09 febrero 2019


CUANDO YO ERA JOVEN
En los 60, en Barcelona, yo tuve un amigo, anciano, maestro represaliado de la II República, que al referirse a los beatones-meapilas, decía que una gran mayoría de ellos desconocían los entresijos de la Iglesia: “Mira, portador de noticias (yo era cartero): el filósofo Renan decía que los que salen del santuario (seminario), son más certeros en sus golpes que los que nunca han entrado en él”. En España, eran los años en que las peliculas, aunque las proyectaban en color, se veían en blanco y negro, y antes de la película, el “Mundo entero estaba al alcance de todos los españoles”. El Estado tenía un rasgo áspero y cruel, y su cerril y mediocre oscurantismo cuartelario-católico, duró 40 años hasta la muerte del dictador. El matrimonio era indisoluble hasta que uno de los dos, dejaba de respirar. A los homosexuales los encarcelaban por su condición. También, con el permiso de los señores mitrados, a Franco lo colaban de rondón, bajo palio, en las iglesias.
Este anciano, me contaba que al acabar el “Baile” que hubo entre hermanos: “Que comenzó en tu pueblo”, decía que lo enjaularon 5 años, en el hotel “La Modelo”, en C/ Provenza; y que al salir no quiso ver a nadie, encerrándose en su casa, donde solo asomaba la cabeza, para colgar la jaula con su pajarillo “Manolito”, en el quicio de la puerta.
Su vivienda era espaciosa, sin importarle un carajo que un vecino dijera que tenía el Síndrome de Diógenes, porque no era así, ya que cada cosa estaba en el sitio que él disponía, o sea, donde le daba la gana. Igual veías una manzana chuchurría encima de un libro, que un pantalón colgado en una silla. Aunque yo siempre sentía un extraño placer cuando me invitaba a su “Sancta Sanctorum”, su habitación repleta de viejos libros, y su característico color sepia en sus hojas.
Solía llevar colgado al cuello unas gafas, que él llamaba, “Los Quevedos del Ilustre Renco”. Lo de “Ilustre Renco”, era por Quevedo, que era cojo, con sus famosos lentes redondos, que se observan en todos sus cuadros. A veces me decía: “Toma, léeme esta estrofa, a ver qué te parece; y no te pongas nervioso, que Sócrates, por muy filósofo que llegó a ser, también se trabucaba cuando hablaba en público”. Lo de trabucarme era porque me daba tal vergüenza que parecía no saber leer bien. Pobre de mí, que estudié en un colegio de balde, y solo había leído a Salgari, a Julio Verne y a M. Lafuente Estefanía, además de “El Guerrero del Antifaz”, “Pulgarcito”, y casi todas las ediciones de los tebeos del momento, que traía la Quety de Castellón para alquilar. También me prometió: “Quiero que sepas que todas estas palomitas, y los cientos de sus congéneres que sobrevuelan las alturas de este cubil (su casa), algún día te pertenecerán: y no estoy loco, ¡eh!”. Esas palomitas eran unas pajaritas que él fabricaba con cualquier trozo de papel que caía en sus manos. A veces yo me preguntaba, cómo era posible que con esos dedos sarmentosos, podía practicar tan perfecta papiroflexia, y hacer esas delicadas figuras de papel. Decía que esa práctica se la enseñó con mucha paciencia, D. Miguel de Unamuno: “Aquél viejo profesor que tuvo los santos cojones de cabrear a Millán Astray, en presencia de la “Señora de los Collares”, cuando le dijo: ´Venceréis, pero no convenceréis´”. Y en honor a la verdad es que no convencieron jamás.
Todo acabó un día de enero, cuando me dirigía a su casa para hacerle la visita mañanera de rigor. Aunque él apenas recibía correspondencia, una vecina me dijo que encima de una mesita, en el dormitorio donde escribía y solía escuchar, con una manta sobre la cabeza, en una radio galena, “La Pirenaica, el Altavoz de los Vencidos”. Él decía que se tapaba para respirar los vahos de eucalipto. La carta, muy escueta, dirigida al “Cartero del Norte de África”, (que era yo), decía: “Estimado amigo, paciente oidor de este viejo conversador: como verás aquí tienes todos los pajaritos que te prometí, te ruego que subas al Tibidabo y desde allí los lances al cielo de esta gran ciudad”. Fue entonces cuando yo, con apenas 20 años, todo un funcionario del Estado, a punto de vestir el kaki para servir a la Patria descubrí, con lágrimas internas, que deseaba llorar, con el agradecimiento, y el cariño que le tuve a aquél viejo profesor, que fue perseguido con saña y encarcelado ignominiosamente.
