25 agosto 2015

CALLES JACINTO RUIZ MENDOZA, NAPOLEÓN Y ADYACENTES


Como ya han leído, esta es la sempiterna petición que le hago a las autoridades de Cultura, en concreto a su Director General, y también a la Consejera, para que me expliquen, cuando ellos lo tengan a bien, y sus muchas ocupaciones se lo permitan: ¿Cuándo van a retirar el nombre de Napoleón de la “Falda de Camellos”?. Y ya que tienen colocada la escalera, de paso también que retiren las del Viento y Espalda al Viento. Sobre la de la Estrella y Mesones, creo que tiene su significado, y sería muy interesante, que la gente de Cultura pueda explicar algún día.
Lo de retirar a Napoleón, cualquiera que baje la escalera que cruza todas esas calles, verán que al llegar al final, y torciendo a la derecha, se encontrarán con la de Jacinto Ruiz Mendoza. Bueno pues rememorando un poquito nuestra Historia, sabrán que este fue un Héroe militar, nacido en Ceuta el 16.08.1779. Ingresó en el Rgto. Fijo con tan solo 16 años. En 1800 ascendió a 2º Subteniente, y un año después, destinado al Rgto. Voluntarios del Estado, en Madrid. En marzo de 1807, es destinado a la 3ª Cía. del 2º Bon. de ese Rgto.
El 2.05.1808, cuando estaba guardando cama por enfermedad, al oír las descargas del ejército francés, se dirigió a su cuartel, y siguiendo las órdenes de su coronel, sale al mando de la 3ª Cía. para reforzar las tropas acuarteladas en el Parque de Artillería de Monteleón; poniéndose a las órdenes del Capitán del Parque, Luís Daoíz, y junto al capitán Pedro Velarde, permite la entrada de paisanos al recinto para entregarles armas y disponerse a la defensa del recinto.
Herido en el brazo izquierdo, y después de ser curado provisionalmente, volvió a la lucha. Más tarde recibió otro disparo que le penetró por la espalda y le salió por el pecho. Al finalizar la acción y retirar los cuerpos de los fallecidos, observaron que el teniente Ruiz aún respiraba, por lo que fue trasladado al cuartel de Ancha de San Bernardo, y posteriormente trasladado al domicilio de María Paula Variano, para evitar que las tropas de Joaquín Murat, lo hicieran prisionero. Allí fue atendido por el profesor del Hospital de San Carlos, doctor José Rives, recuperándose del estado de gravedad en el que se encontraba. Tras un paseo por el Retiro, observó los despliegues que realizaban las tropas francesas, por lo que tomó la decisión de abandonar Madrid, para unirse a quienes reorganizaban la defensa de la independencia española; desoyendo los consejos de su médico y los de sus compañeros, Francisco de Arcos, y José de Luna, de no incorporarse a la lucha debido a su precario estado de salud.
Ascendido a Tte. Coronel, por el Gobierno, motivó su traslado a Badajoz, al frente de un Rgto, de Guardias Valonas. Su estado de salud se vio agravado por el viaje, y tuvo que detenerse en Trujillo, refugiándose en casa de su tío, Juan Cebollino, Tte. Coronel del Rgto. Badajoz. El día 11.03.1809, al comprobar que su estado de salud empeoraba, realizó testamento, y dos días después falleció, a la edad de 29 años. Fue enterrado el día 14 en el cementerio de San Martín.
En marzo de 1909, el Gobierno ordenó el traslado a Madrid, de sus restos mortales, que se encontraban en Trujillo, dentro de una urna de caoba, con adornos de cobre, en cuya cartela de bronce se lee: “13 marzo. Jacinto Ruiz Mendoza. 1809-1909”. Los restos llegaron por ferrocarril a la Estación de Atocha, y allí fueron colocados en un armón de artillería, donde le tributaron honores fúnebres que indican las Reales Ordenanzas para el Capitán General, que muere en una Plaza en la que tiene mando. Las llaves de la triple cerradura quedaron en poder de las Cortes, el Ayuntamiento y el Museo de Infantería. La inhumación de su cadáver se realizó en el monumento erigido en su honor en la Plaza del Rey. Algunas cenizas están repartidas también en otras dos pequeñas arcas: Una de ellas actualmente en el Museo Militar de La Coruña, y la otra en Ceuta, en el Museo de La Legión.
En Ceuta, fue inaugurado el 10.10.1892, el busto y la plaza que lleva su nombre. Una publicación de la época, decía: “Por directa iniciativa de nuestro celoso Ayuntamiento, presidido por D. Ricardo Cerní González, se inaugurará en el día de hoy el magnífico busto esculpido en mármol de Carrara”.
Ante lo escrito, a los responsables de Cultura, les pido una pequeña reflexión pensando, que a escasos 200 metros de la calle que lleva el nombre de este Héroe, se encuentra la Plaza de los Capitanes Daoíz y Velarde. Y les pregunto: ¿Es justo, que ese general, tenga una calle en nuestra ciudad?, y además, junto a los defensores del Cuartel de Monteleón, de Madrid.
Por favor: Que los asesores de Historia les indiquen a estas autoridades, quiénes fueron los que figuran en las esquinas de nuestras calles, y a la vez hagan un ejercicio de humildad retirando esos nombres. Cámbienlos por otros que hicieron algo fructífero por Melilla, algo que dejó una huella cultural indeleble, como el nombre de D. Julio Moreno, que enseñó a varias generaciones de niños, ese bello arte, como es la música. ¿No han colocado los de unos “mindundis”, -personas de poca categoría-, que no han hecho ¡Nada!?, qué les cuesta retirar el de ese general y cambiarlo por el de D. Julio. Díganme, por favor, qué trámites son los necesarios para llevarlo a cabo, y les garantizo que muchos melillenses, residentes y no residentes, nos pondremos en la tarea.


