NOMBRES DE CAÑONES PARA UNA RUTA TURÍSTICA
Echando un vistazo por la
hemeroteca del desaparecido “El Telegrama del Rif”, buscando
datos publicados sobre el Cabo Noval, observo que el 13.07.1915, se
recibe en Melilla una autorización del Obispo de Málaga, para el
traslado de los restos mortales del laureado Cabo, a Oviedo.
Ignorando la llegada de la comisión de la capital del Principado,
para recogerlos. Igualmente leo: “Esta mañana, un cañonazo
disparado desde el Fuerte de Camellos, dio la señal de comenzar el
ayuno de los moros, según sus costumbres en la fiesta del Ramadán”.
Como ya sabía que el cañón que dispararon, desde Victoria Grande,
para fijar los límites de Melilla el 14.11.1863, fue el llamado:
“Caminante”; para saciar mi curiosidad, lo primero que se me
ocurrió fue llamar a José Luís Blasco: Alma-Máter indiscutible,
en todos los aspectos, sobre la Historia de nuestra ciudad. Mientras
estaba hablando con él, y explicándole mi opinión al respecto,
recibo por correo electrónico, y por sorpresa, (estaría el tío con
un “manos libres”), una relación de varios cañones con sus
respectivos nombres, que por su valor, dentro del contexto histórico
de nuestra ciudad, merece que sean publicados. En Melilla la Vieja,
han existido cañones de bronce de 16, rayados, y otros, de hierro
colado, con los nombres: “Abenedizo” (sic), “Espuesto” (sic),
“Agoreo”, “Pacífico”, “Negocioso”, “Aclarado”,
“Eteocles”, “Vespasiano”, “Cartagena”, “Confederado”,
“Odioso”, “Avanzador”, y “Colomera”. También los había
con las fechas de su fabricación como: “Marqués de Leganés”,
en 1.630; “Marqués de Castro Fuerte”, en 1.632; “Marqués de
Lezcano”, en 1.646; “Conde de Salvatierra”, en 1.668; “Don
Miguel Ruiz de Álava”, en 1.823; “Don Joaquín Ibarra”, en
1.825. El “Marqués de Leganés”, estuvo emplazado hasta 1.893 en
el Torreón de las Cabras, y fue fabricado en Sevilla el 23.06.1.847,
pesando 6.740 libras -unos 3.050 kilos-. El 12.04.1.994, tras el
derrumbe de la Muralla, y Puerta de la Florentina, en el llamado
Frente de Levante, cayó el cañón “Trubia” de calibre 24, y
5.000 kilos de peso. Provisionalmente fue reubicado en una cureña
nueva, quedando instalado finalmente en el Torreón de San Juan.
Debo decir que algunos de estos cañones fueron construidos en
Málaga, sí señor, en Málaga, allá en los siglos XVI y XVII,
cuando esta ciudad era la segunda en importancia en la fabricación
de armamento de guerra, existiendo 50 hornos de fundición para ello;
y también con varios molinos pertenecientes al Estado, para fabricar
pólvora, ya que poseía los principales productos para la misma,
como es el salitre, el carbón y el azufre. Imagínense todos estos
cañones, con sus cureñas, o armones, emplazados en nuestras
murallas y baluartes, y con una plaquita donde se pudiera leer el
nombre, el peso, la potencia de fuego, y a ser posible, el lugar y la
fecha de fabricación. Por ejemplo: en la Muralla Real que
emplazaran, el “Negocioso”, y el “Vespasiano”; en el Baluarte
de la Concepción, el “Abenedizo” (sic); en la Muralla de
Trápana, el “Aclarado”, el “Cartagena”, y el “Confederado”.
Uno a cada lado del Bonete (Faro), el “Odioso”, y el
“Avanzador”; en el Torreón del Bonete Chico, el “Colomera”;
en el Torreón de la Parada, el “Pacífico”; en el Torreón de la
Florentina, el “Espuesto” (sic); en el Torreón de las Cabras, el
“Agoreo”; en el Baluarte de San Pedro, el “Diego de Vara”; en
el Torreón del Vigía de Tierra, el “Marqués de Leganés”; en
el Baluarte de San Pedro, el “Marqués de Castro”. En la Plaza
de Armas, junto al Foso y Puerta de Santiago, que se ubiquen los
demás, siempre que se puedan contemplar y poder leer, como ya digo,
sus nombres, fechas, y lugares de fabricación, y potencia de fuego.
Como habrán podido comprobar, esto solo es la punta del iceberg de
nuestra Historia, que parece estar oculta, por la desidia de los
políticos, o porque el responsable no tiene idea del “asunto”.
Yo creo que solo debemos indagar, buscar, e inquirir; porque si unos
aficionados, como José Luís y un servidor, dando el coñazo, con
limitados medios, podemos hacer todo esto, imagínense el que esté
obligado a ello, y que trinca sus buenas catorce cosechas anuales,
por llevarlo a cabo. Miren que si en los torreones y murallas de El
Pueblo, se emplazaran esos cañones, con sus cureñas: sería algo
cojonudo para nuestra Historia. Yo creo que sería una gran obra
turística, y el que lo llevase a cabo, se apuntaría un gran
triunfo, con su correspondiente “chapón en el pechamen”. Así
que al que corresponda: ahí tiene usted una humilde idea, para una
ruta turística. Úsela, si lo desea, como mejor crea conveniente, y
además es gratis.
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