16 noviembre 2006

Paz, piedad y perdón.

¡PAZ, PIEDAD Y PERDÓN! (Manuel Azaña)
A veces me pregunto cuando se van a enterar algunas personas que peinan canas que la Guerra Civil acabó hace 70 años (siete décadas), y dejen de burlarse con tanta falacia de los derrotados. Si unos usaban tanques, fusiles y aviones rusos, que de eso habría que rebuscar en archivos de la época, los otros tuvieron a la Alemania nazi con su Cóndor arrasando Guernica, el Madrid republicano con su V Columna en sus calles sitiadas, y los italianos en Guadalajara que también, de éstos, cayeron bastantes, no acabaremos jamás con el: “Y tú más”. Aquí todos sabemos que muchos intelectuales se autoexiliaron porque no les agradaba el régimen de Franco; otros porque ocuparon cargos políticos en la República y se largaron porque tuvieron miedo. Los que no tenían las manos “manchadas de sangre”, por ejemplo, como los protagonistas con nombres y apellidos reales de “Los Topos” de Torbado y Leguineche, estuvieron 30 años escondidos-sepultados en sus casas mientras sus familias sufrían vigilancias, vejaciones y comentarios con maledicencia. Solo por curiosidad, a mí me gustaría saber si en realidad en las cárceles españolas en el año 1945 ya no habían presos políticos tras sus rejas, o si muchos soldados cuando acabó la guerra, y llevaban tres años marcando el kaki, ya fuera con uno u otro bando, debieron estar otros tres con Franco, como uno que yo conocí. Por favor, paren de una vez de degenerar la democracia, disfruten de sus envidiadas pensiones; no se burlen con retranca absurda y sin gracia alguna de los que volvieron y quieren reivindicar lo que fue suyo. Dejen que reclamen a sus muertos y sepan donde se encuentran enterrados. Los del otro bando tuvieron la suerte de saber donde están descansando los suyos, ya que cada año se les rendían sus merecidos honores. Mucha gente pensará que durante los 40 años que Franco retuvo y ejerció ilegítimamente el poder (detentar), muchos vivían al abrigo de catorce buenas cosechas anuales, atiborrándose de ellas, mientras los pobres (sic) que ganaron, y los desgraciados que perdieron, padecieron hambre y toda clase de necesidades. Muchos de aquéllos hoy en día cobran unas suculentas pensiones que en 1985 un gobierno socialista, de izquierda, promovió en Toledo el famoso Pacto con el nombre de la ciudad del Tajo; y éstos, algunos, no llegan a final de mes con sus pensiones de miseria, y si son sus viudas, que se lo pregunten a alguna de ellas. Y hablando con retranca escatológica yo les sugiero que de vez en cuando tomen un buen purgante de democracia mezclado con humildad para que sanee sus intestinos, y sentados en sus retretes, leyendo a Neruda o a Machado, por ejemplo, expulsen por sus orificios excrementales sus diarréicas jocosidades chabacanas y burlescas hacia unos ancianos que son merecidos de todos los respetos, que desde la lejanía siempre anhelaban su País, su España, la de todos y no la de unos pocos que quisieron apropiársela para ellos solos. En el siglo XXI y con 70 años que acabó aquélla barbarie creo que ambos bandos se merecen una deferencia por parte de todos. El que fuera Presidente de la II República, don Manuel Azaña, todo un SEÑOR REPUBLICANO (de aquélla época), pedía: Paz, Piedad y Perdón, y dijo también que la Libertad no hace más felices a los hombres, los hace simplemente hombres. Les sugiero que analicen esta frase y la mastiquen como Gandi masticaba sus manzanas, y comprobaran el gusto tan exquisito que se les queda entre los dientes, y el que carezca de ellos que lo tome en puré.

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