13 marzo 2006

Poemas


Luminosa y cristalina la mañana
extiende sobre el pensil
el sosiego y la calma
de su cielo azul.
Jubiloso siempre en primavera
Jardín de leyendas de amores
y de ardientes versos escritos
en  recoletos bancos escondidos.
Sus estatuas blancas sonríen grises
cuando los pájaros las defecan sin piedad.
Cuando el sol a través de sus ramas
les lanza sus rayos son
como verdes caprichos geométricos
en sus pinos y palmeras dibujados
Serenidad en las aguas de su estanque
e inquietud en los surtidores
que lo saludad desde lo alto.
El embrujo de la hora
parece música de un cuadro
donde se ve una ciudad de abanico:
Melilla.

A los escribidores y lectores de los parques melillenses.












Como de soslayo la neblina
desciende desvaída y lenta a
la débil claridad mortecina
de la luna que ilumina
el sagrado jardín soñoliento.
Pensil silencioso donde los héroes
duermen en su eterno descanso.
Y sin ilusión alguna la boira,
entre la paz del silencio,
va deshojando una a una,
las flores del camposanto
al resplandor de la luna.

Una mirada a la Concepción de un atardecer desde el cerro de Ataque Seco.


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