21 noviembre 2006

El trinchero de mi abuela

EL TRINCHERO DE MI ABUELA
Desde hace mucho tiempo siento una gran curiosidad de preguntarle al responsable de la decoración del Palacio de la Asamblea sobre una sala donde existe un trinchero y un gran espejo, que más bien parece el de una casa normal y corriente, donde solo le faltan las fotografías familiares del matrimonio de los abuelos, del hijo que hizo la mili en San Fernando y unos cuantos cacharritos de las tiendas de los indios, que tu madre odia (a los cacharritos) porque a cada instante hay que limpiarles el polvo; claro que en este caso, en el trinchero en cuestión, estarían las de políticos de renombre saludando al Presidente o la entrega de alguna placa conmemorativa, por ejemplo. En mi casa había uno, pero era más pequeño; donde va a parar, con una radio de la marca Invicta encima, que yo siempre intentaba, y nunca lo conseguí, escuchar La Pirenaica, porque decían que puteaban a Franco, y lo que oía eran las reprimendas de mi abuela y EAJ21 Radio Melilla, o “Escalera de Color” en el salón de la Casa Sindical. Yo me imagino en esa sala a una familia bien avenida sentada a la gran mesa de debate tratando temas de importancia de la ciudad, donde los de derecha se sientan a la izquierda y los de izquierda lo hacen a la derecha; al menos eso es lo que me parece observar en la fotografía que tengo ante mi. Estoy seguro que en esas reuniones, por las sonrisas que se observan entre ellos, los allí reunidos se llevan a las mil maravillas. A la señora Garbín, aunque aún no he tenido el placer de conocerla, tengo que decir que jamás la he visto seria en ninguna fotografía; por ello la felicito, por su sonrisa. Otra cosa son las declaraciones de unos y de otros que leemos en los periódicos, por eso, muchos de ellos, que no todos, tienen el arte de crear el problema con cuya solución es mantenernos a todos entretenidos; y no me digan que eso no es un arte. Como el video del PP queriendo rajar del gobierno del PSOE, cuando fueron ellos los que gobernaban en esas fechas. Bueno mirándolo por su sitio, eso no es un arte, lo que verdaderamente es un fiasco. Pero el arte superlativo de todas las artes es ver cómo algunos se aprovechan de la democracia, en la que no han creído nunca, mientras que los ateos de todas las religiones, y digo de todas, sin participar para nada en sus valores, le financian a través de los Presupuestos Generales del Estado.
Juan J. Aranda
Málaga noviembre 2006

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