16 agosto 2015

UNA VIRTUAL CONFERENCIA



Imagínense que José Luís Blasco y un servidor, vamos a dar una conferencia magistral, bien estructurada y basada, como todo lo que solemos hacer ambos, sobre una investigación profunda; con los tiempos y participantes ilimitados sin vetar, ni ningunear, a nadie. Sería sencilla, generando emociones en el publico, creando dudas, arrancar alguna que otra sonrisa, hacerles pensar, pero todo ello procurando que sea de alta calidad, ya que habría invitados de distintas universidades nacionales y extranjeras. El Salón Dorado sería el lugar más idóneo, pero el Kursaal, por su amplitud, es el que hemos elegido; además es porque la gente se encontraría más cómoda, y no tan circunspecta como en ese lujoso salón, con sillas de visitas protocolaria, que no te puedes retrepar como en las del Kursaal, ni tampoco cambiar de posición la bolsa escrotal, tan molesta a veces.
Deben saber que previamente la íbamos a celebrar en la Asociación de Estudios Melillenses (AEM), pero como ya saben, el local quedaba muy pequeño. Desde estas líneas le agradecemos al señor Benito Gallardo, su Presidente, el ofrecimiento, pero conste que él ocupará un lugar de honor junto a Isabel Migallón y Eduardo Sar, otrora ninguneados por un historiador de ojana; que también ellos serán invitados, por su sapiencia indiscutible en los temas históricos, y de cementerios. Supongan ustedes que estamos sentados en primera línea de fuego, frente a todas las autoridades de la Ciudad y de un nutrido público culto, hablando de los temas que tanta pasión levanta en todos los melillenses de buena fe, como es la Historia de Melilla: Cuanto honor, ¡por Dios!.
Sobre la clá entre el público de la “cazuela” y el anfiteatro, lo hemos desechado porque no nos hace falta, ya que la materia, aunque data desde la Conquista, siempre es de rabiosa actualidad; y también, porque nuestros sueldos de Ayudante de Gestión, y de Cartero Urbano “jubileta”, no dan para pagar a “aplaudidores”, como hacían antiguamente con las falsas lloronas, plañideras, en los entierros, que ahora lo hacen gratis, con el absurdo peloteo mediante el “Féibu”, como al torero Marcial Lalanda: “Fulanito eres el más grande”; cuando realmente es un mediocre.
Como ya digo anteriormente, tampoco vetaríamos a nadie que quisiera participar en la multi-conferencia, no como ese que quiso ningunear a personas muy puestas en el tema de cementerios, que saben más que él: “Como de aquí a Lima”. Yo creo que a ese “ninguneador-vetador”, para que no se sienta molesto, ni desplazado, le permitiríamos, que también participara en el evento, pero eso sí: Vestido de “Guerrero del Antifaz”, con la celada-morrión, forrada de terciopelo negro, como las del armamento de herreruelos, para que no le moleste en su chorla. Con hacha, pica, ballesta, y su correspondiente espadón arrastrándolo por el suelo, -no como el de Loja-, y con el gran honor de servirnos el agua en los distintos vasos de los ponentes; claro que deberá llevar un gran botijo de barro cocido, con el agua del Bombillo, que la hace fresquita; y a la menor señal de observar un vaso medio vacío él: ¡Zás!, chorreón del líquido elemento, que te crió, para que las gargantas de los parlantes no sufran de sequedad. Lo digo porque si te tiras dos horas dándole a la “singüeso”, sin un mísero buchito de agua, se te queda la lengua como una lija de carpintero del 9,5.
