18 abril 2006

A José Luis Blasco

A JOSÉ LUÍS BLASCO

Cuando hablas con José Luís de Melilla, es como si abrieras un libro de Historia de la Ciudad por cualquier página y te empaparas de datos, de hechos y de todo lo que tú deseas saber; pero si es de “iglesias, santos, vírgenes y beatas” de la Ciudad, Islas y Peñones se convierte en una verdadera enciclopedia.  Su memoria es descomunal, y siempre me pregunto: ¿cómo es posible que los responsables de la “Cosa” no aprovechen esa sabiduría tan innata, y sus “amigos” pasen de él?.  El que lo conoce sabe que por su humildad no desea gloria alguna, pero en Melilla, como leí hace poco, no andamos sobrados de personas como José Luís Blasco.  La Ciudad y la altura en que él y algunos como él la han colocado, a fuerza de aportes bibliográficos (varios miles durante su etapa como presidente de la Asociación de Estudios Melillenses), y también de su cordura, no se puede ir por el sumidero de su Historia.  Como José Luís no tiene vocación de alfombra  como muchos que se rebajan a cualquier precio, con respecto a Melilla y los melillenses, piensa, como decía el poeta: “lo mío es tuyo, hasta los sueños”, porque bastantes sueños y horas de trabajo sin remuneración alguna le robaron sus desvelos por la AEM.   Yo le hago el símil de lo que a María Callas le ocurrió en La  Scala de Milán mientras cantaba “Medea”.  Aquél día su voz no estaba a la altura de las circunstancias, y el público empezó a sisear sin que ella le hiciera caso hasta que llegó el punto del texto donde denuncia a Jasón (cantado por John Vickens) llamándolo: “¡Cruel!”. Después del primer ”¡Cruel!”, ella se detiene y le lanza al público el segundo ”¡Cruel!”.  Hace una pausa de nuevo, y canta: “Ho dato tutto a te” (“Te he dado todo”), muestra el puño a la galería y la ovación que recibió fue apoteósica.  Como yo no soy José Luís Blasco ni mucho menos la Callas, en vez de el puño con el “¡Cruel!” de “Medea”, sin importarme un cascabel genético, lo que les haría a todos los desagradecidos es un gran corte de mangas con el dedo corazón como único saliente de los cinco.  Así que desde éstas líneas, aunque por tu humildad no te agrade mucho salir en los papeles, te deseo lo mejor para ti y tu padre.  Que seas feliz, amigo.

                              Juan J. Aranda
                              Málaga abril de 2006

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