Él decía que el franquismo rompió bruscamente el ritmo normal de la literatura española, imponiendo dentro del país, la mediocridad gris, y uniendo a los escritores e intelectuales exiliados, (como lo fue él), de su público natural, (como lo era yo). Aquél anciano, aparte de tener gran mérito como profesor, escritor y poeta, fue un hombre de fino ingenio, de amabilidad sencilla y exquisito trato. Alguien me dijo que también era Licenciado en Derecho, un Derecho que también le hurtaron inmisericorde.
En su recuerdo, aún guardo una pajarita papirofléxica en uno de los tomos de las Obras Completas de Blasco Ibáñez, que él citaba a menudo: otro gran escritor, republicano, igualmente perseguido como él, pero por la Dictadura de Primo de Rivera.



07 enero 2019


EN MELILLA SIEMPRE HAN EXISTIDO BANDAS DE MÚSICA (Publicado 31.12.2018)
El día 2.02.2002, este periódico me publicaba un artículo sobre el antiguo mercado de la C/ Margallo, en el que decía que ese vetusto edificio lo “debían adecentar” y convertirlo en un teatro, o en una sala de conciertos; pero lo que mejor le cuadraba a la ciudad era un conservatorio, y fíjense, que ahí lo tenemos, con mi sana envidia de que en mi niñez no tuvimos la oportunidad de haber aprendido, en salas adecuadas, ese arte tan sublime como es la música, y no en un maloliente bajo de un viejo edificio de la antigua C/ Medina Sidonia, en el Mantelete.
Aunque no sé la fecha de la llegada a Melilla del señor Lasheras, director de la actual banda de música, que refiere que cuando vino: “...no había banda, ni orquesta, ni nada”. Debo decirle que en la ciudad, desde hace más de un siglo, siempre han existido tres bandas de música, una rondalla, y un coro: la Banda del Rgto. Infantería Melilla 52; la Municipal, compuesta por músicos civiles, y algunos pertenecientes a esa banda militar; y la infantil de la OJE, con su bandita de cornetas y tambores incluida, dirigida por D. Julio Moreno, que también enseñó solfeo a varios cientos de chaveas de todas las clases sociales. Recuerdo que D. Julio llegaba a un colegio y, dirigiéndose a una clase, preguntaba quién deseaba aprender solfeo; y allá que se presentaban unos cuantos, que con su paciencia, y sin cobrar un duro, aprendimos solfeo con los métodos “Eslava” y el “Progreso Musical”, incluso nos proporcionaba los cuadernos e instrumentos, cosa que yo tuve la suerte de poseer un trombón de varas de 2ª mano, que por 200 ptas, me compró mi madre, en 1955. También dirigía una rondalla, compuesta de niños, niñas y algún “zagalón de pantalón largo”.
Sobre este gran hombre, no me cansaré, aunque no me hagan ni puto caso, de reivindicar a la Consejería de Cultura, o al mismísimo sursum corda, una calle que lleve su nombre, y si es la que en la actualidad está Napoleón, tanto mejor; porque alguien se pregunta, como yo lo hago a menudo: ¿Qué carajo hizo Napoleón por Melilla para que su nombre esté en un altozano, dominando la ciudad?. Nadie se lo explica, y creo que ni el mismo Presidente Imbroda, ni tampoco nadie con “dos dedos de frente”.
Deben saber que D. Julio compuso la música del “Himno de la Compañía de Mar de Melilla”, con compás de 2x4, cuya letra, si no recuerdo mal era: “Compañía de Mar de Melilla, Compañía de Tierra y de Mar, fuerza leal y sencilla que cuando mandan sabemos cumplir...”. También la heroica música del “Himno de Alcántara nº 10”, “Los Gozos a Ntra. Sra. de la Victoria”; y un concierto dedicado al parque más bello de España: “Aromas del Parque Hernández”.