Al principio, José Luís y yo, íbamos a dar la conferencia, como lo hicieron Lorca y Neruda en el Pen Club, del Hotel Plaza de Buenos Aires: Al Alimón. Es como cuando dos toreros, unidos por la sangre, -hermanos-, torean un mismo toro, con un solo capote. Pero acordamos: Como la participación iba a ser multitudinaria, con los ruegos y las preguntas, esa actuación iba a ser muy complicada. En fin, que José Luís la daría sobre lo divino y lo humano, con el tema que no hay nadie que le iguale, sobre iglesias, santos, vírgenes y beatas. La Cronología religiosa desde la Conquista, que este periódico la ha publicado en 106 entregas, ya está corregida y aumentada. Las distintas aportaciones y artículos publicados en revistas de Arte e Historia. Para eso posee una amplia biblioteca, que yo tengo la suerte de compartir. Pero ante todo sobre las imágenes del escultor Pedro de Mena, que el muy tunante, sibilinamente, introdujo un gazapo en un texto, texto que todo el que practicó el “copia y pega”, atribuyéndose la autoria, sin averiguar la autenticidad, y sin citar la procedencia, metió la pata hasta la rabadilla del culamen.
Yo, como aprendiz de poeta, sin llegar a ser chirle, con 20 años de colaborador en este diario, y con un modesto libro: “Breve Cronología de Melilla” -año 2002-, y la publicación de “100 Cartas desde la Purísima”, mi romanticismo siempre lo he tenido por la ciudad donde vine a la vida. Como digo, la daría sobre nuestros Héroes y Mártires. Facilitando nombres y lugares donde cayeron en pos de la Gloria. Pero sobre todo por las modestas cantineras, que fueron heroínas, que sirvieron de enfermeras, como la de Juana Martínez, cantinera de Batel -no de Monte Arruit-, que alentó, y cuidó, hasta su muerte, el 6.07.1921, al Tte. Coronel Fernando Primo de Rivera.
Como es norma, solicitaremos de Isabel y Fernando -¡anda!, como los Reyes Católicos-, que graben la conferencia en su totalidad, para que sea difundida entre las distintas universidades nacionales e internacionales: O sea, del mundo mundial.
Sobre nuestros curriculums, creo que no hace falta que figuren aquí, porque doctorados y licenciados ambos estamos, por la más prestigiosa universidad que existe en el mundo, como es: La de las Ágoras Públicas.
¡Ah!, y también repartiremos la famosa “Joyita”: “Que las cifras hablen”, resumen de la actuación del Rgto. de Caballería, Alcántara nº 14 en 1921, publicado en 1923, que José Luís, cuando fue Presidente de la AEM, ya repartió hace años entre los integrantes. Y a las señoras, cómo no, se les entregaría un precioso pañuelito “secalágrimas”, -de mocos, no-, con el escudo de Melilla primorosamente bordado.
¿Qué les parece, ¡eh!?. A que sería estupendo, si llegase a ocurrir. Bueno, pues ahí queda eso.


