24 diciembre 2006

Sobre vándalos y salvajes

SOBRE VÁNDALOS Y SALVAJES
Desde hace tiempo llevo leyendo que en la ciudad hay unos “angelitos” que destrozan parte del mobiliario que la Ciudad Autónoma coloca para el uso y disfrute de los ciudadanos. Una de sus obras más notables de incivismo ha sido el destrozo de las barandas de un parque infantil, metiendo sus motos dentro del mismo. Un colaborador de este periódico en su escrito los trata de “vándalos y de auténticos salvajes”. Sobre las definiciones de estas palabras todo el mundo sabe a qué se refería, pero sería bueno explicar que vándalo era aquél pueblo germánico que procedía de Escandinavia, unos “atilas” que lo destrozaban todo a su paso. Sobre la palabra salvaje yo, modestamente, lo hubiera matizado un poco porque también significa que es silvestre, inculto, selvático, agreste, montuoso; y si es referente al animal no humano éste puede ser bravío, montés, cerril, montaraz, et.. Si a esta gentuza los catalogamos con los primeros sinónimos creo que nos quedaríamos un poco cortitos, exceptuando lo de montuosos porque quizás sean originarios de esos montes donde la civilización aún no ha puesto su patita; y si los encajamos en la parcela de los animales no humanos, tampoco quedaría bien, porque eso sería compararlos con los pobrecitos animales, y los amantes de éstos protestarían con toda la razón del mundo. Decir que son unos mierdas a lo mejor nos acercaríamos en su catalogación, pero eso sería a gusto del lector, ya que las hay de todas las formas y colores, como secas y recién “puestas”. Yo, si me lo permiten, los voy a enmarcar en el cuadro de los que poseen mala leche; de los que son malos y retorcidos, los que son mala gente desde que nadaban en el líquido amniótico en los vientres de sus mamas. Y ya que estamos en las catalogaciones, creo que a muchos lectores nos gustaría saber donde colocarían los salvadores de las igualdades culturales, y promotores de plataformas varias, a esta chusma, ya que toda la ciudad sabe de donde proceden. Y creo que eso de que hay que solicitar más dinero para su Educación, a mucha gente no les va a gustar, porque ésta la dan la mama y el papa en los hogares con sus ejemplos de civismo y buenas costumbres, y la Formación, si es que tienen alguna oportunidad y los dejan ejercer su trabajo, la dan los profesores en las aulas. Así que los orígenes no hay que buscarlos en la falta de policía en las calles, sino en los hogares.
Juan J. Aranda
Málaga noviembre 2006

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