificio lo “debían adecentar” y convertirlo en un teatro, o en
una sala de conciertos; pero lo que mejor le cuadraba a la ciudad era
un conservatorio, y fíjense, que ahí lo tenemos, con mi sana
envidia de que en mi niñez no tuvimos la oportunidad de haber
aprendido, en salas adecuadas, ese arte tan sublime como es la
música, y no en un maloliente bajo de un viejo edificio de la
antigua C/ Medina Sidonia, en el Mantelete.
Aunque
no sé la fecha de la llegada a Melilla del señor Lasheras, director
de la actual banda de música, que refiere que cuando vino: “...no
había banda, ni orquesta, ni nada”. Debo decirle que en la ciudad,
desde hace más de un siglo, siempre han existido tres bandas de
música, una rondalla, y un coro: la Banda del Rgto. Infantería
Melilla 52; la Municipal, compuesta por músicos civiles, y algunos
pertenecientes a esa banda militar; y la infantil de la OJE, con su
bandita de cornetas y tambores incluida, dirigida por D. Julio
Moreno, que también enseñó solfeo a varios cientos de chaveas de
todas las clases sociales. Recuerdo que D. Julio llegaba a un colegio
y, dirigiéndose a una clase, preguntaba quién deseaba aprender
solfeo; y allá que se presentaban unos cuantos, que con su
paciencia, y sin cobrar un duro, aprendimos solfeo con los métodos
“Eslava” y el “Progreso Musical”, incluso nos proporcionaba
los cuadernos e instrumentos, cosa que yo tuve la suerte de poseer un
trombón de varas de 2ª mano, que por 200 ptas, me compró mi madre,
en 1955. También dirigía una rondalla, compuesta de niños, niñas
y algún “zagalón de pantalón largo”.
Sobre
este gran hombre,
no me cansaré, aunque no
me hagan ni puto caso, de
reivindicar a la Consejería de Cultura, o
al
mismísimo
sursum
corda, una
calle que lleve su nombre, y si es la que en la actualidad está
Napoleón, tanto mejor; porque alguien se pregunta, como yo
lo hago a menudo: ¿Qué
carajo hizo Napoleón por
Melilla para que
su nombre esté en un
altozano, dominando la ciudad?. Nadie
se lo explica, y creo que ni el mismo Presidente Imbroda, ni
tampoco nadie
con “dos dedos de frente”.
Deben
saber que D. Julio compuso la música del “Himno
de la Compañía de Mar de Melilla”, con
compás de 2x4, cuya
letra, si no recuerdo mal era: “Compañía de Mar de Melilla,
Compañía de Tierra y de Mar, fuerza leal y sencilla que cuando
mandan sabemos cumplir...”. También
la
heroica música
del “Himno de Alcántara nº 10”, “Los Gozos a Ntra. Sra. de la
Victoria”; y
un concierto dedicado al parque más bello de España: “Aromas del
Parque Hernández”.
Toda
esa música en honor a nuestra ciudad, fue compuesta y dirigida por
el
más
altruista, desinteresado, generoso, y buena persona que podía
haber, como fue D. Julio Moreno Rodríguez. D. Julio, al niño
que
tenía posibilidades de tocar determinado instrumento se lo acoplaba,
de tal manera que el chavea podía medirse con cualquier músico de
la
“Banda del 52”,
o de la Municipal, como
por
ejemplo, lo
demostró Paco Roldán (q.e.p.d.) con su tuba.
El coro de voces con su correspondiente rondalla, solía actuar en
Navidad en centros oficiales y colegios. Recuerdo cuando
despertábamos a las familias de los guardias civiles con la diana
floreada, resonando en los patios, del antiguo cuartel del Mantelete
todos los 12 de Octubre, como
en
el Salón de
Actos, de
los antiguos sindicatos C.N.S, que muchos guasones decían: “Comemos
Nosotros Solos”.