Toda esa música en honor a nuestra ciudad, fue compuesta y dirigida por el más altruista, desinteresado, generoso, y buena persona que podía haber, como fue D. Julio Moreno Rodríguez. D. Julio, al niño que tenía posibilidades de tocar determinado instrumento se lo acoplaba, de tal manera que el chavea podía medirse con cualquier músico de la “Banda del 52”, o de la Municipal, como por ejemplo, lo demostró Paco Roldán (q.e.p.d.) con su tuba. El coro de voces con su correspondiente rondalla, solía actuar en Navidad en centros oficiales y colegios. Recuerdo cuando despertábamos a las familias de los guardias civiles con la diana floreada, resonando en los patios, del antiguo cuartel del Mantelete todos los 12 de Octubre, como en el Salón de Actos, de los antiguos sindicatos C.N.S, que muchos guasones decían: “Comemos Nosotros Solos”.
Yo pienso que la arquitectura de la educación, en la vida de un niño, deben proyectarla los padres, y los maestros retocarla con la formación. A muchos niños de Melilla, D. Julio nos retocó la formación musical, de tal manera, que aún no se nos ha caído la pátina, ni el amor por ese arte.
Sí, ya sé que eso es soñar con un imposible, porque si aún no han retirado el vergonzoso letrero de Napoleón de una de nuestras calles, cómo van a colocar a D. Julio Moreno en su lugar; si solo este altruista enseñante, lo conocimos varias generaciones de niños melillenses de los cincuenta; deleitándonos con su sapiencia y conciertos, formándonos como músicos, porque éramos eso: solo unos niños que teníamos la ilusión por la música. Pero claro, si hubiese sido un señor del transporte, muy conocido en la ciudad, que ganó sus buenas pesetas con su empresa, o un seudo-licenciado-comentarista con alharacas, por supuesto que ya tendría su calle.
En fin si algún político municipal encargado de estos temas tiene a bien proponerlo en los plenos para que se aprobase, más de un melillense agradecido sonreiría con nostalgia recordando aquélla banda infantil que ensayaba en el Mantelete, y nos deleitaba cada domingo en el templete del Parque Hernández, simultaneándose con la municipal, allá por los 40-50 y 60 del siglo pasado.
Como anécdota histórica, recuerdo que una tarde de verano, sentado a la puerta del local donde ensayábamos, y mirando el cuadro de Wagner, junto al de Mendelsson, de los que colgaban en la pared, nos explicó, que ambos fueron grandes músicos, pero que el autor de Tannhaüser, era un antisemita visceral que odiaba a los judios, llegando al extremo de ponerse guantes cada vez que dirigía una obra de Félix Mendelsson, porque “le asqueaba dirigir música compuesta por un judío”.
Y para finalizar, felicito al señor Lasheras, por su buen hacer, al dirigir la Banda de Música de la Ciudad, pero también, como ya digo, recordarle que en nuestra ciudad desde hace más de un siglo, han existido: bandas de música, orquestas sinfónicas, rondallas y coros, como infinidad de obras teatrales que se representaban en la Península, actuando en los distintos cines-teatros como el Alcántara, el Reina Victoria, Kursaal (Nacional), Monumental, Perelló, Alhambra, Real, Goya y Victoria. Y si se me ha quedado alguno entre las teclas, que lo agregue quien sea.
Señor Lasheras: reciba un cordialísimo saludo.



ESCUCHANDO ZARZUELAS Y MARCHAS MILITARES EN BENI ENZAR (29.07.2017)
Hace algunos años, a raíz de los problemas que existían en la otra parte de la frontera, donde se podían ver algunas fotos con los rostros de nuestros policías, femeninos y masculinos, permitido por las autoridades de nuestros vecinos, escribí yo un artículo “solicitando” que nuestras autoridades colocasen unos grandes altavoces de gran potencia que se pudieran escuchar, desde la “diana floreada” a las 6 de la mañana, seguido de “llamada de banda” y aquéllo que me alegraba tanto cuando marcaba el “kaki”: “Soldadito de España, no tengas pena, que tocando fajina barriga llena”. Al ratillo unos pasacalles de zarzuelas, como los de “La Calesera”, “La Gran Vía” o “La Bruja”. A la hora del rancho, otra vez fajina, y mientras se manducaba, que se escuchase alto y claro, “El Sitio de Zaragoza”, que es cojonudo, y así la comida pasaría bien hacia el estómago. Después de comer a reposar, pero escuchando “La Salve Marinera”, o “La Muerte no es el final”. Acto seguido que Alfredo Kraus en “Doña Francisquita” salga a plena voz: Por el humo se sabe donde está el fuego; del humo del cariño, nacen los celos”. Por la tarde, endiñarles estopa con marchas militares: “Himno de Infantería”, “Soldadito Español”, “Ganando Barlovento”, y las que le salga de los cojones al encargado de poner la música. A la hora de la cena, otra fajina, y a continuación: “¡Coronel, parte, Coronel parte!, que es el toque de “retreta”. Pero al acostarse, nada del toque de “silencio” ¡eh!, sino unas jotas, sevillanas, muñeiras, y verdiales malagueños, muy parecidos a la que se escuchaba en los cafetines del Rastro en los años 50, por su pesadez; y toda la música de las distintas regiones de España, que tan rica es.