09 agosto 2015

REIVINDICANDO EL CULTO A LA PATRIA EN CATALUÑA


A veces cuando leo, o escucho, que algún independentista asoma sus orejas de jumento, rebuznando y dándole coces a nuestra Historia, intentando volverla del revés como un calcetín, me viene a la memoria, el auxilio soberano de la Gloria Patria, que era lo que motivaba a nuestros Héroes poco antes de ser martirizados por el enemigo rifeño, después de que se rindieran, desarmados, heridos y enfermos. Ellos si que fueron los verdaderos apóstoles del patriotismo, los que abrazaron, con su noble sentimiento, el martirio de la Patria. Esa Patria, que los nacionalistas creen que como Francia puede llamarse Francia, e Inglaterra, Inglaterra; España, por una extraña entelequia, o porque lo dicen ellos, debe llamarse Estado Español. Claro que eso ha sido porque todos los gobiernos de turno, tras la muerte del dictador, han ido aceptando: Por desidia, porque les ha importado un carajo, porque algunos hablaban catalán en la intimidad, por las lamidas de culámenes al mangante “Yedy Yoda”, para poder gobernar, o porque no había ganas de poner firmes a toda esa panda de mamones, que maman de ese Estado Español, al que odian tanto.
Estos independentistas, politicastros de cuarto y mitad, creen que su política y su cultura, van a ser exportadas, mediante sus “chiringuitos-embajadas”, donde han colocado a sus paniaguados, a algunos países. Pero lo más curioso es que saben que Franco fue un dictador, no como Hitler y Mussolini, que quisieron exportar su puta mierda de política fascista, xenófoba y antisemita, al mundo mundial, y miren como lo dejaron todo, los muy cabrones; mientras que nuestro Generalísimo, como de andar por casa, o degustando un cafelito en el “Azor”, se limitó a machacar a sus compatriotas de forma continua y discreta, durante 40 años. Por eso la Comunidad Internacional no le dijo nada, porque solo era “cosa entre españoles”; lo mismo que dijo el embajador yanky, cuando el 23F.
Yo creo que a esta gente lo que les agrada es dominar el catalán, y hablar el castellano lo peor posible, porque ya se sabe que es el idioma españolista, el de la Guardia Civil, la que en 1934 detuvo a todos los mozos de escuadra, por orden del Gobierno de la II República Española, por declarar unilateralmente la patochada “República Catalana”, que duró menos que una pompa de jabón. También de los “sudacas-machupichus”, “moros” y “charnegos”. Fíjense la gilipollez de intentar convencer a esos sudamericanos, y algunos rifeños, inmigrantes, que aprendan catalán, para así contribuir a la independencia de su nueva patria. Pero so capullos de mierda: ¿es que ignoráis que aquéllos ya se independizaron de nuestra Patria común, hace ya varios siglos, y estos lo hicieron, después de 50 años, en 1956 del siglo pasado: ¿Otra vez queréis que se independicen?.
Para que voten también los perros, yo pondría en las papeletas del voto en Cataluña: En una figuraría una butifarra, y en otra unas castañuelas muy españolas. Creo que el perro, a pesar de ser perro, no sería tan gilipollas de tirarse para los dos trozos de madera percutora, sino al pedazo de carne embuchada: ¡No te jode!.
Yo tenía un amigo, y colega, Fernando se llamaba, que cada vez que se acercaba la Navidad, iba a los puestos de la Plaza de la Catedral, en Barcelona, y compraba el famoso “Caganet”, para el belén que montaba en su casa; y al acabar las fiestas lo guardaba para la colección, que tenía un montón en una caja de zapatos. Recuerdo que un año cogió un mosqueo de cojones, cuando le dije que el tío de la barretina calada, con el mojón a medio salir por el culo, era una manera muy rara y escatológica de adornar un belén y de expandir el cristianismo porque, mientras está cagando, muy bien puede decir: “Tu serás hijo de Dios, y no seré yo quien lo ponga en duda, pero antes de adorarte, me vas a perdonar, porque me estoy jiñando, y lo primero es lo primero, Jesusito de mi vida”. No me vea, como se puso el Fernandito. Ahora creo que en su balcón, en vez de colgar la “cuatrobarrada”, y la “estelada” -copia de la bandera de Cuba-, ha extendido una gran toalla playera con el dibujo de los Simpson, y otra con Carpanta, para hacerle honor a Matt Groening, y a José Escobar, respectivamente. La verdad es que al final, hay que referirse a Unamuno, cuando dijo que a algunos catalanes les pierde la estética, pero la mierda también les mola un montón: ¡Toma!, y a mi, y a Quevedo también; como a cualquier cachondo de mierda.
Para esta gente solo se trata, que hoy hay que ser más catalán que ayer, y menos que mañana; y el que no esté por la labor, es un españolista, españolista que está hasta los cojones de aguantar tantísimo coñazo; y es porque sabe muy bien que la UE ya les ha dicho a esta gente que ni se prueben el traje, porque no van a ir a ninguna parte.
Jean Luc Godard dijo: “No me gusta Barcelona porque está en España, pero me gusta España porque en ella se encuentra Barcelona”. Pues eso.


