UN PARALELISMO
Según
en “Diario de una Bandera”, de Franco, se puede leer:
“...Rebasado Monte Arruit, detenemos nuestra marcha, y concentrada
la columna nos dirigimos al poblado. Renuncio a describir el horrendo
cuadro que se presenta a nuestra vista. La mayoría de los cadáveres
han sido profanados o bárbaramente mutilados. Los hermanos de la
Doctrina Cristiana recogen en parihuelas los momificados y
esqueléticos cuerpos, y en camiones son trasladados a la enorme
fosa. Algunos cadáveres parecen ser identificados, pero sólo el
deseo de los deudos acepta muchas veces el piadoso engaño, ¡es tan
difícil identificar estos cuerpos desnudos, con las cabezas
machacadas! Nos alejamos de aquellos lugares, sintiendo en nuestros
corazones un anhelo de imponer a los criminales el castigo más
ejemplar que hayan visto las generaciones...”.
Y
el Soldado Florentino Moreno Pérez, del 5º Escuadrón del Rgto.
Alcántara de Caballería nº 14, decía yo en una de mis “Cartas
desde la Purísima”: “Era el 3.09.1921 cuando, cercano a la
posición de Zeluán, en la evacuación, una vez que nos habíamos
rendido, y entregado las armas como, desgraciadamente, ocurrió en
Monte Arruit, los moros de Abdelkrím, cobardemente nos fusilaron a
mansalva, pegándole fuego a todo el poblado, quedando la enfermería
reducida a cenizas, con los enfermos en su interior. Mi cadáver,
como los del Sargento, Miguel Rivero, el del Cabo de Ametralladoras,
Emiliano Pajuelo, y el de mi entrañable amigo y compañero de
fatigas, siempre voluntario, Tesifonte Expósito, entre decenas de
ellos, quedamos esparcidos por los alrededores de la posición, y
dados como desaparecidos”.
Y
ahora, si me lo permiten, hilvanando estos hechos de ensañamiento,
maldad y cobardía, que los rebeldes rifeños, tuvieron con nuestros
soldados, en su rendición, analicemos el paralelismo que hubo entre
ellos, y el personal de nuestra Armada en aquéllos días:
Cuando el acorazado
Cataluña, desde la ensenada
de los Álamos, cooperaba
en la defensa de Tiguisatz, (“La Marina de Guerra”. Madrid.
31.03.1928); se puede
leer, que el
bombardeo realizado por este buque
a
los poblados de la costa: “...Dió ocasión
a que un médico de la Armada se comportara heroicamente, cumpliendo
cuánto de apostolado tiene la carrera. Los rifeños muertos y
heridos
no fueron recogidos del campo. Desde los barcos españoles veíase
perfectamente que muchos de los que
fueron abandonados, aún
estaban con vida, tratando de incorporarse y alejarse de la playa con
dificultad. Grande era el número de moros heridos, y el espectáculo,
desconsolador para cuántos lo presenciaban. Entonces el Médico
Segundo, D. Pedro González Rodríguez, del cañonero Álvaro
de Bazán,
(fiel a su juramento hipocrático),
se
presentó a su comandante demandando autorización para ir a tierra y
asistir a aquellos enemigos, ya vencidos y abandonados por los suyos;
y en una lancha, acompañado de dos sanitarios, uno de los cuáles
llevaba el botiquín, y
el
otro una bandera blanca izada en un palo, se dirigió a tierra, y en
ella permanecieron
curando
a cuántos rifeños había allí heridos, prodigándoles el
auxilio
de la ciencia y el consuelo de acto tan generoso y tan noble. Al
poner pie en la playa sonaron algunos disparos, sin duda, porque
temieran los indígenas que era otro el propósito de aquéllos
intrépidos españoles; pero pronto cesaron de ser hostilizados
nuestros marinos, y tras de varias horas que emplearon en realizar su
sublime misión, pudieron regresar a bordo sin novedad alguna y con
satisfacción de haber procedido como hombres altamente
humanitarios”.
Yo
creo que episodios tan ejemplares deben ser comentados para los
historiadores. Y para los amantes, y aficionados de nuestra Historia,
saber también que en Melilla prestaron servicios los remolcadores
Gaditano, Ferrolano, Cartagenero y Galicia,
haciendo convoyes a
distintas posiciones, hasta que entrado el año 1922 se les ordenó
se reintegraran a sus departamentos marítimos. La
donación de 5.000 ptas. de la Sociedad Pesquera Malagueña, a los
marineros
del
cañonero Laya y
lanchas
gasolineras, que actuaron en Mar Chica, fué un patriótico proceder
que los empleados y obreros de aquella entidad, repetían por
segunda, vez con destino a las fuerzas de la Armada que combatían en
Marruecos. El comentario en “La Marina de Guerra” dice: “...En
relación a este hecho conviene siempre recordar, que los moros de
Abdelkrím, como vencedores, fueron las brutales bestias, que se
engendraron como las tempestades humanas: excesos, robando y
asesinando, después de su rendición a nuestros soldados desarmados,
gloriosos soldados, jóvenes sublimes y admirables hijos queridos de
la Patria”.
Y
yo, que soy un tanto crédulo, en mi supina ignorancia, me pregunto
si existió correspondencia, semejanza o paralelismo, entre ambos
hechos.
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