Yo
pienso que la arquitectura de la educación, en la vida de un niño,
deben proyectarla los padres, y los maestros retocarla con la
formación. A
muchos niños de Melilla, D. Julio nos
retocó la formación musical, de
tal manera, que aún no se nos ha caído la pátina, ni el amor por
ese arte.
Sí,
ya sé que eso es soñar con un imposible, porque si aún no han
retirado el vergonzoso letrero de Napoleón de una de nuestras
calles, cómo van a colocar a D. Julio Moreno en su lugar; si solo
este altruista enseñante, lo conocimos varias generaciones de niños
melillenses de los cincuenta; deleitándonos con su sapiencia y
conciertos, formándonos como músicos, porque éramos eso: solo
unos niños que teníamos la ilusión por la música. Pero claro, si
hubiese sido un señor
del
transporte, muy
conocido
en la ciudad, que
ganó sus buenas pesetas con su empresa,
o un seudo-licenciado-comentarista con alharacas, por supuesto que ya
tendría su calle.
En
fin si algún político municipal encargado de estos temas tiene a
bien proponerlo en los plenos para que se aprobase, más de un
melillense agradecido sonreiría con nostalgia recordando aquélla
banda infantil que ensayaba en el Mantelete, y nos deleitaba cada
domingo en el templete del Parque Hernández, simultaneándose con la
municipal, allá por los 40-50 y 60 del siglo pasado.
Como
anécdota histórica, recuerdo que una tarde de verano, sentado a la
puerta del local donde ensayábamos, y mirando el cuadro de Wagner,
junto al de Mendelsson, de los que colgaban en la pared, nos explicó,
que ambos fueron grandes músicos, pero que el autor de Tannhaüser,
era un antisemita visceral que odiaba a los judios, llegando al
extremo de ponerse guantes cada vez que dirigía una obra de Félix
Mendelsson, porque “le asqueaba dirigir música compuesta por un
judío”.
Y
para finalizar, felicito al señor Lasheras, por su buen hacer, al
dirigir la Banda de Música de la Ciudad, pero también, como ya
digo, recordarle que en nuestra ciudad desde hace más de un siglo,
han existido: bandas de música, orquestas sinfónicas, rondallas y
coros, como infinidad de obras teatrales que se representaban en la
Península, actuando en los distintos cines-teatros como el
Alcántara, el Reina Victoria, Kursaal (Nacional), Monumental,
Perelló, Alhambra, Real, Goya y Victoria. Y si se me ha quedado
alguno entre las teclas, que lo agregue quien sea.
Señor
Lasheras: reciba un cordialísimo saludo.
ESCUCHANDO ZARZUELAS Y
MARCHAS MILITARES EN BENI ENZAR (29.07.2017)
Hace algunos años, a
raíz de los problemas que existían en la otra parte de la frontera,
donde se podían ver algunas fotos con los rostros de nuestros
policías, femeninos y masculinos, permitido por las autoridades de
nuestros vecinos, escribí yo un artículo “solicitando” que
nuestras autoridades colocasen unos grandes altavoces de gran
potencia que se pudieran escuchar, desde la “diana floreada” a
las 6 de la mañana, seguido de “llamada de banda” y aquéllo que
me alegraba tanto cuando marcaba el “kaki”: “Soldadito de
España, no tengas pena, que tocando fajina barriga llena”. Al
ratillo unos pasacalles de zarzuelas, como los de “La Calesera”,
“La Gran Vía” o “La Bruja”. A la hora del rancho, otra vez
fajina, y mientras se manducaba, que se escuchase alto y claro, “El
Sitio de Zaragoza”, que es cojonudo, y así la comida pasaría bien
hacia el estómago. Después de comer a reposar, pero escuchando “La
Salve Marinera”, o “La Muerte no es el final”. Acto seguido que
Alfredo Kraus en “Doña Francisquita” salga a plena voz: “Por
el humo se sabe donde está el fuego; del humo del cariño, nacen los
celos”.
