20 febrero 2006

El Bable y el Chelja

EL BABLE Y EL CHELJA

“CpM aboga por separar Ceuta y Melilla en la protección de sus lenguas minoritarias”. ¿Qué lenguas?.  Aberchán subrayó la importancia de que la proposición no de ley que Llamazares, de IU va presentar, o ha presentado ya, para la protección del tamazight (chelja) salga adelante en el Congreso lo que permitiría que esa lengua rifeña, marroquí, o sea, extranjera, obtenga el mismo tratamiento que el Bable en Asturias.  En caso de que la Cámara diera finalmente su visto bueno a esta proposición no de Ley, dice que “la Administración tendría que liberar los fondos públicos -que pagamos todos- necesarios para divulgar el tamazight (chelja) en los aspectos que defienden y velar por su cumplimiento”.  Así, dice, la aprobación de esta iniciativa presentada por IU permitiría “recuperar la identidad cultural perdida que es patrimonio de todos los ciudadanos melillenses”.  Tengo que decirle, aunque haya gente que piense lo contrario, que la cultura que existe en Melilla es la española; la occidental, desde 1497, por lo tanto esa no es la mía ni la de muchos políticos que ejercen como tales en la ciudad, y que se callan como zorros por las cajitas que cada cuatro años se abren en los colegios.    
“Art.3º de la Constitución. Apdo. 1: El Castellano es la lengua española oficial del estado. Todos los españoles tienen el DEBER de conocerla y el derecho de usarla. Apdo.2: Las demás lenguas españolas serán siempre oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. Apdo. 3: La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”.   Estatuto de Autonomía de Melilla.  Art. 21, apdo. 15: “Promoción y fomento de la cultura en todas sus manifestaciones y expresiones”.  Art. 27: “Todas las competencias de la ciudad de Melilla se entenderán referidas a su territorio”.  O sea que la Carta Magna dice que todos los españoles con DNI como el que yo tengo debemos conocer el castellano y el derecho a usarlo.  Sobre las demás lenguas serán oficiales en sus respectivas CCAA, y la riqueza de los distintos modos lingüísticos dice que como patrimonio cultural será objeto de especial respeto y estará protegida.  Y en nuestro Estatuto de Autonomía dice que se promocionará el fomento y la cultura en todas sus manifestaciones y expresiones, y que las competencias de la Ciudad de Melilla se entenderán las referidas a su territorio, o sea, España.  De verdad le ruego señor Aberchán que me aclare: cómo quiere usted que el chelja, tamazight, milenario según usted, (pero eso es otra historia); la que yo me refiero y usted me ha entendido es la lengua rifeña, el chelja, la que han hablado sus ancestros, marroquí, extranjera, sea tratada igual que el Bable, que es una lengua española por los cuatro costados.  También le digo que la astur tiene varias vertientes: la de Gijón, la de Mieres, la de los Valles de Somiedo y la zona de Teverga.  Y si el coordinador de IU, asturiano él, está de acuerdo en ello, creo que muchos de sus votantes comunistas que hay en la ciudad le harían un buen corte de manga desde el Torreón del Bonete.  Usted imagínese que en un pueblo de diez mil habitantes, de cualquier provincia, residen setecientos inmigrantes marroquíes de aluvión, como ocurrió en los años ochenta en Melilla, y que estos soliciten al alcalde de ese pueblo que la lengua que chamullan (hablan) en su tierra de orígen sea también oficial en ese pueblo, y por ende que el Parlamento lo apruebe.   Pues eso es lo que ha ocurrido en Melilla desde hace una década y lo que desean ustedes, oriúndos del Rif.  Para esto la única solución es que Marruecos, que es el padre y la madre del chelja, lo amamante, le limpie los pañales, lo eduque con sus profesores, pero que sea con los presupuestos de su estado y lo ponga a trabajar; como hace España con el Instituto Cervantes desde hace años en muchas ciudades del mundo.  Eso es lo más lógico, y lo que miles de melillenses y peninsulares pensamos al respecto.
Lo que verdaderamente me extraña es que los distintos partidos políticos que existen en la ciudad, aparte del suyo, claro está, no le hayan “aconsejado” que plantease todo esto sin el argumento falso, sin hacerlo aparentemente verdadero que induce a que la gente lo tome a error o a un engaño, lo que el RAE denomina: Falacia.
Reciba un cordial saludo.
                                   Juan J. Aranda
                                   Málaga febrero de 2006

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