MARÍA DE MORA, CALIXTO GIL, GRUMETE DEL CHAMBEQUÍN “ANDALUZ” Y NAPOLEÓN
En varias de las 100
“Cartas desde la Purísima”, que este periódico me publicó hace
varios años, donde yo relataba las “vivencias” de los distintos
soldados, uno de Infantería “decía”: “Me llamo Vicente
Falomir Chiva, y soy soldado del Rgto. Infantería Melilla nº 59.
Nací en un pueblecito de Castellón, llamado, Borriol, y les escribo
desde el Panteón de Margallo, junto a Francisco Calabuig. Ambos
solemos hablar con María de Mora, una señora que murió en la
mañana del día 7.01.1775, al intentar
ayudar a un soldado, junto a las murallas de la Batería Real.
También vemos a menudo un
niño que siempre anda correteando por los alrededores de estas
tumbas. Nos dice que ese niño, con apenas 14 años lo mataron el
13.03.1775, de un disparo traicionero, en el Torreón de San Juan,
dos meses después que a ella. Nos comenta que el chavalillo, se
llamaba Calixto Gil, grumete del chambequín de la Plaza, “Andaluz”,
el barco que trajo al Mariscal Sherlok para ponerse al mando de la
defensa de la ciudad.
Otro
Héroe decía: “Soy
Antonio Muñoz León, 2º Tte. del Rgto. Llerena 11, y les estoy
escribiendo desde el Panteón de Margallo. Nací en Sevilla, el
31.06.1890. Los moros me hirieron, en Sidi Musa, el 27.07.1909, y
fallecí en el Hospital de Sangre, de la Florentina. Desde el Panteón
de Aviación, jugando con otros niños muertos, hijos de civiles,
observo a Calixto Gil, el grumete del “Andaluz”, que nos grita
diciéndonos que él también les envía besos, y muy particularmente
a una señora, asidua lectora de estas “cartas”, que se emocionó
al leer su nombre cuando correteaba, jugando, por estos silenciosos
patios. Así que, con todo el cariño, y la sonrisa de Calixto,
recíbanlo, junto a los nuestros”.
Y ahora mi humilde
reflexión: Creo que sería muy benemérito, y plausible, por parte
de las autoridades, tanto civiles, como militares, que se les
rindieran unos sencillos honores a los 90 españoles: 88 soldados y
desterrados, a María de Mora, la que yo “bautizo” como la
“Agustina de Aragón Melillense”, y al niño, el grumete, Calixto
Gil, que cayeron en su defensa, durante aquéllos 100 días. Yo,
mediante estos escritos, como en las “Cartas”, iré nombrando a
algunos de aquéllos defensores, como los que figuran en las
relaciones de caídos en defensa por nuestra ciudad, durante más de
cinco siglos. Esa es mi modesta forma de rendir los honores que
todos ellos se merecen, y estén en las páginas gloriosas de nuestra
Patria.
De momento ahí tienen
dos nombres, muy significativos: el de la señora María de Mora, que
murió, bajo un bombardeo, que nuestros soldados llamaban: “El
Rosario de Mahoma”, cuando prestaba auxilio a un soldado; y el del
niño Calixto Gil. Esas personas, aunque durante más de dos siglos
han sido anónimas, como cientos de Héroes y Mártires, creo que por
sus acciones gloriosas en defensa de la ciudad, se merecen que sus
nombres figuren en nuestras calles, y no de algunos mindundis, que
solo tuvieron la suerte de haber nacido aquí, y otros, ni eso.
Antiguamente, se reunían
los llamados, “Hidalgos e Infanzones”, que era la nobleza sin
titulo, en cuyo sello
constaba el lema: “Pro
libertate patria gens libera state”.
Que quiere decir:
“De
pie la gente libre a favor de la libertad de la patria”.
En
la actualidad, esa gente, son los Consejeros, Directores, Asesores,
los Vices de todos ellos, y demás fauna política que, gracias a sus
orondos culos, tienen sus poltronas calentitas. Y según dicen,
algunos cobran más que el Jefe de todos ellos, que manda huevos,
¡eh!. Y todo ese jurdó, como saben, sale proporcionalmente de la
“Tarta” que “Montogooo”, reparte cada año entre todos
nosotros, inocentes españolitos. Por ejemplo: Si un Consejero cobra
cada mes unos 4.200 eurazos, -menuda paga, ¡eh!-, la carga impuesta
que lleva su cargo, es la “mojarse” y atender las humildes
peticiones, que uno de esos españolitos le hace por medio de estas
páginas: ¡Qué menos!. Sobre lo que cobra el nuevo Director General
de Cultura, créanme que no lo sé, pero pienso que él también debe
tirarse al albero, junto a la Consejera y ambos, al alimón, y aunque
no corten oreja, al menos que peguen unos capotazos culturales, que
buena falta hace en nuestras calles.
Repito lo que decía en
mi anterior escrito: Que los Protectores del Patrimonio, descuelguen
sus metopas con sus honoríficos nombramientos, de ojana, y se reúnan
con éste Director y con la Consejera de lo “Mismo”, y procuren
“descabalgar” a Napoleón de su placa en la Falda de Camellos.
Y si al “Niño del
Calderito”, alguien lo tiene condenado al bello, y amistoso
ostracismo cachondón; yo, desde estas humildes líneas, le animo a
que coja de una vez la pluma, les endiñe un “calderazo” a todos
los envidiosos “mascabrevas”, y nos deleite con su sapiencia en
la Historia de nuestra ciudad.
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