27 febrero 2015

POR ENÉSIMA VEZ ESTOPIÑÁN, Y TODAS LAS QUE HAGAN FALTA

Un dirigente de la oposición dice que el 17 de Septiembre, “....No refleja más que un acto de conquista y una expresión de cruzada, algo que no conjuga con la realidad de Melilla”. Para él sería lógico que el Día de Melilla se celebrase el 13 de marzo, fecha de 1995 en que se aprobó el Estatuto de la Ciudad, o el 6 de noviembre, día en que en 2007, los Reyes Juan Carlos y Sofía, nos visitaron. Es respetuoso, eso sí, pero “....Discrepa profundamente con los nostálgicos de esta ciudad que viven equivocadamente, y que un año sí y el otro también creen que hay que hacer una prueba de españolidad mirando 517 años atrás”. También le entristece enormemente, (le entra morriña al hombre), que tres autoridades ofrezcan una corona a Estopiñán; y hace hincapié, diciendo que el 17 de Septiembre se celebra desde hace 20 años, y al final pregunta: “¿ A quién conquistó Estopiñán, qué sangre derramó, quiénes fueron los caídos, quiénes los damnificados, y los héroes?.
Para comenzar yo le preguntaría, por qué la Comunidad de Madrid tiene su día grande el 2 de Mayo, cuando su Estatuto fue aprobado el 25 de febrero de 1985. ¿No será porque el 2 y el 3 de Mayo de 1808 las tropas de Napoleón, masacraron al pueblo de Madrid?, que Goya inmortalizó con sus famosos cuadros de “Los Fusilamientos de la Moncloa”, y “La Carga de los Mamelucos”; y que nuestra Consejera no le sale de su papo (peinado antiguo) de retirar el nombre de Napoleón de una de nuestras calles. Y si cree que debiera ser fiesta la fecha de la llegada de SSMM, Juan Carlos y Sofía, también debe ser la del 2 de mayo, que en 1904, días antes de cumplir los 18 años, que Alfonso XIII, llegó a Melilla, para la inauguración del Puerto; o la del 7 de enero de 1911, que desembarcó en el Yate “Giralda”, para otra conmemoración; o la de los días 5 y 6 de octubre de 1927, apenas terminó “la Guerra del 21”, y que cualquier “nostálgico” melillense preguntaría: ¿A cual de las cuatro fechas elegimos?, porque ambos eran Reyes de España: uno era el abuelo, y el otro el nieto. Y si “discrepa profundamente” de los nostálgicos que, según él, vivimos equivocadamente, yo también discrepo desde una abismal profundidad de él, y le digo que yo vivo muy acertadamente, porque creo que desde la década de los 80 del siglo pasado, mucha gente sí que vive muy equivocadamente, creyendo en la cacareada interculturalidad de la ciudad, cuando sabe muy bien que la única cultura que existe en Melilla es la europea, con la idiosincrasia peninsular, que es la que siempre nos ha caracterizado como españoles que somos; y si cada 17 de Septiembre echamos la mirada 517 años atrás, es para recordar una cosa muy sencilla de entender: que Melilla es España, y no de España. Y si a él le entra tristeza que las autoridades le ofrezcan una corona a Estopiñán, a mí me da una gran alegría; y si algún día no lo hicieran yo pensaría que eran unos felones. Y si dice que solo hace 20 años en que se celebra el día de la Ciudad cada 17 de septiembre, yo le digo, que más vale tarde que nunca, porque debió hacerse hace siglos. Y sobre lo que se refiere a quién conquistó Estopiñán, qué sangre derramó, quienes fueron los caídos, los damnificados y los héroes, pues le digo que fueron todos los que participaron en esa conquista y en la defensa de sus murallas, durante siglos, y le repito: fueron los que defendieron lo que él, y todos los que piensan como él, en la actualidad están disfrutando de una ciudad española, con el cariño y la ambición de “campanario repicante” de las “14 cosechas” anuales. Sobre la españolidad que dice que muchos melillenses tenemos, y que solemos hacer esa prueba mirando 517 años atrás, yo le digo que el patriotismo no es ningún código de preceptos, sino una disposición del ánimo, y si él no tiene esa disposición, pues con su pan se lo coma. Manuel Azaña, que aparte de que fue un gran estadista, también fue filósofo, abogado, escritor, y un gran orador, dijo: “La Patria es una libertad y una creación de hombres libres. Es una creación de hombres libres porque no abdican en ella su conciencia personal, al contrario les sirve de garantía, y solo en cuanto es tal garantía derraman su sangre para hacerla perdurar”. ¡Ah!, se me olvidaba: este hombre fue Presidente de la II República, o sea, un republicano, y un rojo hasta las trancas.
Y para terminar debo decirle a este político, que la muerte de los Héroes, los que defendieron la españolidad de Melilla, suscita en muchos de nosotros emociones muy vivas, y a veces hasta con efusión de alguna lágrima de pena, que nos sirven como agua bautismal española, conservándola en el vaso que la Patria dispone para que no se derramen sus esencias, que tanta sangre ha costado, durante siglos, con la excelsitud del sacrificio de tantos miles de soldados que se hallan descansando en La Purísima. Así que, por favor, si ustedes no desean acudir a rendir homenaje a Estopiñán, ni al Levantamiento de “El Sitio” (1774-1775), pues no vayan, porque la verdad, y créanme, es que no hace ninguna falta su asistencia; pero eso sí, dejen de “marear la perdiz” cada año, y vivan felices.
Y ahora si me lo permiten, lean unos versos que tuve el atrevimiento de escribir mientras hacía mi servicio militar en Melilla: “En el Cementerio de Melilla/ generaciones de héroes,/ en sus entrañas tiene./ Ellos sabían, que morían/ lejos de su Madre Peninsular./ Esa sangre seca y española/ es la bandera que alzo muy alto,/ para que todos la vean ondear siempre/ y sepan recordar/ que esos españoles muertos/ viven en mi memoria/ y no tirados en el olvido/ por algunos “compatriotas”/ que dicen ser/ hermanos nuestros”.



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