Por la tarde, endiñarles estopa con marchas militares: “Himno de
Infantería”, “Soldadito Español”, “Ganando Barlovento”, y
las que le salga de los cojones al encargado de poner la música. A
la hora de la cena, otra fajina, y a continuación: “¡Coronel,
parte, Coronel parte!, que es el toque de “retreta”. Pero al
acostarse, nada del toque de “silencio” ¡eh!, sino unas jotas,
sevillanas, muñeiras, y verdiales malagueños, muy parecidos a la
que se escuchaba en los cafetines del Rastro en los años 50, por su
pesadez; y toda la música de las distintas regiones de España, que
tan rica es.
Esto
lo digo por si algún empleado de bares, tabernas y restaurantes,
comentase que al policía que le lanzó el bolardo, o la valla, al
que amenazaba a varios de sus compañeros con un cuchillo de grandes
dimensiones, le debieran abrir un expediente. Esta vez propongo a
nuestras autoridades, en caso de ser un extranjero con permiso de
residencia, que le revisen a él su expediente y su documentación; y
si no la tuviese en regla: ¡que pique billete!, y al carajo. Y si la
tiene en regla antes que publiquen un “Decreto Ley”, llamado
“Medalla del Bolardo”, de varios colores, siendo esta del color
de la pureza, o sea, blanco, y se la coloquen en el pecho, para así,
mientras despacha a los parroquianos sus cañitas y sus tintos de
verano, que éstos sepan el motivo de llevar esa “condecoración”
en el pechamen.
Y
a nuestro policía, al que yo considero un Héroe, igual que los que
descansan en La Purísima, que dieron sus vidas por nuestra ciudad,
le impondría una alta condecoración, por los cojones que tuvo al
desarmar al “mascabrevas”, lanzándole esa valla, en toda la
testa, para así salvar de una desgracia que hoy en España,
podríamos lamentar.
Sirvan
estas líneas para enviarles un fuerte abrazo y felicitar, tanto a
él, como a los compañeros heridos, del que espero una pronta
recuperación, y decirle que en estos momentos cada español de buena
fe, nos sentimos policías de servicio en Beni Enzar.
UNA
CALLE PARA UN IGNORADO GOBERNADOR (Publicado 12.04.2018)
Alguien
pensará que soy una mosca cojonera, y créanme que me importa lo que
una planta de la familia
quenopodiáceas, o sea un bledo, y claro,
no puedo sustraerme en comentar sobre la desidia que existe en mi
ciudad, con respecto a los personajes que construyeron nuestra
Historia, tan llena de gloria y altruismo. El presente escrito se
refiere a la gloriosa hazaña de un gobernador, cuyo nombre debiera
figurar en una de nuestras calles más céntricas. Me refiero a Ramón
Conti, que fue nombrado Gobernador de la Ciudad el 10.08.1800.
Curiosamente, un mes después, el 30.9.1800, había una guarnición
de 63 jefes, oficiales y empleados de plantilla, 867 de tropa y unos
1000 desterrados (presos). Entre mujeres, niños y criados, unos 400,
hacían un total de 2330. Existían 109 casas: 25 “eran” del Rey
y 86 particulares. Como verán, la desproporción entre la guarnición
y los presos, era bastante elocuente.
El
4.07.1804, dos barcas repletas de víveres y medicinas procedentes de
la Península destinadas a Melilla, son interceptadas por corsarios
ingleses y llevadas a Chafarinas. Inmediatamente envían un emisario
a Melilla pidiendo un rescate de 9.000 duros de plata. Ante esta
situación, el Alcayde Conti, con las arcas de la ciudad vacías,
habla con un moro argelino, Sidi Alí El Begui, que fue quien los
prestó, pudiendo así abastecerse toda la población.
