20 junio 2006

Historia, edificios y piquetas

HISTORIA, EDIFICIOS Y PIQUETAS
(Y un deseo para Carod Rovira)
Alguien dijo que la Historia es una galería de cuadros en la que hay pocos originales y muchas copias.  Juan Hernández, maestro de ceremonias de la Casa de Melilla en Málaga, y un servidor comentábamos sobre las calles sin esquinas del Centro, sobre los edificios modernistas que existen en Melilla y que son la envidia de ingenieros y arquitectos. Deseábamos los dos vivamente que nuestra ciudad sea nombrada Patrimonio de la Humanidad, por su merecida herencia de Arte y de Historia durante más de 509 años, y que desde estas líneas animo a los responsables para que sus esfuerzos pasen todos los filtros en España y consigan esa tan ansiada declaración en los foros internacionales para que Melilla sea Ciudad Patrimonio de la Humanidad.  Juan me decía que se crió en la calle Polavieja nº 5, y según algunos familiares esa casa la van a tirar para construir una nueva.  A mí que me gusta revisar la Historia, la de Melilla, la nuestra, en los libros que poseo, encuentro en “La Ciudad de Melilla y sus Autores”, de Bravo Nieto, que ese edificio se terminó de construir el 15/6/1913, o sea que en estos días acaba de cumplir 93 años.  La persona que la construyó fue el pamplonés, ingeniero militar, don Emilio Azulgaray Goicoechea. Hombre con una vida azarosa, que se le complicó, como a otros militares, al término del “Desastre de 1921”.  Este militar, aparte del edificio donde jugó nuestro amigo Juan, hizo en la misma calle Polavieja, el del nº 25, y  el del 46-48, frente al Cine Perelló.  Otros edificios que construyó fueron los de Miguel Zazo 15 y 18; Prim 17; O´Donnell 28; Sor Alegría 3 y 7; Aizpuru  26-28, hasta 115 por toda la ciudad. Yo me imagino la tristeza que sentirían el general Polavieja como el Doctor Rizal que así, con éste nombre fue rotulada primitivamente la calle hasta que el 18/12/1940 la cambiaron por la del Teniente General don Camilo García Polavieja y del Castillo, que es como los de mi generación siempre la hemos conocido.  La tristeza melancólica por el recuerdo de una dicha que se fue con el tiempo solo es comparable con el sentimiento de la nostalgia; y ante eso no hay fuerza humana que pueda con ello.   Me decía un amigo residente en la ciudad que el edificio de la “Casa de los Baños” y el de “Mónaco”, en la Avenida, y  el que estaba el bar “La Cave”, el de mis bocadillos a la salida del cine, los están derribando.  Para ser sincero creo que las fachadas de origen serán respetadas.  Pero lo que más le chocaba a éste amigo, echando de menos, es que en las grúas que se ven en la Avenida no se divisaban bandera alguna en todo lo alto.  Lo decía porque en la gran mayoría de grúas de obras en construcción que se pueden ver en las distintas ciudades de la Península ondea una bandera española en todo lo alto de ellas.  Esperemos que en Melilla la piqueta descanse y deje tranquilos los ladrillos centenarios que colocaron en muchos de los bellos edificios que siempre hemos admirado.
Y ahora, para cambiar de tercio, le deseo con toda mi alma a José Luís Carod Rovira, el aragonés (una prima suya dijo que era mañico) de Izquierda Republicana de Cataluña, por el trato que le tiene a nuestra ciudad y a su País, España, aunque le joda, reciba unos sonoros céfiros albardados e impregnados del aroma de una butifarra ingerida con un gran plato de monchetas, casi sin masticar; digerido en el estómago de una persona estresada, y expelidos todos ellos por el ojo que no tiene niña.

                              Juan J. Aranda
                              Málaga junio 2006

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