GRANDES
POLÍTICOS QUE FUERON ORADORES... Y RUFIÁN (Publicado 3.12.2018)
Yo
creo que los actuales representantes políticos andan un poco a la
greña y descontrolados. No recuerdan que están en sus escaños por
los votos que nosotros hemos depositado en las urnas, y merecemos el
máximo respeto, cuando hablan en nuestro nombre. Algunos no
practican el sentido común, como Rufián, que más bien parece un
chulo de una “cooperativa de pobres y depauperadas servidoras del
catre”, donde las ladillas suelen bailar un pasodoble al compás de
cada empuje del cliente encamado. Este hombre, careciendo de una
básica cultura que pueda demostrar desde la tribuna del Congreso, es
chabacano e histriónico. Pienso que en la dirección de su partido,
no deben estar muy contentos con él porque, aunque lo han colocado
en el puesto de insolente provocador, con actitud tabernaria
desafiante, alzando los brazos, como si estuviese a punto de poner un
par de banderillas de fuego, lo que hace es insultar a sus
contrarios. Ante todo el escándalo que han formado en el Congreso,
se merecen que todos y cada uno de estos “merdellones”, se
marchen a sus casas, para evitar el bochorno y la vergüenza que les
hacen pasar a sus votantes. También nos avergüenzan, como ya digo,
éste garlocho Rufián y compañía, por el serrín y el estiércol
(cagajones), como diría Borrell, que sueltan cada vez que tienen la
palabra; igual que los “azules” y sus primos “naranjitos”.
Éstos están que se suben por las paredes, sin haber asimilado aun
que Sánchez está en la Moncloa, por los votos de los españoles,
aunque haya sido por una moción de censura, que tan legítima es
como si hubiese ganado las Elecciones.
Aunque
no me harán ni puto caso, yo les aconsejaría a toda esta caterva de
maleducados impresentables, que leyeran algo de sus ilustres
predecesores, como Francisco Silvela, que fuera gran orador y
literato, que aconsejaba “Gastar
quevedos en los ojos, y en el estilo (sic)”.
O la contestación que le hizo a Romero Robledo (el
Pollo de Antequera),
con su frase parlamentaria más famosa: “Su
Señoría ha llegado a una situación en que todavía se le oye, pero
ya no se le escucha”.
También
podrían darle un repasito a las
biografías de Castelar, Salmerón, Azcárate, Sagasta, Cánovas,
Echegaray, De los Ríos,
etc.
pero
sobre todo la
de Azaña; todos
ellos desde la tribuna del Congreso de los Diputados, y
de las publicaciones filosóficas y
poéticas de
Antonio Machado: “Para
dialogar, preguntad primero; después... escuchad”. Creo
que esta
gente lograrían
aprender algo de política, al menos
educación y el saber como
comportarse
en lo que representa un Parlamento para la ciudadanía de un país,
que es el Templo de la Palabra, y no el
tabernario
chabacano
y
vulgar escenario
en lo
que
lo han convertido.
Y
sobre el hipotético salivazo, gargajo o escupitajo, que Jorge
Salvador de ERC, le lanzó a Borrell al pasar delante de él, yo creo
que sí que se lo lanzó, porque el gesto que hace, muy disimulado,
como “mirando al tendido”, que hace con el carrillo derecho, y
las voces de alerta del Ministro: “¡eh!, ¡eh!...”, no hay duda.
Ese gesto se parece al que hacíamos los niños cuando le robábamos
las algarrobas al borriquillo de Valero, que al comérnosla, con las
semillitas solíamos hacer apuestas para quién llegaba más lejos:
unos con un tubito y otros a pleno pulmón.
También
debiera existir una ley, en la que a cualquier diputado expulsado por
“sinlachón”, como al Rufián hace unos días, y el Martínez
Pujalte, del PP, en 2006, se les descuente de sus opíparos haberes,
como suspensión de empleo y sueldo dos, tres o más meses, como a
cualquier funcionario público, y sin poder ejercer como diputado:
así que si su formación solo tiene seis, ya sabe que serían cinco
los que contaría su partido durante el castigo.
¿Creen
que nuestros políticos serían capaces de aprobar una ley así?. Yo
pienso que si; y por favor no me llamen ingenuo, sino “bienpensado”.
Juan
J. Aranda
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