05 agosto 2015

REVENTANDO EL OVARIO DE UN BOGAVENTE


Sí señor, así se lo comen, y lo chupetean, a pesar de que el ácido úrico lo tengan por las nubes, con el dedo gordo de un pié abotargado y doloroso; y el PSA, con su alacrán, el muy cabrón, que jamás avisa, haciendo de las suyas picando en la “castaña” prostática. Ellos, ambos dos, sin rubor alguno, “rajan” de los nuevos políticos, sin tener en cuenta la preceptiva tregua de los 100 días. Vamos, que ni siquiera le han dado tiempo a que salga de los toriles, el astado que han de torear en el albero político. Uno, recordando cuando formaba el último, de tres en fondo, en las izadas y arriadas de banderas en el patio de su colegio, tomando la vomitiva leche en polvo, y el queso americano del “apretón de manos”, hoy lo hace, creyendo que está en un palco proscenio, enarbolando un langostino de la Mar Chica, dando mandobles a diestro y a siniestro, como un desmadejado faraute, a todo lo que huele a cinabrio bermellón, como son las brisas desinfectantes, que han salido de las urnas. Todo ello, como un pobre pancista de estómago agradecido, muy “Prietas las Filas”, en las preciosas “Montañas Nevadas”, y con su “Cara al Sol”, que bien nos alumbra en la actualidad. Pero siempre entrando y saliendo por las poternas de la política local, o por la oscura, y empinada Puerta del Socorro, porque no le permiten acercarse al puente levadizo de la Puerta de la Victoria, en el Hornabeque, y mucho menos a la de Santiago, que es la principal de la Plaza. Dicen porque su categoría no tiene fuste, que es de andar por casa.
También pululan por las modernas barras tabernarias, que huelen a lejía, los católicos de izquierda, que cada vez yo los veo menos de izquierda, pero más católicos, o a la inversa, ..... no sé; la verdad es que me lío. Yo creo que son los que se cambian de jubón, según los aires que se respira.
Cada vez que no les aplico la planilla para tapar sus escritos, flagelándome con su lectura, tengo la impresión de que leo un procaz opúsculo retrógrado facistoide.
Albert Camús decía que de todos los santos, los que más le gustaban eran los laicos. Un poquito de retranca tenía D. Alberto, ¡eh!. Cuando se lee a este hombre, le hace sentir a uno cuando te miras al espejo, que parece que nuestros ojos muestran lo que negamos con las palabras, dejándote un tanto avergonzado, y en pelota picada.
Bueno, pues a estos venerables, e ilustres chupadores de gambas y bogavantes, los que sus espejos solo les retrotraen a tiempos “Inmemoriales”, creo que a uno, debido a su absurdo casticismo agarbanzado, adquirido bajo la visera de los 12 kms. melillenses, debiera ser nombrado: “Gran Camarlengo del Ilustre Colegio de Pancistas Agradecidos”; y al otro: “Presidente Encomiástico de la Lisonja y la Zalamería”. Claro que si lo desean, de mutuo acuerdo, bien pueden intercambiarse los títulos, porque ambos son merecedores de ellos.
Y sobre la parafernalia de imposiciones de bandas, chapones en los pechámenes y entregas de metopas, creo que como decía Quevedo antes de palmarla: “La música que la pague quien la oyere, yo no”. Yo tampoco, claro; ¿y usted?.