Esto lo digo por si algún empleado de bares, tabernas y restaurantes, comentase que al policía que le lanzó el bolardo, o la valla, al que amenazaba a varios de sus compañeros con un cuchillo de grandes dimensiones, le debieran abrir un expediente. Esta vez propongo a nuestras autoridades, en caso de ser un extranjero con permiso de residencia, que le revisen a él su expediente y su documentación; y si no la tuviese en regla: ¡que pique billete!, y al carajo. Y si la tiene en regla antes que publiquen un “Decreto Ley”, llamado “Medalla del Bolardo”, de varios colores, siendo esta del color de la pureza, o sea, blanco, y se la coloquen en el pecho, para así, mientras despacha a los parroquianos sus cañitas y sus tintos de verano, que éstos sepan el motivo de llevar esa “condecoración” en el pechamen.
Y a nuestro policía, al que yo considero un Héroe, igual que los que descansan en La Purísima, que dieron sus vidas por nuestra ciudad, le impondría una alta condecoración, por los cojones que tuvo al desarmar al “mascabrevas”, lanzándole esa valla, en toda la testa, para así salvar de una desgracia que hoy en España, podríamos lamentar.
Sirvan estas líneas para enviarles un fuerte abrazo y felicitar, tanto a él, como a los compañeros heridos, del que espero una pronta recuperación, y decirle que en estos momentos cada español de buena fe, nos sentimos policías de servicio en Beni Enzar.



UNA CALLE PARA UN IGNORADO GOBERNADOR (Publicado 12.04.2018)
Alguien pensará que soy una mosca cojonera, y créanme que me importa lo que una planta de la familia quenopodiáceas, o sea un bledo, y claro, no puedo sustraerme en comentar sobre la desidia que existe en mi ciudad, con respecto a los personajes que construyeron nuestra Historia, tan llena de gloria y altruismo. El presente escrito se refiere a la gloriosa hazaña de un gobernador, cuyo nombre debiera figurar en una de nuestras calles más céntricas. Me refiero a Ramón Conti, que fue nombrado Gobernador de la Ciudad el 10.08.1800. Curiosamente, un mes después, el 30.9.1800, había una guarnición de 63 jefes, oficiales y empleados de plantilla, 867 de tropa y unos 1000 desterrados (presos). Entre mujeres, niños y criados, unos 400, hacían un total de 2330. Existían 109 casas: 25 “eran” del Rey y 86 particulares. Como verán, la desproporción entre la guarnición y los presos, era bastante elocuente.
El 4.07.1804, dos barcas repletas de víveres y medicinas procedentes de la Península destinadas a Melilla, son interceptadas por corsarios ingleses y llevadas a Chafarinas. Inmediatamente envían un emisario a Melilla pidiendo un rescate de 9.000 duros de plata. Ante esta situación, el Alcayde Conti, con las arcas de la ciudad vacías, habla con un moro argelino, Sidi Alí El Begui, que fue quien los prestó, pudiendo así abastecerse toda la población.
El 5.08.1804, reinando en España Carlos IV, con el valimiento de Godoy, en Melilla, como en todas las posesiones de África, se carecía de todo lo necesario para el sustento diario: “...No había ni aceite ni medicinas, y se estaba a media ración de pan por persona y día...”. Ante esta situación este Gobernador, envió a Narciso Martínez, salir con su falucho, a pedir auxilio al primer puerto de la Península que encontrase. El escrito de Ramón Conti llegó a manos del Brigadier Jaime Moreno y La Corte, Gobernador Político y Militar de Málaga, y éste encomendó al Veedor y Ministro Principal de la Real Hacienda, para que tomara las providencias oportunas, ya que incumbía a éste alto funcionario atender las necesidades de los Presidios Menores, como entonces se les denominaba a Melilla, Isla de Alhucemas y el Peñón de Vélez de la Gomera.