El
5.08.1804, reinando en España Carlos IV, con el valimiento de Godoy,
en Melilla, como en todas las posesiones de África, se carecía de
todo lo necesario para el sustento diario: “...No había ni aceite
ni medicinas, y se estaba a media ración de pan por persona y
día...”. Ante esta situación este Gobernador, envió a Narciso
Martínez, salir con su falucho, a pedir auxilio al primer puerto de
la Península que encontrase. El escrito de Ramón Conti llegó a
manos del Brigadier Jaime Moreno y La Corte, Gobernador Político y
Militar de Málaga, y éste encomendó al Veedor y Ministro Principal
de la Real Hacienda, para que tomara las providencias oportunas, ya
que incumbía a éste alto funcionario atender las necesidades de los
Presidios Menores, como entonces se les denominaba a Melilla, Isla de
Alhucemas y el Peñón de Vélez de la Gomera.
En
julio de 1805, llega a Málaga un lanchón (otro), procedente de
Melilla, con la solicitud de un envío urgente de víveres, ya que la
guarnición de la Plaza estaba a media ración. Ramón Conti decía
que: “...Melilla se encontraba en extremado apuro de indigencia y
en los últimos instantes de su exterminio por carecer de los
principales artículos de primera necesidad para su subsistencia”.
En
1807, se presentó en la Plaza, un moro principal, para que se le
curase cierta enfermedad, y se accedió a condición de que
proporcionara, por su valor: 4 vacas, 30 carneros, y 4 quintales de
aceite. Así lo hizo, y se le curó.
Y
ahora, como hace varios años, me hago la misma reflexión: Si las
autoridades, que mandan en las cosas de la Cultura en nuestra ciudad;
que imagino debieran saber, si no toda, al menos algunos rasgos de
nuestra Historia: ¿Cómo es que Ramón Conti, no tiene una calle en
nuestra ciudad?, y que Napoleón campe con sus respetos, mirando la
Estrella, que tiene arriba, con una mano en el pecho, y con la otra
haciendo una peineta, con el Viento en el careto, de Espalda al
“Mismo”, desde la falda de Camellos, y además cachondeándose de
las autoridades que le permiten estar ahí.
Y
creo que aunque sea un poco tarde, estas autoridades, que tan
pródigas son para colocar nombres de personajes de ojana, en algunas
calles, en agradecimiento debieran cambiarlos por el de éste
Gobernador: hombre noble, conciliador, pero firme en sus convicciones
militares disciplinarias, que ¡¡SÍ HIZO!! algo por la ciudad en
aquéllos años tan aciagos para los que residieron en ella. Porque
no hay que olvidar que las pasó “muy putas”, intentando dar de
comer a la población civil, a la del presidio y a la guarnición, y
sobre todo manteniendo el orden establecido; y lo más importante,
que era la defensa de las murallas contra nuestros belicosos
vecinos.
Yo
creo que tanto el Presidente Imbroda, el Director de Cultura, como la
señora Consejera del Ramo, que deben cobrar sus magros y buenos
sueldos, que les pagamos entre todos; y los Protectores del
Patrimonio, que no cobran nada, pero figuran de “pasteleo”, o de
ojaneta, tampoco dicen “esta boca es mía”, algo debieran hacer
al respecto. ¿No creen ustedes?. Al menos darle un repasito, aunque
sea puntual, a nuestra Historia, que buena falta les hace a algunos.
CAMA,
LUZ, AGUA, ACEITE, VINAGRE, SAL, Y ASIENTO A LA LUMBRE
(Publicado
24.10.2018)
En
las Reales Ordenanzas Militares,
que
mandó
realizar Carlos III en 1774, entre
otras cosas dice: “Ningún soldado podrá exigir en el alojamiento
que tuviere, otra cosa que cama, luz, agua, aceite,
vinagre,
sal, y asiento a la lumbre, y al que maltratare a su patrón, se le
castigará a proporción del exceso”. Estas
Ordenanzas, que aún no han sido derogadas, como ustedes saben muy
bien, es lo que España lleva proporcionando a Marruecos, desde hace
años a sus niños que cruzan, o
libremente los
cruzan familiares y
amigos, por
la frontera, como a esos dos hermanos menores, enfermos, que
cruelmente fueron
abandonados por sus familiares en Ceuta, y
recogidos por las
autoridades de esa ciudad; o
el bebé enfermo abandonado en el Comarcal, que ha sido trasladado al
Carlos Haya de Málaga, y
también
a las embarazadas y a los enfermos, que trasladan en ambulancias
marroquíes, hasta las puertas del hospital,
en Melilla.
