EL PATRIOTISMO DE ALGUNOS
Manuel Azaña decía, que
el patriotismo no es un código de doctrina; el patriotismo es una
disposición del ánimo que nos impulsa, como quien cumple un deber,
a sacrificarnos en aras del bien común; pero ningún problema
político tiene escrita su solución en el código del patriotismo.
A mí, como hombre de izquierda, algunos amigos se extrañan que yo,
con todo el cariño y devoción, escriba sobre los Héroes y Mártires
que se hallan enterrados en nuestro Cementerio. Ante esa capciosa
“extrañeza”, porque la verdad es que es capciosa a más no
poder, me sonrío y les digo lo que Antonio Machado pensaba al
respecto: “En los trances críticos, los señoritos invocan la
Patria y la venden; y el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra
con su sangre”. En la actualidad a esos “señoritos”, hay que
asimilarlos, por ejemplo, con los políticos que dicen ser “buenos
patriotas”, y solo son unos chorizos de mierda; los que construyen
aeropuertos peatonales, para conejos, sin aviones, como el del
“abuelo”; los que están imputados, y con dinero en el
extranjero, jurdó obtenido por el extraño azar reiterativo de la
lotería, con chamba y mucha chorra; como la que decía que el coche
de alta gama, encerrado en su garaje, no era suyo, y las fiestas de
comuniones y viajes a parques de recreo no se los pagó nadie; o los
que, supuestamente, se han embolsado el dinero de cursos para
currantes, en la tierra de María Santísima. No sé si se habrán
percatado que desde hace varios años, el sudor nacional solo está
sirviendo para sostener los vicios y las lujosas vanidades de unos
pocos privilegiados, y de algunos políticos que han mandado, y aún
mangonean, en el cotarro, que son unas cuantas “familias de capa
parda”, que viven acampadas en el suelo de la Patria, presidiendo;
y algunos, no todos, participando en la orgía del despilfarro, y del
latrocinio; pareciendo que al pueblo, que solo demanda “despensa,
curro y escuela”, lo han convertido en lacayo, cuando realmente es
su verdadero empresario y juez. También es bochornoso, que desde
hace siglos, si señor: ¡siglos!, que alguien pueda gozar, permitido
por el Estado, beneficiarse de los “privilegios de cuna” y
“ensotanados”, sin haber dado un palo al agua, en su vida. Pero
esta caterva que nos gobierna, ignora que al pueblo que se le hace
justicia queda maravillosamente esclavo de la obra justiciera de la
Patria. Por ello yo los compadezco ya que no tienen ocasión de
recibir de todos nosotros la recompensa, la grata efusión
sentimental y cordial en premio de muchos de los aciertos que hayan
tenido durante el tiempo que nos gobiernen. Como, al menos los
españolitos de a pié, solo nos queda el derecho al pataleo, yo les
dedico a toda esta caterva de vividores merdíficos, un gran céfiro,
que es el mejor tutelar de nuestro bienestar.
Y a Napoleón: ¿Cuando
lo van a retirar?.
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