23 mayo 2006

Añoranzas del castellano retrete

AÑORANZAS DEL CASTELLANO RETRETE
     “W.C.  No es lo mismo en Inglaterra que en la Costa”.  Este título lo da Mateo Gallego y Francisco Lancha en : “Málaga en la Leyenda”, de Editorial Arguval, y creo que merece la pena que reproduzcamos un pasaje que viene a cuento por las dislocaciones que el idioma de Cervantes padece en todo el país con letreros y títulos de canciones en inglés, que muchas personas sentimos como si nos avasallaran, dándole patadas a nuestra Real Academia con toda la ignominia e ignorancia supina, eso si, cursilona a más no poder.  Dice que Jorgito, el Inglés, en los años cuarenta, cuando terminó la II Guerra Mundial abrió una hospedería en lo que hoy es el Castillo de Santa Clara, en Torremolinos.  En Málaga muchas familias, debido al auge turístico deciden enviar a sus hijos a Inglaterra para aprender el idioma.  Cuentan que unos padres viajaron al sur de ese país para conocer el sitio donde iba a residir su hijo.  Al regreso se dieron cuenta que no habían visto los aseos de la vivienda, es decir, nuestro retrete, que en inglés es “Lavatory”, que nosotros como una cursilada llamamos “W.C.”, que traducido quiere decir: “Agua Residual”.  Muy preocupados pidieron informes que recibieron a vuelta de correo. Resulta que lo que “W.C.” significa para nosotros no es lo mismo para los británicos, que lo entienden como “White Church” o “Iglesia Blanca”, esto es, Templo Anglicano.  La respuesta del inglés fue la siguiente: “Estimado señor: tengo el gusto de informarle que el lugar a que hace referencia se encuentra a doce kilómetros de la casa, lo cual hace que resulte algo alejado, sobre todo si se tiene la costumbre de ir con frecuencia.  Algunas personas se llevan la comida y permanecen allí todo el día.  Algunos van a pié y otros en tranvía, por lo que siempre llegan en el momento preciso.  Hay lugar para doscientas personas sentadas y otras cien de pié.  Los asientos están forrados de terciopelo rojo. No hay que preocuparse por los olores que despiden tantas personas ya que el aire corre por los grandes ventanales de la sierra cercana. Lo que si se recomienda es llegar temprano para encontrar sitio.  Los niños se sientan juntos y cantan a coro.  Cuando se acaban los papeles, los que no tienen, usan el de la persona de al lado.  Al final se recogen los papeles para que sirvan para toda la temporada.  Hay fotógrafos especializados y éstas fotos se publican en el diario de la ciudad para dar a conocer este admirable servicio.  Suyo afectísimo.”   ¿No creen ustedes que debiera de haber una ley que obliguen a que en todos los lugares públicos figuren en los sitios donde se defeca y se orina sea llamado con su verdadero nombre: Retrete.  En las antiguas estaciones y apeaderos de Renfe podíamos ver esos legendarios letreros. Y ya que estamos escatológicamente hablando, os diré un poema que Alfonso Sastre escribió en la Prisión de Alcalá de Henares, cuando estuvo encerrado por cuestiones políticas, dedicado al retrete: “Tú, desnudo retrete, retreteas/ la poca habitación en la que ahora habito./ Por más que me separo no te evito/ y si yo en ti me cago, tú me meas/.”  Espero haber hecho mover los músculos de la cara con vuestra sonrisa.
     Reciban un cordial saludo.

                                        Juan J. Aranda
                                        Málaga mayo de 2006

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