16 mayo 2006

Sobre el reparto de correo en la Cañada de Hidum

SOBRE EL REPARTO DEL CORREO EN LA CAÑADA DE HIDUM
     Con relación a lo que dice Mohatar (CpM) que Correos “se niega” entregar las cartas a los vecinos de la Cañada de Hidúm (antigua Cañada de la Muerte), “entregando éstas en una tienda para que las recojan, violando de ese modo su derecho a la intimidad”.  El Diccionario define una carta como un objeto cerrado cuyo contenido no se puede ver, en este caso leer. Yo, si me lo permiten, tengo que manifestar que en muchos pueblos de la Península, e incluso en barriadas periféricas de ciudades, la correspondencia es depositada en tiendas, bares y cortijadas, entre otros lugares. También a finales de la década de los setenta, y a propuesta de un cartero de Málaga, se instalaron en toda España unas casetas de buzones en sectores del campo para las viviendas diseminadas donde cada vecino, poseedor de un buzón, tiene una llave de la caseta, que abriendo su puerta y el buzón como en un portal de una comunidad de vecino se tratara, solo tiene que recoger su correspondencia. Recuerdo que en una barriada malagueña, por entonces conflictiva, los funcionarios que cada mes entregaban el dinero de los giros postales de las pagas no contributivas en esa barriada, iban acompañados de dos policías nacionales; uno de éstos se quedaba en el portal y el otro acompañaba al cartero a la vivienda donde se efectuaba el pago.  Esto es anecdótico pero creo que si el cartero de la Cañada de Hidúm “se niega” repartir el correo por esas calles sus poderosas razones “¿de seguridad?” tendrá. Ante ello creo que el señor Mohatar debiera hacerse una pequeña reflexión y luego preguntar a algunos vecinos de esa barriada si los funcionarios de Correos alguna vez han sido molestados, si los conductores de la COA han sido apedreados. Cosas que te joden mucho cuando vas haciendo tu labor y te encuentras a unos energúmenos impidiéndotelo.  Si un cartero descartando, claro está, la inseguridad de gente indeseable que le impide llevar a cabo su servicio, o porque ve imposible la entrega de la correspondencia en las calles, o callejones vericuetos, por la falta de rotulación de nombres o números, y hace el “favor” de dejar la correspondencia en una tienda donde sabe que el dueño es de confianza y éste las entregará a los destinatarios, pienso que hace el bien solo a medias; porque otro lo que haría es depositar toda la correspondencia de esas calles en el departamento de “Lista”, previa comunicación a su respectivo jefe. Cuando los vecinos tuvieran que bajar a las oficinas centrales a recoger su correspondencia diaria, creo que reflexionarían sobre la motivación de ese “irregular”? servicio postal.  A favor del Servicio de Correos tengo que decir que cuando lleva a cabo un servicio como el que Mohatar dice en su queja, sus poderosas razones tendrá.  Desde estas líneas animo al compañero que hace su reparto por esa barriada, diciéndole que él es solo un eslabón de la cadena.  Y ya que estamos metidos en calles sin nombres me permito recomendarle a las autoridades competentes que vean en un pleno si pueden bautizar una de ellas con el nombre de un señor, don Julio Moreno Rodríguez, que enseñó música a varias generaciones de niños melillenses –yo entre ellos-.   Ya sé que esto siempre ha caído en saco roto, y no me han hecho ni caso, pero, bueno, ahí está mi “propuesta”.

                                        Juan J. Aranda
                                        Málaga mayo 2006  

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