Ante esto
yo me hago la siguiente reflexión, y
también pregunto
a los políticos de la oposición: ¿Para qué quieren un nuevo
“Tratado
de Vecindad,
Convivencia,
Cooperación,
Sanidad,
Menas
y Seguridad
en la Frontera,
con Marruecos”?,
si la
Cama,
la Luz,
el Agua,
el Aceite, el
Vinagre,
la Sal,
y el Asiento
a la Lumbre,
todo ello, ya
lo disfrutan
desde hace décadas,
antes, durante y
después del Protectorado, hasta en la actualidad, con
los alimentos que toman en los centros, con la ropa y calzado que se
les proporciona, y la
sanidad con que son atendidos, como
a los nacionales, que
pagan sus impuestos religiosamente.
Aunque
es muy antiguo, pero
como pincelada conviene
recordar el Convenio
entre España y Marruecos, firmado hace
163 años, en Larache
el 6.05.1845, que contenía varias aclaraciones al de 25.08.1844, que
en su art. 2º dice: “El Sultán de Marruecos (hoy Mohamed VI) dará
sus órdenes, y prevendrá eficazmente a los moros fronterizos de
Melilla, Alhucemas y Peñón de la Gomera, a conducirse en los
sucesivo como corresponde con los habitantes de dichas plazas y con
los buques que se aproximen a sus costas”. No
creo que exista otro
Convenio o Tratado, posterior a éste, en el que refiera lo
contrario, pero si es
así, ruego se haga
saber por este medio.
CUANDO MOISÉS ANDUVO EN EL DESIERTO, (CHISNETO DE RICARDO REDOLI)
Dice
Redoli: “Lectores y corresponsales me envían toda clase de
historias para que las pase al verso. Unas ya las he publicado con
anterioridad, las más son (como decía el TEBEO) “chistes viejos
con caras nuevas”, otras no se ajustan al patrón preestablecido
para esta versería...La que traigo hoy comenzó su andadura virtual
hace meses, pero pienso que, en estos momentos de desazón hispana,
destila una rabiosa actualidad. Me la remite Julia, querida amiga, a
la que conocí en la consulta de nuestro común doctor, don Juan José
Sánchez Luque (a estas alturas de la vida ¿dónde mejor podría
hacer nuevas amistades?) y, aunque, en el primer cuarteto dogmatizo
que no diré quién me la envió, me desdigo. Va por ella y, cómo
no, por el sabio doctor que nos atiende, y que nos presentó, so
pretexto de ser profesionales de la cosa académica.
“La
anecdótica historia que hoy os cuento,
se
atribuye a un político israelí;
mas,
no diré cómo llegó hasta mí,
ni
quién me la envió, ni en qué momento.
En
Naciones Unidas, un judío
tenía
que exponer su alocución,
pero
optó por abrir su intervención
con
una breve historia. Dijo el tío:
“Cuando
Moisés estuvo en el desierto,
golpeó
su bastón contra una roca,
y
brotó agua clara en ese instante.
Del
manantial que puso al descubierto,
tomó
agua, que se llevó a la boca,
y
notó que era dulce y refrescante.
Le
apeteció al profeta darse un baño.
Se
despojó de ropa y de calzado,
y
disfrutó del baño deseado
(llevaba
sin bañarse más de un año).