En julio de 1805, llega a Málaga un lanchón (otro), procedente de Melilla, con la solicitud de un envío urgente de víveres, ya que la guarnición de la Plaza estaba a media ración. Ramón Conti decía que: “...Melilla se encontraba en extremado apuro de indigencia y en los últimos instantes de su exterminio por carecer de los principales artículos de primera necesidad para su subsistencia”.
En 1807, se presentó en la Plaza, un moro principal, para que se le curase cierta enfermedad, y se accedió a condición de que proporcionara, por su valor: 4 vacas, 30 carneros, y 4 quintales de aceite. Así lo hizo, y se le curó.
Y ahora, como hace varios años, me hago la misma reflexión: Si las autoridades, que mandan en las cosas de la Cultura en nuestra ciudad; que imagino debieran saber, si no toda, al menos algunos rasgos de nuestra Historia: ¿Cómo es que Ramón Conti, no tiene una calle en nuestra ciudad?, y que Napoleón campe con sus respetos, mirando la Estrella, que tiene arriba, con una mano en el pecho, y con la otra haciendo una peineta, con el Viento en el careto, de Espalda al “Mismo”, desde la falda de Camellos, y además cachondeándose de las autoridades que le permiten estar ahí.
Y creo que aunque sea un poco tarde, estas autoridades, que tan pródigas son para colocar nombres de personajes de ojana, en algunas calles, en agradecimiento debieran cambiarlos por el de éste Gobernador: hombre noble, conciliador, pero firme en sus convicciones militares disciplinarias, que ¡¡SÍ HIZO!! algo por la ciudad en aquéllos años tan aciagos para los que residieron en ella. Porque no hay que olvidar que las pasó “muy putas”, intentando dar de comer a la población civil, a la del presidio y a la guarnición, y sobre todo manteniendo el orden establecido; y lo más importante, que era la defensa de las murallas contra nuestros belicosos vecinos.
Yo creo que tanto el Presidente Imbroda, el Director de Cultura, como la señora Consejera del Ramo, que deben cobrar sus magros y buenos sueldos, que les pagamos entre todos; y los Protectores del Patrimonio, que no cobran nada, pero figuran de “pasteleo”, o de ojaneta, tampoco dicen “esta boca es mía”, algo debieran hacer al respecto. ¿No creen ustedes?. Al menos darle un repasito, aunque sea puntual, a nuestra Historia, que buena falta les hace a algunos.



CAMA, LUZ, AGUA, ACEITE, VINAGRE, SAL, Y ASIENTO A LA LUMBRE
(Publicado 24.10.2018)
En las Reales Ordenanzas Militares, que mandó realizar Carlos III en 1774, entre otras cosas dice: “Ningún soldado podrá exigir en el alojamiento que tuviere, otra cosa que cama, luz, agua, aceite, vinagre, sal, y asiento a la lumbre, y al que maltratare a su patrón, se le castigará a proporción del exceso”. Estas Ordenanzas, que aún no han sido derogadas, como ustedes saben muy bien, es lo que España lleva proporcionando a Marruecos, desde hace años a sus niños que cruzan, o libremente los cruzan familiares y amigos, por la frontera, como a esos dos hermanos menores, enfermos, que cruelmente fueron abandonados por sus familiares en Ceuta, y recogidos por las autoridades de esa ciudad; o el bebé enfermo abandonado en el Comarcal, que ha sido trasladado al Carlos Haya de Málaga, y también a las embarazadas y a los enfermos, que trasladan en ambulancias marroquíes, hasta las puertas del hospital, en Melilla. Ante esto yo me hago la siguiente reflexión, y también pregunto a los políticos de la oposición: ¿Para qué quieren un nuevo “Tratado de Vecindad, Convivencia, Cooperación, Sanidad, Menas y Seguridad en la Frontera, con Marruecos”?, si la Cama, la Luz, el Agua, el Aceite, el Vinagre, la Sal, y el Asiento a la Lumbre, todo ello, ya lo disfrutan desde hace décadas, antes, durante y después del Protectorado, hasta en la actualidad, con los alimentos que toman en los centros, con la ropa y calzado que se les proporciona, y la sanidad con que son atendidos, como a los nacionales, que pagan sus impuestos religiosamente.
