DEDICATORIA LOS ESCRITORES CHIRLES QUE CARECEN DE BUEN HUMOR
Hace tiempo tomé la
decisión, y creo que no es mala idea, de que en las réplicas y
contrarréplicas, que pueda hacerle a cualquier camaleón-mascabrevas,
para que el hombre se encuentre en su salsa, todas deben ser
escatológicas, pero sin mandarlo a la mierda, ya que si lo hago, me
castigan de rodillas, y de cara a la pared. Lo digo porque no vale la
pena andar rebuscando datos y más datos en mis archivos con
aquéllo del “y tú más”, dolorosos todos ellos, para que al
final, el andova, no se dé por enterado. El poeta argentino Juan
Gelman dijo: “... Ahora no están los dictadores, pero han quedado
los organizadores del olvido”. Esta frase del gran poeta, que no
chirle como el de un “camaleón” conocido, se refería a las
trabas que le pusieron cuando buscaba a su nieto recién nacido, hijo
de su hijo, desaparecido durante la dictadura en Argentina, que muy
bien pudiéramos compararlo con el gobierno del PP aquí en España,
respecto al incumplimiento (sic) de la Ley de la Memoria Histórica.
Así que, si no les importa, aquí llevan ustedes la primera
dedicatoria:
José
Luís Cuerda, director de cine, dice que el recto, situado en las
proximidades del ano, sabe si lo que soporta es sólido, líquido o
gaseoso. Por lo que cabría preguntarse si no es más sabio el culo
de todos que el pensamiento de muchos. También San Agustín, o San
Agustín de Hipona o si lo prefieren en latín: Aurelius Augustinus
Hipponensis, decía: “Hay hombres que sueltan tantos pedos sin
hedor y a su arbitrio, que parecen que cantan también por aquélla
boca”. Para estas “cosas”, mi amigo D. Ricardo Redoli, tiene un
chiste, que él convirtió en “chisneto” (soneto) que encaja
perfectamente al tema, titulado: “DE UNO QUE TENÍA EL MUELLE
FLOJO”, y dice así:
“Colegas
de una misma profesión
quisieron celebrar su
aniversario
preparando un banquete
extraordinario
y festejar, con ello,
a su Patrón.
Consignando la lista
pertinente
surgió el nombre,
entre otros, de un contable,
cofrade de recuerdo
memorable,
por tener muelle flojo
y maloliente.
A pesar de que algunos
se opusieron
-entre ellos el dueño
de la villa
donde habría de darse
la velada-,
al final, un antiguo
camarada
convenció al personal
y decidieron
invitar a la fiesta al
“barriguilla”.
Y acudieron de todos
los rincones
antiguos compañeros
al evento.
No habría que decir
que el “elemento”
era el centro de las
murmuraciones.
Comenzada la cena, el
mencionado,
dio muestras de
sudores repentinos:
un pasmo le corrió
los intestinos
y el dueño de la
casa, mosqueado,
le preguntó al
“flojillo” por su brete.
``No es nada; ha sido
un flato de un momento.
me encuentro
superbién, siga el convite´´.
Pero al cabo de un
rato, un nuevo envite
levantó al
“barriguilla” de su asiento
llevándole de prisa
hasta el retrete.
Ante el cuarto de baño
alicatado,
con espejos dorados y
fanales
(a juego con vidrieras
de cristales),
el hombre se contuvo
anonadado.
Más, la cosa tenía
poca espera;
y acuciado por la
necesidad,
descubrió, como por
casualidad
en un holgado tiesto,
una palmera.
Retiró como pudo el
cepellón
y haciendo una letrina
del cacharro
llenó con los
desechos medio tarro.
Luego puso la planta
en posición
dejando bajo tierra,
tapadito,
el apestoso “cuerpo
del delito”.
Terminada la gran
celebración
-que por cierto fue un
éxito total-,
el dueño dijo adiós
al personal,
más, “algo” le
quedó de la reunión.
Al cabo de algún
tiempo el celebrante,
envió un telegrama al
encartado
cuyo texto, alarmante
y angustiado,
era el ruego de un
hombre suplicante.
Helo aquí el
contenido de aquél texto:
“Sabemos que
cagaste. Dinos donde.
No pedimos razones ni
pretextos,
pero di, por favor,
dónde se esconde
la mierda que dejaste.
¿Dónde está?,
nos mudamos y el
peste, no se va”.
No
sé quién dijo que el pedo es el rey del agradecimiento, que jamás
ofende ni un ápice a quien lo deja libre y desembarazado; y no
contento con esto, su gratitud y equidad le libran cual otro Apolo
salutífero, de los malditos retortijones y tumultos intestinales que
siempre conspiran para su vergüenza y ruina.
Yo, con todos los respetos, deseo que tome buena nota todo ínclito
escritor, como cualquier poeta chirle, para que lo archiven en el
rincón más recóndito de sus escatológicas y preclaras mentes.
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