Cuando
al cabo salió, ¡vaya sorpresa!:
la
ropa y el calzado ya no estaban.
Dos
palestinos, que antes le miraban,
le
robaron, huyendo a toda priesa”.
“ ¡Es
falso! ―le repuso el Delegado
del
Pueblo palestino― ¡So embustero!
No
habíamos llegado. ¡Usted miente!”.
Y
replicó el judío: “Ya aclarado
qué
pueblo de los dos llegó el primero,
comienzo
mi discurso, Presidente”.
Cierta
similitud con esta historia
guarda
la pretensión catalanista
de
seguir con un plan soberanista
que
borra, así sin más, de su memoria
que
otrora fue Condado dependiente
de
la antigua Corona de Aragón.
No
digas más mentiras, Puigdemont,
Cataluña
jamás fue independiente”.
Espero
que haya sido de su agrado.
GRANDES
POLÍTICOS QUE FUERON ORADORES... Y RUFIÁN (Publicado 3.12.2018)
Yo
creo que los actuales representantes políticos andan un poco a la
greña y descontrolados. No recuerdan que están en sus escaños por
los votos que nosotros hemos depositado en las urnas, y merecemos el
máximo respeto, cuando hablan en nuestro nombre. Algunos no
practican el sentido común, como Rufián, que más bien parece un
chulo de una “cooperativa de pobres y depauperadas servidoras del
catre”, donde las ladillas suelen bailar un pasodoble al compás de
cada empuje del cliente encamado. Este hombre, careciendo de una
básica cultura que pueda demostrar desde la tribuna del Congreso, es
chabacano e histriónico. Pienso que en la dirección de su partido,
no deben estar muy contentos con él porque, aunque lo han colocado
en el puesto de insolente provocador, con actitud tabernaria
desafiante, alzando los brazos, como si estuviese a punto de poner un
par de banderillas de fuego, lo que hace es insultar a sus
contrarios. Ante todo el escándalo que han formado en el Congreso,
se merecen que todos y cada uno de estos “merdellones”, se
marchen a sus casas, para evitar el bochorno y la vergüenza que les
hacen pasar a sus votantes. También nos avergüenzan, como ya digo,
éste garlocho Rufián y compañía, por el serrín y el estiércol
(cagajones), como diría Borrell, que sueltan cada vez que tienen la
palabra; igual que los “azules” y sus primos “naranjitos”.
Éstos están que se suben por las paredes, sin haber asimilado aun
que Sánchez está en la Moncloa, por los votos de los españoles,
aunque haya sido por una moción de censura, que tan legítima es
como si hubiese ganado las Elecciones.
Aunque
no me harán ni puto caso, yo les aconsejaría a toda esta caterva de
maleducados impresentables, que leyeran algo de sus ilustres
predecesores, como Francisco Silvela, que fuera gran orador y
literato, que aconsejaba “Gastar
quevedos en los ojos, y en el estilo (sic)”.
O la contestación que le hizo a Romero Robledo (el
Pollo de Antequera),
con su frase parlamentaria más famosa: “Su
Señoría ha llegado a una situación en que todavía se le oye, pero
ya no se le escucha”.
También
podrían darle un repasito a las
biografías de Castelar, Salmerón, Azcárate, Sagasta, Cánovas,
Echegaray, De los Ríos,
etc.
pero
sobre todo la
de Azaña; todos
ellos desde la tribuna del Congreso de los Diputados, y
de las publicaciones filosóficas y
poéticas de
Antonio Machado: “Para
dialogar, preguntad primero; después... escuchad”. Creo
que esta
gente lograrían
aprender algo de política, al menos
educación y el saber como
comportarse
en lo que representa un Parlamento para la ciudadanía de un país,
que es el Templo de la Palabra, y no el
tabernario
chabacano
y
vulgar escenario
en lo
que
lo han convertido.