CABO PEDRO SEGURA, ¿O ERA DIEGO?


La verdad que el nombre de aquél glorioso Cabo siempre me ha tenido intrigado, y creo que a más de uno también, además que ahora la calle que lleva su nombre, la han convertido en plaza, que no glorieta, que hubiese sido lo suyo; ya que sobre las palabras plaza y glorieta, ésta suena como a pequeña gloria, más dulce; al menos a mí me agrada más. Como ya escribía yo en un artículo de hace algunos años, previa consulta del Callejero de la Asociación de Estudios Melillenses (AEM), donde dice que Pedro Segura fue un Cabo que en 1679, defendió con valor el Fuerte de Santiago, pereciendo junto a 25 compañeros; y que Gabriel de Morales, lo amplia en sus “Datos para la Historia de Melilla”, vol. I, págs. 71 y 72, refiriendo que el 14.09.1678, “....Después de darle humazo, el lienzo de ese fuerte se desplomó pereciendo el Cabo Diego (sic) Segura y 24 soldados. También Juan Antonio Estrada en “Población General de España”, igualmente figura con el nombre de Diego. Yo, la verdad es que no soy licenciado en Historia, ni he estudiado paleografía, solo aficionado; pero tampoco hay que hacer un master para descifrar lo que está escrito en una ostraca egipcia, para entender que algo no encaja en la denominación del nombre de esa calle. Como sempiterno preguntón quiero, y es mi deseo, a ser posible, saber la datación y el origen del nombre de ese glorioso Cabo; porque glorioso sí que lo fue, se llamase Pedro o Diego. Pienso que en los archivos municipales debe de haber alguien que sepa, como y por qué pusieron su nombre a esa calle; que por cierto ha quedado preciosa y muy bonita, con el Monumento a los Héroes de Taxdir, donde reza: “En memoria de los que murieron heroicamente combatiendo por la Patria”. Mi amigo José Luís Blasco, en Melilla, muy emocionado, me comentó y también me envió fotografías sobre lo grandioso que resultó la inauguración de ese monumento, al que ambos fuimos invitados por las autoridades militares; que yo, debido a la distancia, lamentablemente, no pude desplazarme, aunque desde estas líneas felicité, de todo corazón, a los que organizaron ese acto castrense en memoria de nuestros Héroes. Me decía José Luís que apenas vio la Bandera, los Estandartes, Guiones, y Banderines del Regimiento de Caballería Alcántara, se emocionó, recordando su niñez cuando los portaban los soldados, desfilando por la puerta de su casa-pabellón, junto a ese cuartel y el Destacamento de la “Desinfección Vizcaya”, donde yo fui soldado-sanitario, hace medio siglo. Como anécdota, sobre este Rgto. mi amigo, hace algunos años, me envió un librito, de los que él tenía varias cajas repletas, obsequio del cura castrense, que nadie se preocupó por el hallazgo, y que él, cuando era Presidente de la AEM distribuyó a todo el mundo. Yo lo transcribí en su totalidad, y gracias a la redacción de este periódico, se publicó desde este, mi humilde rincón. Más tarde, hace pocos meses, fue fotocopiado y nuevamente distribuido, en papel nuevo, a muchas personas amantes de nuestra Historia. El librito, que bautizamos, José Luís y yo, como “La Joyita”, se titula: “Que las cifras hablen”. Es el resumen de la actuación de este Cuerpo en el mes de julio de 1921. Y decimos “La Joyita”, porque está impreso, y modestamente encuadernado, en la imprenta del Rgto. en 1923. La verdad que tener en tus manos esas 14 páginas de color sepia es un lujo, que muy pocos tenemos la suerte de poseer.
Quizás mucha gente piense que yo soy un poco “tocapelotas”, pero si a esa glorieta la hubiesen bautizado con el nombre del que fuera Comandante General de Melilla, D. Manuel Romerales Quintero, ignominiosamente fusilado por los golpistas apenas comenzó el “Glorioso Alzamiento”, que Dios debió confundir, creo que se hubiese hecho una gran justicia con aquél Héroe y Mártir. Pero bueno, así es nuestra ciudad, la única que mantiene símbolos fascistas, sin respetar la Ley de la Memoria Histórica, y manteniendo a Napoleón brillando en una de sus calles: ¡manda cojones!, y a todo eso, a nadie se le cae la cara de vergüenza, cuando hace mutis por el foro; y mi petición, que vengo haciendo desde hace varios años: al carajo. Quizás, pudiera ser que algún día, que cansados de las “insistentes peticiones de algunos ciudadanos”, o “por decisión de la Comandancia General”, como leía hace poco en un libro, respecto a la Losa Funeraria de Arruit, se dignen cambiar el nombre de ese gabacho por el de otro que hubiera realizado por nuestra ciudad algo cultural. Así que los monumentos, símbolos y calles franquistas, esos: mejor no meneallos, ¿para qué?; anda y que se jodan los rojos. Pero ¡ojo!, a nuestro Cabo Pedro o Diego Segura, que ni era rojo ni azul celeste, debemos averiguar su nombre verdadero.



