26 agosto 2006

Varas de medir

VARAS DE MEDIR

Una “Vara de medir” según nuestro Diccionario, simplemente quiere decir: “Barra de metal o de madera que sirve para medir”. Decir que alguien ha usado distintas varas de medir cuando se refiere a los hechos de otras personas, mi opinión es que está mal definido. Todas las varas reflejan lo mismo que se desea medir, ya sean yardas, metros, pies, o lo que sea. Dicho esto, si Rajoy el 23 de abril del año 2002, cuando era vicepresidente del Gobierno de Aznar acusaba a “grupos organizados” la quema de los montes gallegos, y ahora esas mismas, o similares palabras, las pronuncian los que gobiernan, Rajoy, hipotéticamente hablando, vamos a decir que las pronunció en leguas, siendo la medida de cada una de éstas de: 5.572´7 metros, y los que están ahora en el poder dicen que son 5 kilómetros, 572 metros y 70 centímetros. O sea que miden lo mismo, y por lo tanto de distintas varas de medir, nada de nada. Si el presidente del PP anunció en rueda de prensa que las Fuerzas de Seguridad del Estado se encargarían de perseguir a esos “grupos organizados”, los actuales en el poder también los han perseguido, los han detenido y los han ingresado en prisión; así que para qué decir que son distintas varas de medir cuando son las mismas en realidad. Ahora que si cuando el “Prestige” algún responsable estaba de caza y pesca y no dimitió porque no le salió de sus adentros, cómo es posible que ahora el PP le diga a la ministra Narbona que dimita. Tampoco se va el responsable del Metro de Valencia, y para qué. De verdad que es un “lío liao”, o empanada mental con lo que nos tienen acostumbrados todo el que se sienta, muy apoltronado él, o ella, en un sillón con respaldo y de cinco patas con ruedas. A pesar de que no me van a hacer ni prostituto caso, yo digo: porqué no aportan cada uno sus sapiencias, que deben ser muchas, por lo leídos que son; se olvidan de lo que puedan recoger en la siega de las urnas los próximos comicios; también de lo que entre todos les pagamos, que debe ser un pastón; se toman un purgantito liviano, para que sus tripas las tengan limpias, sin retortijón alguno, cuando vayan a las reuniones y no discutan entre ellos. Porque no me digan que en uno de esos cónclaves, recién papeado y haber dado buena cuenta de un mostagán de antigua cosecha, que se te suba un flato traidor sin poder expulsarlo por el ojo que no tiene niña, de verdad que debe ser muy traumático. Yo pienso que todo el mundo debe tener buen rollo y que arreglen las cosas como decían que íban a hacer en los mítines electorales, cuando te vendían un “Vega Sicilia” del 70, por un vinagre de sobrantes de garrafón tabernario. Si, ya sé que esto es como predicar en un desierto, o ponerse a barrerlo. ¡Ah!, ya se me olvidaba. Al Templario le recomiendo, si no lo ha hecho, la lectura del nº 1 de “Cuadernos de Historia de Melilla”, editado por la Asociación de Estudios Melillenses en enero de 1988 y se fije en las páginas 162 a la 172, en las que Francisco Saro Gandarilla y León Levy Vendahan hacen una breve historia del antiguo Hospital de la Cruz Roja (antigua escuela pública). Este cuaderno tiene solamente 172 páginas llenas de Historia de nuestra ciudad. Creo que en la A.E.M. debe existir un ejemplar.
Juan J. Aranda

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