Y
sobre el hipotético salivazo, gargajo o escupitajo, que Jorge
Salvador de ERC, le lanzó a Borrell al pasar delante de él, yo creo
que sí que se lo lanzó, porque el gesto que hace, muy disimulado,
como “mirando al tendido”, que hace con el carrillo derecho, y
las voces de alerta del Ministro: “¡eh!, ¡eh!...”, no hay duda.
Ese gesto se parece al que hacíamos los niños cuando le robábamos
las algarrobas al borriquillo de Valero, que al comérnosla, con las
semillitas solíamos hacer apuestas para quién llegaba más lejos:
unos con un tubito y otros a pleno pulmón.
También
debiera existir una ley, en la que a cualquier diputado expulsado por
“sinlachón”, como al Rufián hace unos días, y el Martínez
Pujalte, del PP, en 2006, se les descuente de sus opíparos haberes,
como suspensión de empleo y sueldo dos, tres o más meses, como a
cualquier funcionario público, y sin poder ejercer como diputado:
así que si su formación solo tiene seis, ya sabe que serían cinco
los que contaría su partido durante el castigo.
¿Creen
que nuestros políticos serían capaces de aprobar una ley así?. Yo
pienso que si; y por favor no me llamen ingenuo, sino “bienpensado”.
Juan
J. Aranda
YO
HABLO CASTELLANO (Publicado 23.12.2018)
Como
sabrán Londres, en
castellano, se escribe
Londres y no London, y París, con tilde,
a pesar
de que London y Paris, son sus verdaderos
nombres. Y así en muchas
ciudades y pueblos
de
las distintas
comunidades bilingües. Pienso que las razones políticas son unas, y
otras son el buen uso del español,
porque
por regla general,
al escribir
en castellano
los
topónimos catalanes, gallegos y vascos que tengan forma
tradicional española, deben
escribirse según la grafía que corresponda a esta lengua: Cataluña
y no Catalunya;
País Vasco y no Euskal
Herria;
Vizcaya y no Bizkaia,
etc,.
En
las distintas comunidades autónomas bilingües;
como
en
Galicia, el gallego,
art.
10.1 de Ley
3/1983;
en
el
País Vasco, el
euskera o eusquera art. 10.1
Ley
10/1982;
en
Cataluña, el
catalán y el
aranés, art. 14,1
Ley
3/1986,
como en
las Islas
Baleares, que se habla
catalán, y en
la Comunidad Valenciana, el valenciano.
Dicho
esto,
creo
que cada cual hable como le de la gana, ya
que el origen de un idioma, es la de entenderse con quien
tienes frente a ti y si éste, o
tú,
no lo
habla,
pues
no
hay comunicación.
Hace
décadas, mucha
gente,
al
solicitar documentación en los registros civiles, de
repente vieron cómo algunos
funcionarios de esos
registros,
jactanciosos
(sabelotodos),
“tradujeron”
los nombres y apellidos al castellano, haciendo
unas traducciones chapuceras.
Antonio
Gala cuenta que un familiar sugirió que se le impusiera el nombre de
Martín. Imagínese que se llamase: Martín
Gala.
Por
otra parte, mis
respetos a
los que hablan gallego, catalán y
euskera,
pero
que yo diga La Coruña, Lérida, París o Londres no tiene nada que
ver. Simplemente, empleo mi lenguaje, que es el español o
castellano. Por
eso a mí
no me parece una falta
de respeto que en Inglaterra hablen de “Spain”, ni que en Francia
digan “Espagne”, ni que en Galicia o Cataluña pronuncien
ciudades
y pueblos del país en sus lenguas,
sin
importarme
lo más mínimo. Entonces: ¿por qué molesta tanto
que
se diga: Rías Bajas, Lérida
o Gerona?. ¿Es que sólo los castellano-hablantes somos
los que faltamos
al respeto?. Si
los
catalanes pueden decir “Terol”
por
Teruel,
con
su pan se lo coman; pero lo
que
no se puede aguantar
es la imposición en la televisión pública,
hablada
en castellano, la
supina gilipollez
e ignorancia, que
les
impide ver que el castellano no es un idioma solo de España, sino de
muchos
más millones en el mundo mundial. La
prueba la tenemos en los países hermanos de América, donde en
algunos aún conservan nuestra verbalización de
siglos anteriores.