Aunque es muy antiguo, pero como pincelada conviene recordar el Convenio entre España y Marruecos, firmado hace 163 años, en Larache el 6.05.1845, que contenía varias aclaraciones al de 25.08.1844, que en su art. 2º dice: “El Sultán de Marruecos (hoy Mohamed VI) dará sus órdenes, y prevendrá eficazmente a los moros fronterizos de Melilla, Alhucemas y Peñón de la Gomera, a conducirse en los sucesivo como corresponde con los habitantes de dichas plazas y con los buques que se aproximen a sus costas”. No creo que exista otro Convenio o Tratado, posterior a éste, en el que refiera lo contrario, pero si es así, ruego se haga saber por este medio.



CUANDO MOISÉS ANDUVO EN EL DESIERTO, (CHISNETO DE RICARDO REDOLI)

Dice Redoli: “Lectores y corresponsales me envían toda clase de historias para que las pase al verso. Unas ya las he publicado con anterioridad, las más son (como decía el TEBEO) “chistes viejos con caras nuevas”, otras no se ajustan al patrón preestablecido para esta versería...La que traigo hoy comenzó su andadura virtual hace meses, pero pienso que, en estos momentos de desazón hispana, destila una rabiosa actualidad. Me la remite Julia, querida amiga, a la que conocí en la consulta de nuestro común doctor, don Juan José Sánchez Luque (a estas alturas de la vida ¿dónde mejor podría hacer nuevas amistades?) y, aunque, en el primer cuarteto dogmatizo que no diré quién me la envió, me desdigo. Va por ella y, cómo no, por el sabio doctor que nos atiende, y que nos presentó, so pretexto de ser profesionales de la cosa académica.
La anecdótica historia que hoy os cuento,
se atribuye a un político israelí;
mas, no diré cómo llegó hasta mí,
ni quién me la envió, ni en qué momento.
En Naciones Unidas, un judío
tenía que exponer su alocución,
pero optó por abrir su intervención
con una breve historia. Dijo el tío:
Cuando Moisés estuvo en el desierto,
golpeó su bastón contra una roca,
y brotó agua clara en ese instante.
Del manantial que puso al descubierto,
tomó agua, que se llevó a la boca,
y notó que era dulce y refrescante.
Le apeteció al profeta darse un baño.
Se despojó de ropa y de calzado,
y disfrutó del baño deseado
(llevaba sin bañarse más de un año).
Cuando al cabo salió, ¡vaya sorpresa!:
la ropa y el calzado ya no estaban.
Dos palestinos, que antes le miraban,
le robaron, huyendo a toda priesa”.
¡Es falso! ―le repuso el Delegado
del Pueblo palestino― ¡So embustero!
No habíamos llegado. ¡Usted miente!”.
Y replicó el judío: “Ya aclarado
qué pueblo de los dos llegó el primero,
comienzo mi discurso, Presidente”.
Cierta similitud con esta historia
guarda la pretensión catalanista
de seguir con un plan soberanista
que borra, así sin más, de su memoria
que otrora fue Condado dependiente
de la antigua Corona de Aragón.
No digas más mentiras, Puigdemont,
Cataluña jamás fue independiente”.

Espero que haya sido de su agrado.



GRANDES POLÍTICOS QUE FUERON ORADORES... Y RUFIÁN (Publicado 3.12.2018)
Yo creo que los actuales representantes políticos andan un poco a la greña y descontrolados. No recuerdan que están en sus escaños por los votos que nosotros hemos depositado en las urnas, y merecemos el máximo respeto, cuando hablan en nuestro nombre. Algunos no practican el sentido común, como Rufián, que más bien parece un chulo de una “cooperativa de pobres y depauperadas servidoras del catre”, donde las ladillas suelen bailar un pasodoble al compás de cada empuje del cliente encamado. Este hombre, careciendo de una básica cultura que pueda demostrar desde la tribuna del Congreso, es chabacano e histriónico. Pienso que en la dirección de su partido, no deben estar muy contentos con él porque, aunque lo han colocado en el puesto de insolente provocador, con actitud tabernaria desafiante, alzando los brazos, como si estuviese a punto de poner un par de banderillas de fuego, lo que hace es insultar a sus contrarios. Ante todo el escándalo que han formado en el Congreso, se merecen que todos y cada uno de estos “merdellones”, se marchen a sus casas, para evitar el bochorno y la vergüenza que les hacen pasar a sus votantes. También nos avergüenzan, como ya digo, éste garlocho Rufián y compañía, por el serrín y el estiércol (cagajones), como diría Borrell, que sueltan cada vez que tienen la palabra; igual que los “azules” y sus primos “naranjitos”. Éstos están que se suben por las paredes, sin haber asimilado aun que Sánchez está en la Moncloa, por los votos de los españoles, aunque haya sido por una moción de censura, que tan legítima es como si hubiese ganado las Elecciones.
