30 mayo 2006

Civismo y buenas costumbres

CIVISMO Y BUENAS COSTUMBRES
En “Los Melillenses nos dicen” del domingo 21 de mayo leo que un invidente pidió a alguien que le indicara por donde debía cruzar una calle para no pisar una mierda de perro.  Que una persona ciega en vez de pedir que se le ayude a cruzar una calle, porque puedan atropellarlo los vehículos, lo haga porque sabe que la acera está llena de excrementos de perros, de verdad que es inaudito. Yo sentí vergüenza ajena. El mismo ciudadano pide la concienciación a los dueños de los perros que recojan los excrementos que éstos sueltan en la vía pública.  En el diario “20 Minutos”, del lunes 22 de mayo, uno de los que en Málaga reparten gratuitamente por las esquinas, se puede leer: “Los actos incívicos se pagan: 150 euros por tirar la colilla al suelo, y otros tantos por sacudir el mantel por la ventana (migas de pan) o tirar cáscaras de pipas a la calle. Por este motivo un ciudadano de Churriana fue multado con 100 euros.  La sanción más grave que establece la ordenanza es de 3000 euros”.  Yo ignoro las ordenanzas que la Ciudad tiene  a este respecto, que imagino serán similares, pero si le digo que la fotografía que ilustra la queja, donde se ve a nivel del suelo de una acera un voluminoso excremento perruno, parecido a un gran mojón de cualquier equino, adornando las baldosas en todo su “esplendor y magnificencia”, queda dicho que el dueño de ese animal lo es tanto como el que la cagó, o sea, un ciudadano que ha dejado de comportarse como una persona educada, del que alguien diría que es un/a guarro/a, no el perro, claro está. Y aquí no vale leer a Quevedo en sus “Gracias y Desgracias del Ojo del Culo”, donde dice: “ (…), que es más necesario el ojo del culo que los de la cara, por cuanto uno sin ojos en ella puede vivir, pero sin el ojo del culo ni pasar ni vivir”; porque de lo que se trata es de una persona, por llamarle de alguna forma, que deja a su mascota defecar en la acera y no recoger su fulañí, que es la vía por donde las personas andamos, paseamos; por donde los niños corretean y juegan, y por donde el invidente se siente seguro con su bastón guía. El ciudadano de la queja pide concienciación a algunos dueños de perros para que éstos recojan lo que sus mascotas sueltan en las calles.  Yo, si me lo permiten, en vez de concienciación pediría a las autoridades que impongan a esos dueños maleducados y faltos de civismo multas que sirvieran de ejemplo para los demás.  Las cadenas para llevarlos por la calle a una cuarta de distancia de sus piernas; los bozales para que no puedan morder ni lamer a las personas que sienten repugnancia de sus babas, y las bolsas de plástico que sirven para recoger sus mierdas, son los utensilios que cualquier amante de los canes debiera llevar consigo cada vez que sale a la calle con su perro a pasear.  Si no se lleva consigo estos básicos utensilios es faltarle el respeto a los demás ciudadanos, ya que cuando el perro anda y corretea a su libre albedrío, no sirve lo de: “No se preocupe, que no hace nada”, cuando con solo el gruñido de un pastor alemán a alguno, todo acojonado, se le suelta el vientre de golpe; y aún más si te ladran a un metro de distancia.  Civismo y concienciación, si señor, pero también que tengan que rascarse el bolsillo por su mala educación y poco civismo hacia sus semejantes.


                                   Juan J. Aranda
                                   Málaga mayo de 2006

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