UNA VISITA AL CEMENTERIO DE MONTAUBAN
He
leído que el ex-presidente Zapatero, para rendirle homenaje al que
fuera Presidente de la II República, D. Manuel Azaña, se plantó en
el cementerio de Montauban (Francia), donde éste falleció
refugiado, el 3.11. 1940. Dicen que esa es la primera vez que un
Presidente de Gobierno de España, visita la tumba de Azaña. “Era
una deuda que tenía, y ha sido una gran emoción cumplirla”,
declaró. La lápida con su nombre tiene inscritas las palabras:
“Paz, Piedad y Perdón”, palabras que pronunció al final del
discurso en el Ayuntamiento de Barcelona el 18.07.1938, y que mucha
gente, con muy mala baba, saca de contexto, para agraviarlo. En el
buzón que ese cementerio dedica a Azaña, Zapatero dejó como
mensaje personal, el texto firmado con el preámbulo de la Ley de la
Memoria Histórica, del 6.12.2007. “Esta ley la hicimos para rendir
homenaje y tributo a todas las personas que habían perdido la vida,
la familia, la patria, y también como un reconocimiento al exilio”.
Azaña llegó a Montauban el 1.07.1940. Sus últimos meses los pasó
en la habitación nº 2 del Hotel du Midi, protegido por el Gobierno
de México. En la misma planta, un comando de policías franceses del
régimen pro-nazi de Vichy, y otro de falangistas españoles, al
mando del embajador franquista, preparaban una operación de
secuestro para llevarlo a España, como hicieron con Luís Company, y
otros políticos republicanos, que fueron secuestrados con la
colaboración de la Gestapo, y posteriormente fusilados en España.
Durante el entierro de Azaña, las autoridades francesas prohibieron
exhibir banderas republicanas, pero de entre los miles de
republicanos que acudieron a su despedida, algunos se las ingeniaron
para llevar una rosa roja, otra amarilla y un ramo de violetas,
formando los colores de la bandera de la República. Razón
por la cual, el embajador mejicano, Luís Ignacio Rodríguez,
decidió la solución: “Lo cubrirá con orgullo la bandera de
Méjico. Para nosotros será un privilegio, para los republicanos,
una esperanza, y para ustedes una dolorosa (y vergonzosa) lección”.
De
esta forma el último presidente de la República Española, realizó
su último viaje, envuelto en una bandera que no era la suya. En
1973, cuando falleció el altruista, y generoso, embajador de nuestra
nación hermana, fue su deseo que lo cubrieran con la Bandera de la
II República Española. Alguien
escribió, que el día que este país, España, comprenda que
un bombero, un albañil, un médico, o un maestro, son más
importantes que un futbolista; ese día realmente tendremos la
posibilidad de salir adelante como nación, y “Ninguna de las dos
Españas nos ha de helar el corazón” (Antonio Machado); hasta
entonces nos tendremos que joder con la mediocridad clerical,
garbancera y casposa. Claro que también hay que entender que cuando
un político piensa en las próximas elecciones, un estadista, como
Azaña, piensa en la próxima generación. Este político tenía tres
objetivos principales: modernizar las relaciones Iglesia-Estado, el
Ejército, e introducir racionalidad y diálogo en la vida política
parlamentaria. Él convencía con la palabra y actuaba legislando,
pero acabó descubriendo que el poder legal, verbal y racional era
insuficiente ante la fuerza conjunta del Ejército, de la Iglesia, y
de la Oligarquía española, con los alemanes e italianos empujando.
Una parte de su programa para la creación de una España moderna, no
se llevó a la práctica hasta después de la muerte del dictador.
Por otra parte no hay riqueza más segura en un país que la de saber
que proviene de la educación; por eso si hay que cortar gastos, que
no sea en la educación, ni en la sanidad, sino en gastos suntuarios
y en altos cargos públicos parásitos. La columna vertebral de la II
República era la ESCUELA, con mayúsculas, y el grupo más
representativo eran los maestros, maestros que asesinaron, y
encarcelaron a miles en toda España, (“Maestros de la República”,
de María Antonia Iglesias). Al terminar la Guerra Civil, a los que
ganaron les llamaban: “Víctimas”, porque eran héroes; ni
tampoco había muertos, sino “Caídos por Dios y por España”. A
los que perdieron, a esos: cárcel, campos de concentración, y
cunetas; y los que tuvieron la oportunidad y pudieron: solo el triste
exilio. Por aquél entonces decían: 1º Año Triunfal, 2º Año
Triunfal, así hasta que se aburrieron y comprendieron que su
parafernalia fascista, ya no podía exhibirse en los nuevos tiempos,
y con otras generaciones.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home