UN LIBRO DE CABECERA
Releyendo por enésima
vez, el libro publicado en 2009, “Nombres para la Historia Militar
de España”, me recuerda a sus autores: Isabel Migallón, y Eduardo
Sar, ambos historiadores de prestigio, un libro que debiera ser
reeditado, porque la verdad su lectura, es un manjar para el espíritu
del buen patriota, que siente el sacrificio de nuestros Héroes y
Mártires; y tan necesario para los historiadores e historiógrafos,
como el alimento lo es para el cuerpo. De toda mi humilde
biblioteca, este ejemplar es al que le tengo un aprecio especial,
como si fuese el de cabecera, y actualmente junto a los “Episodios
Nacionales” de Galdós, que ya es la tercera lectura que me he
“empapado” de sus 46 volúmenes; y me refiero porque de aquél he
entresacado todos los nombres, graduaciones, y lugares donde cayeron
como Héroes, en la Campaña de Melilla de 1909, para mis “100
Cartas desde la Purísima”; y los “Episodios” de D. Benito, me
sirven para “embuchar” mi cacúmen de nutrientes históricos, que
tanta falta nos hace los españoles. Yo sé que escribir sobre los
Héroes y Mártires, son como muchas cartas epistolares, que solo
como respuesta se recibe una buena amistad y un mudo agradecimiento
desde sus sepulcros, por parte de ellos; que jamás obtuvieron nada,
pero sí la Gloria Patria, que humildemente algunos les ofrecemos,
recordando sus hazañas y martirios, en nuestros corazones.
Desde estas páginas,
como siempre que tengo la oportunidad de preguntar: ¿Cuándo van a
reeditar “Nombres para la Historia Militar de España”, de Isabel
Migallón y Eduardo Sar?. Y a ellos, mis buenos amigos, sus autores,
les digo que deben sentirse afortunados, porque la única adversaria
que tienen es la ruin, y asquerosa, envidia; y a ésta ni hay que
temerla, y mucho menos tenerla. Un fuerte abrazo a ambos.
P/D No crean que se me
olvida La Purísima, y su denominación como “Cementerio Nacional
de Héroes”. ¡Ah!, y también Napoleón, que al parecer ya huele
como su chaleco ombliguero, lleno de rapé y de lamparones, que creo
debe seguir en los libros de Historia, junto a su General Dupont, que
fue derrotado en la Batalla de Bailén, por nuestro General Castaños,
pero claro, no en nuestro callejero; porque si el responsable se
diera un garbeo por el Cementerio, y ojeara los nombres de algunas
lápidas, que los hay a cientos; cualquier desconocido soldadito,
caído en esos campos de batalla, podría figurar en esa misma calle.
Además, cualquiera puede preguntarse: ¿Qué coño hizo Napoleón
por Melilla?; ¿Alguien lo sabe?.
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