Aunque no me harán ni puto caso, yo les aconsejaría a toda esta caterva de maleducados impresentables, que leyeran algo de sus ilustres predecesores, como Francisco Silvela, que fuera gran orador y literato, que aconsejaba Gastar quevedos en los ojos, y en el estilo (sic)”. O la contestación que le hizo a Romero Robledo (el Pollo de Antequera), con su frase parlamentaria más famosa: “Su Señoría ha llegado a una situación en que todavía se le oye, pero ya no se le escucha”.
También podrían darle un repasito a las biografías de Castelar, Salmerón, Azcárate, Sagasta, Cánovas, Echegaray, De los Ríos, etc. pero sobre todo la de Azaña; todos ellos desde la tribuna del Congreso de los Diputados, y de las publicaciones filosóficas y poéticas de Antonio Machado: “Para dialogar, preguntad primero; después... escuchad”. Creo que esta gente lograrían aprender algo de política, al menos educación y el saber como comportarse en lo que representa un Parlamento para la ciudadanía de un país, que es el Templo de la Palabra, y no el tabernario chabacano y vulgar escenario en lo que lo han convertido.
Y sobre el hipotético salivazo, gargajo o escupitajo, que Jorge Salvador de ERC, le lanzó a Borrell al pasar delante de él, yo creo que sí que se lo lanzó, porque el gesto que hace, muy disimulado, como “mirando al tendido”, que hace con el carrillo derecho, y las voces de alerta del Ministro: “¡eh!, ¡eh!...”, no hay duda. Ese gesto se parece al que hacíamos los niños cuando le robábamos las algarrobas al borriquillo de Valero, que al comérnosla, con las semillitas solíamos hacer apuestas para quién llegaba más lejos: unos con un tubito y otros a pleno pulmón.
También debiera existir una ley, en la que a cualquier diputado expulsado por “sinlachón”, como al Rufián hace unos días, y el Martínez Pujalte, del PP, en 2006, se les descuente de sus opíparos haberes, como suspensión de empleo y sueldo dos, tres o más meses, como a cualquier funcionario público, y sin poder ejercer como diputado: así que si su formación solo tiene seis, ya sabe que serían cinco los que contaría su partido durante el castigo.
¿Creen que nuestros políticos serían capaces de aprobar una ley así?. Yo pienso que si; y por favor no me llamen ingenuo, sino “bienpensado”.
Juan J. Aranda








YO HABLO CASTELLANO (Publicado 23.12.2018)
Como sabrán Londres, en castellano, se escribe Londres y no London, y París, con tilde, a pesar de que London y Paris, son sus verdaderos nombres. Y así en muchas ciudades y pueblos de las distintas comunidades bilingües. Pienso que las razones políticas son unas, y otras son el buen uso del español, porque por regla general, al escribir en castellano los topónimos catalanes, gallegos y vascos que tengan forma tradicional española, deben escribirse según la grafía que corresponda a esta lengua: Cataluña y no Catalunya; País Vasco y no Euskal Herria; Vizcaya y no Bizkaia, etc,.
En las distintas comunidades autónomas bilingües; como en Galicia, el gallego, art. 10.1 de Ley 3/1983; en el País Vasco, el euskera o eusquera art. 10.1 Ley 10/1982; en Cataluña, el catalán y el aranés, art. 14,1 Ley 3/1986, como en las Islas Baleares, que se habla catalán, y en la Comunidad Valenciana, el valenciano.
Dicho esto, creo que cada cual hable como le de la gana, ya que el origen de un idioma, es la de entenderse con quien tienes frente a ti y si éste, o tú, no lo habla, pues no hay comunicación.
