EN
MELILLA SIEMPRE HAN EXISTIDO BANDAS DE MÚSICA (Publicado
31.12.2018)
El
día 2.02.2002, este periódico me publicaba un artículo sobre el
antiguo mercado de la C/ Margallo, en el que decía que ese vetusto
edificio lo “debían adecentar” y convertirlo en un teatro, o en
una sala de conciertos; pero lo que mejor le cuadraba a la ciudad era
un conservatorio, y fíjense, que ahí lo tenemos, con mi sana
envidia de que en mi niñez no tuvimos la oportunidad de haber
aprendido, en salas adecuadas, ese arte tan sublime como es la
música, y no en un maloliente bajo de un viejo edificio de la
antigua C/ Medina Sidonia, en el Mantelete.
Aunque
no sé la fecha de la llegada a Melilla del señor Lasheras, director
de la actual banda de música, que refiere que cuando vino: “...no
había banda, ni orquesta, ni nada”. Debo decirle que en la ciudad,
desde hace más de un siglo, siempre han existido tres bandas de
música, una rondalla, y un coro: la Banda del Rgto. Infantería
Melilla 52; la Municipal, compuesta por músicos civiles, y algunos
pertenecientes a esa banda militar; y la infantil de la OJE, con su
bandita de cornetas y tambores incluida, dirigida por D. Julio
Moreno, que también enseñó solfeo a varios cientos de chaveas de
todas las clases sociales. Recuerdo que D. Julio llegaba a un colegio
y, dirigiéndose a una clase, preguntaba quién deseaba aprender
solfeo; y allá que se presentaban unos cuantos, que con su
paciencia, y sin cobrar un duro, aprendimos solfeo con los métodos
“Eslava” y el “Progreso Musical”, incluso nos proporcionaba
los cuadernos e instrumentos, cosa que yo tuve la suerte de poseer un
trombón de varas de 2ª mano, que por 200 ptas, me compró mi madre,
en 1955. También dirigía una rondalla, compuesta de niños, niñas
y algún “zagalón de pantalón largo”.
Sobre
este gran hombre,
no me cansaré, aunque no
me hagan ni puto caso, de
reivindicar a la Consejería de Cultura, o
al
mismísimo
sursum
corda, una
calle que lleve su nombre, y si es la que en la actualidad está
Napoleón, tanto mejor; porque alguien se pregunta, como yo
lo hago a menudo: ¿Qué
carajo hizo Napoleón por
Melilla para que
su nombre esté en un
altozano, dominando la ciudad?. Nadie
se lo explica, y creo que ni el mismo Presidente Imbroda, ni
tampoco nadie
con “dos dedos de frente”.
Deben
saber que D. Julio compuso la música del “Himno
de la Compañía de Mar de Melilla”, con
compás de 2x4, cuya
letra, si no recuerdo mal era: “Compañía de Mar de Melilla,
Compañía de Tierra y de Mar, fuerza leal y sencilla que cuando
mandan sabemos cumplir...”. También
la
heroica música
del “Himno de Alcántara nº 10”, “Los Gozos a Ntra. Sra. de la
Victoria”; y
un concierto dedicado al parque más bello de España: “Aromas del
Parque Hernández”.
Toda
esa música en honor a nuestra ciudad, fue compuesta y dirigida por
el
más
altruista, desinteresado, generoso, y buena persona que podía
haber, como fue D. Julio Moreno Rodríguez. D. Julio, al niño
que
tenía posibilidades de tocar determinado instrumento se lo acoplaba,
de tal manera que el chavea podía medirse con cualquier músico de
la
“Banda del 52”,
o de la Municipal, como
por
ejemplo, lo
demostró Paco Roldán (q.e.p.d.) con su tuba.
El coro de voces con su correspondiente rondalla, solía actuar en
Navidad en centros oficiales y colegios. Recuerdo cuando
despertábamos a las familias de los guardias civiles con la diana
floreada, resonando en los patios, del antiguo cuartel del Mantelete
todos los 12 de Octubre, como
en
el Salón de
Actos, de
los antiguos sindicatos C.N.S, que muchos guasones decían: “Comemos
Nosotros Solos”.
Yo
pienso que la arquitectura de la educación, en la vida de un niño,
deben proyectarla los padres, y los maestros retocarla con la
formación. A
muchos niños de Melilla, D. Julio nos
retocó la formación musical, de
tal manera, que aún no se nos ha caído la pátina, ni el amor por
ese arte.
Sí,
ya sé que eso es soñar con un imposible, porque si aún no han
retirado el vergonzoso letrero de Napoleón de una de nuestras
calles, cómo van a colocar a D. Julio Moreno en su lugar; si solo
este altruista enseñante, lo conocimos varias generaciones de niños
melillenses de los cincuenta; deleitándonos con su sapiencia y
conciertos, formándonos como músicos, porque éramos eso: solo
unos niños que teníamos la ilusión por la música. Pero claro, si
hubiese sido un señor
del
transporte, muy
conocido
en la ciudad, que
ganó sus buenas pesetas con su empresa,
o un seudo-licenciado-comentarista con alharacas, por supuesto que ya
tendría su calle.
En
fin si algún político municipal encargado de estos temas tiene a
bien proponerlo en los plenos para que se aprobase, más de un
melillense agradecido sonreiría con nostalgia recordando aquélla
banda infantil que ensayaba en el Mantelete, y nos deleitaba cada
domingo en el templete del Parque Hernández, simultaneándose con la
municipal, allá por los 40-50 y 60 del siglo pasado.
Como
anécdota histórica, recuerdo que una tarde de verano, sentado a la
puerta del local donde ensayábamos, y mirando el cuadro de Wagner,
junto al de Mendelsson, de los que colgaban en la pared, nos explicó,
que ambos fueron grandes músicos, pero que el autor de Tannhaüser,
era un antisemita visceral que odiaba a los judios, llegando al
extremo de ponerse guantes cada vez que dirigía una obra de Félix
Mendelsson, porque “le asqueaba dirigir música compuesta por un
judío”.
Y
para finalizar, felicito al señor Lasheras, por su buen hacer, al
dirigir la Banda de Música de la Ciudad, pero también, como ya
digo, recordarle que en nuestra ciudad desde hace más de un siglo,
han existido: bandas de música, orquestas sinfónicas, rondallas y
coros, como infinidad de obras teatrales que se representaban en la
Península, actuando en los distintos cines-teatros como el
Alcántara, el Reina Victoria, Kursaal (Nacional), Monumental,
Perelló, Alhambra, Real, Goya y Victoria. Y si se me ha quedado
alguno entre las teclas, que lo agregue quien sea.
Señor
Lasheras: reciba un cordialísimo saludo.
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