27 febrero 2006

Poema



Hubo un hombre
que cuando las flores
del Lobera parecía que dormían
al sentir sus pisadas vacilantes
el jardín se estremecía
escondiendo en la tierra
sus lágrimas de agua.
El pénsil triste y solitario,
oía, igual que los niños,
la carcajada violenta
de aquél vesánico orate.



Hubo un hombre que no le importaba pisotear los jardines del Lobera.   (año 1969)

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