Hace décadas, mucha gente, al solicitar documentación en los registros civiles, de repente vieron cómo algunos funcionarios de esos registros, jactanciosos (sabelotodos), “tradujeron” los nombres y apellidos al castellano, haciendo unas traducciones chapuceras. Antonio Gala cuenta que un familiar sugirió que se le impusiera el nombre de Martín. Imagínese que se llamase: Martín Gala.
Por otra parte, mis respetos a los que hablan gallego, catalán y euskera, pero que yo diga La Coruña, Lérida, París o Londres no tiene nada que ver. Simplemente, empleo mi lenguaje, que es el español o castellano. Por eso a mí no me parece una falta de respeto que en Inglaterra hablen de “Spain”, ni que en Francia digan “Espagne”, ni que en Galicia o Cataluña pronuncien ciudades y pueblos del país en sus lenguas, sin importarme lo más mínimo. Entonces: ¿por qué molesta tanto que se diga: Rías Bajas, Lérida o Gerona?. ¿Es que sólo los castellano-hablantes somos los que faltamos al respeto?. Si los catalanes pueden decir Terol” por Teruel, con su pan se lo coman; pero lo que no se puede aguantar es la imposición en la televisión pública, hablada en castellano, la supina gilipollez e ignorancia, que les impide ver que el castellano no es un idioma solo de España, sino de muchos más millones en el mundo mundial. La prueba la tenemos en los países hermanos de América, donde en algunos aún conservan nuestra verbalización de siglos anteriores.
Así, en castellano se suele utilizar, y hasta pronunciar, el nombre en catalán; como, por ejemplo: Girona, Lleida y Catalunya; pero en catalán no se suele respetar los nombres en castellano, usando el catalán, por ejemplo: Osca por Huesca, Castella por Castilla, La Manxa por La Mancha, Saragossa por Zaragoza y Espanya por España.
Pero lo más sangrante, es lo que algunos periodistas y comunicadores, de radio y tv, que se dirijen a la audiencia en castellano introduciendo palabras en catalán. Claro que si se hace de vez en cuando para atraer alguna que otra simpatía, y ganarse a la audiencia, estaría hasta agradable, pero es que a veces rayan con el ridículo con frases como: “Tenemos en directo al president del guvern de la Yeneralitat de Cataluña. Bona tarda, president, …”.
Todo este problema se ha generado con la imposición de algunas Comunidades Autónomas, empeñadas en que solo se hable en su lengua oficial, cuando el castellano, según nuestra Constitución, es la primera lengua cooficial en todas ellas.
Ante eso, al parecer, hoy día hay que ir pertrechados de un diccionario de topónimos para saber en qué población nos encontramos, cuando sería muy fácil poner los carteles en bilingüe. Pero ellos la han manipulado desde hace años, utilizándola para sus fines políticos, pese a quien les pese.
Según esa regla, a mi me encantaría, que en Andalucía utilizáramos, por ley, el idioma/acento “andalú”, que sí que existe, y se habla, o el extremeño, o el murciano, o el castellano manchego, etc.. Por eso es una solemne gilipollez, que hablando todos los españoles el castellano/español se tengan que subtitular en los telediarios, también en TVE, para darles cera a los discursos o peroratas, que nos largan algunos politicastros de medio pelo, sobreponiendo los intereses partidistas al interés general, para que así nadie proteste ni se les rebele.
Así que por favor: cuidemos y defendamos el castellano/español, una lengua riquísima en todo: vocabulario, gramática, adverbios, verbos y sustantivos, semántica, que sin remisión, se está dejando perder por el sumidero de la ignorancia de algunos políticos “analfabetos”.
Como anécdota histórica cuentan que Carlos I, (su escudo lo podemos admirar en el frontispicio de la Puerta de Santiago), en una reunión que tuvo con el Papa, cuando éste le hablaba en latín, y él contestaba en castellano, alguien del protocolo, le advirtió que a Su Santidad había que dirigirse en latín; entonces nuestro Emperador, que hablaba alemán, inglés, italiano, francés, incluso latín, a la perfección, le contestó: “No importa que no me entendáis. Que yo estoy hablando en mi lengua española, que es tan bella y noble que debería ser conocida por toda la cristiandad”. También decía, que hablaba español con Dios, italiano con las mujeres, francés con los hombres y alemán con su caballo.
Más claro: el agua del Bombillo.



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