UNA
CALLE PARA UN IGNORADO GOBERNADOR (Publicado 12.04.2018)
Alguien
pensará que soy una mosca cojonera, y créanme que me importa lo que
una planta de la familia
quenopodiáceas, o sea un bledo, y claro,
no puedo sustraerme en comentar sobre la desidia que existe en mi
ciudad, con respecto a los personajes que construyeron nuestra
Historia, tan llena de gloria y altruismo. El presente escrito se
refiere a la gloriosa hazaña de un gobernador, cuyo nombre debiera
figurar en una de nuestras calles más céntricas. Me refiero a Ramón
Conti, que fue nombrado Gobernador de la Ciudad el 10.08.1800.
Curiosamente, un mes después, el 30.9.1800, había una guarnición
de 63 jefes, oficiales y empleados de plantilla, 867 de tropa y unos
1000 desterrados (presos). Entre mujeres, niños y criados, unos 400,
hacían un total de 2330. Existían 109 casas: 25 “eran” del Rey
y 86 particulares. Como verán, la desproporción entre la guarnición
y los presos, era bastante elocuente.
El
4.07.1804, dos barcas repletas de víveres y medicinas procedentes de
la Península destinadas a Melilla, son interceptadas por corsarios
ingleses y llevadas a Chafarinas. Inmediatamente envían un emisario
a Melilla pidiendo un rescate de 9.000 duros de plata. Ante esta
situación, el Alcayde Conti, con las arcas de la ciudad vacías,
habla con un moro argelino, Sidi Alí El Begui, que fue quien los
prestó, pudiendo así abastecerse toda la población.
El
5.08.1804, reinando en España Carlos IV, con el valimiento de Godoy,
en Melilla, como en todas las posesiones de África, se carecía de
todo lo necesario para el sustento diario: “...No había ni aceite
ni medicinas, y se estaba a media ración de pan por persona y
día...”. Ante esta situación este Gobernador, envió a Narciso
Martínez, salir con su falucho, a pedir auxilio al primer puerto de
la Península que encontrase. El escrito de Ramón Conti llegó a
manos del Brigadier Jaime Moreno y La Corte, Gobernador Político y
Militar de Málaga, y éste encomendó al Veedor y Ministro Principal
de la Real Hacienda, para que tomara las providencias oportunas, ya
que incumbía a éste alto funcionario atender las necesidades de los
Presidios Menores, como entonces se les denominaba a Melilla, Isla de
Alhucemas y el Peñón de Vélez de la Gomera.
En
julio de 1805, llega a Málaga un lanchón (otro), procedente de
Melilla, con la solicitud de un envío urgente de víveres, ya que la
guarnición de la Plaza estaba a media ración. Ramón Conti decía
que: “...Melilla se encontraba en extremado apuro de indigencia y
en los últimos instantes de su exterminio por carecer de los
principales artículos de primera necesidad para su subsistencia”.
En
1807, se presentó en la Plaza, un moro principal, para que se le
curase cierta enfermedad, y se accedió a condición de que
proporcionara, por su valor: 4 vacas, 30 carneros, y 4 quintales de
aceite. Así lo hizo, y se le curó.
Y
ahora, como hace varios años, me hago la misma reflexión: Si las
autoridades, que mandan en las cosas de la Cultura en nuestra ciudad;
que imagino debieran saber, si no toda, al menos algunos rasgos de
nuestra Historia: ¿Cómo es que Ramón Conti, no tiene una calle en
nuestra ciudad?, y que Napoleón campe con sus respetos, mirando la
Estrella, que tiene arriba, con una mano en el pecho, y con la otra
haciendo una peineta, con el Viento en el careto, de Espalda al
“Mismo”, desde la falda de Camellos, y además cachondeándose de
las autoridades que le permiten estar ahí.
Y
creo que aunque sea un poco tarde, estas autoridades, que tan
pródigas son para colocar nombres de personajes de ojana, en algunas
calles, en agradecimiento debieran cambiarlos por el de éste
Gobernador: hombre noble, conciliador, pero firme en sus convicciones
militares disciplinarias, que ¡¡SÍ HIZO!! algo por la ciudad en
aquéllos años tan aciagos para los que residieron en ella. Porque
no hay que olvidar que las pasó “muy putas”, intentando dar de
comer a la población civil, a la del presidio y a la guarnición, y
sobre todo manteniendo el orden establecido; y lo más importante,
que era la defensa de las murallas contra nuestros belicosos
vecinos.
Yo
creo que tanto el Presidente Imbroda, el Director de Cultura, como la
señora Consejera del Ramo, que deben cobrar sus magros y buenos
sueldos, que les pagamos entre todos; y los Protectores del
Patrimonio, que no cobran nada, pero figuran de “pasteleo”, o de
ojaneta, tampoco dicen “esta boca es mía”, algo debieran hacer
al respecto. ¿No creen ustedes?. Al menos darle un repasito, aunque
sea puntual, a nuestra Historia, que buena falta les hace a algunos.
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