Así,
en castellano se suele utilizar, y hasta pronunciar, el nombre en
catalán; como, por ejemplo: Girona, Lleida y Catalunya; pero en
catalán no se suele respetar los
nombres
en castellano, usando
el
catalán, por ejemplo: Osca por
Huesca,
Castella por
Castilla,
La Manxa por
La
Mancha,
Saragossa por
Zaragoza
y Espanya por
España.
Pero lo más sangrante, es lo que algunos periodistas y comunicadores, de radio y tv, que se dirijen a la audiencia en castellano introduciendo palabras en catalán. Claro que si se hace de vez en cuando para atraer alguna que otra simpatía, y ganarse a la audiencia, estaría hasta agradable, pero es que a veces rayan con el ridículo con frases como: “Tenemos en directo al president del guvern de la Yeneralitat de Cataluña. Bona tarda, president, …”.
Pero lo más sangrante, es lo que algunos periodistas y comunicadores, de radio y tv, que se dirijen a la audiencia en castellano introduciendo palabras en catalán. Claro que si se hace de vez en cuando para atraer alguna que otra simpatía, y ganarse a la audiencia, estaría hasta agradable, pero es que a veces rayan con el ridículo con frases como: “Tenemos en directo al president del guvern de la Yeneralitat de Cataluña. Bona tarda, president, …”.
Todo
este problema se ha generado con la imposición
de algunas
Comunidades Autónomas,
empeñadas en que solo se hable en su lengua oficial, cuando el
castellano, según
nuestra Constitución, es la
primera
lengua
cooficial
en todas ellas.
Ante
eso, al
parecer, hoy
día hay que ir pertrechados de un diccionario de topónimos para
saber en qué población nos encontramos, cuando sería muy fácil
poner los carteles en bilingüe. Pero ellos la
han
manipulado desde hace años, utilizándola
para sus fines políticos, pese a quien les
pese.
Según
esa regla, a
mi me encantaría, que en Andalucía utilizáramos,
por ley, el idioma/acento
“andalú”, que
sí que existe, y
se habla, o
el extremeño, o el
murciano, o el
castellano manchego, etc.. Por
eso es
una
solemne gilipollez,
que hablando todos los españoles el castellano/español se tengan
que subtitular en los telediarios, también
en TVE,
para
darles cera a
los
discursos o peroratas,
que nos largan algunos
politicastros de medio pelo, sobreponiendo
los intereses partidistas al interés general,
para
que así
nadie
proteste
ni se
les rebele.
Así
que por favor: cuidemos y defendamos el castellano/español, una
lengua riquísima en todo: vocabulario, gramática, adverbios, verbos
y sustantivos, semántica, que sin remisión, se está dejando perder
por el sumidero de la ignorancia de algunos políticos “analfabetos”.
Como
anécdota histórica cuentan
que Carlos I, (su
escudo lo
podemos
admirar en el frontispicio de la Puerta de Santiago), en
una reunión que tuvo con el Papa, cuando éste le hablaba en latín,
y él contestaba en castellano, alguien
del protocolo,
le advirtió que a Su Santidad había que dirigirse en latín;
entonces
nuestro Emperador, que
hablaba alemán, inglés, italiano,
francés,
incluso latín, a
la perfección, le
contestó: “No
importa que no me entendáis. Que yo estoy hablando en mi lengua
española, que es tan bella y noble que debería ser conocida por
toda la cristiandad”. También
decía, que hablaba
español con Dios, italiano con
las mujeres, francés con los hombres y alemán con su
caballo.
Más
claro: el agua del Bombillo.