VILLACAMPA EN EL PRESIDIO DE MELILLA 2º

Continuando con el humilde laudo o panegírico, que intento hacerle al Brigadier Villacampa, enterrado en el modesto nicho nº 2 de la fila 2ª de la Galería Nueva de nuestro Cementerio, y para todo aquél que desee saber, hay que decir que en la Partida de Defunción del Brigadier D. Manuel Villacampa del Castillo, dice lo siguiente: “En la ciudad y plaza fuerte de Melilla, a los trece días del mes de febrero de mil ochocientos ochenta y nueve, habiéndose recibido oficio del Director del Hospital Militar de esta plaza, dando parte de la defunción de don Manuel Villacampa del Castillo y acompañando la correspondiente certificación facultativa el don Rafael Assin y Bazán, Gobernador de esta Plaza y, como tal juez de ella de acuerdo con su asesor don Gumersindo Otero Guerra y asistido de don Manuel Sánchez de Valenzuela, secretario. Dispuso de extender la presente acta consignándose en ella los datos que dicha certificación arroja y con los siguientes: Que el referido don Manuel Villacampa del Castillo falleció en dicho Hospital a las cinco de la tarde del día de ayer a consecuencia de una dilatación de la aurícula derecha con estrechez del orificio auriculoventricular correspondiente. Que era hijo de don José y de doña Rita, natural de Betanzos, provincia de la Coruña, de sesenta y dos años de edad, de estado viudo, y ex Brigadier del Ejército. Que no otorgó testamento. Y que a su cadáver le habrá de dar sepultura en el cementerio de esta plaza. Fueron testigos don Antonio López y don Alfonso Cuesta, naturales y vecinos de esta plaza, mayores de edad y solteros y se sella con el del juzgado”.
Aunque sus restos descansan en ese nicho, en el Cementerio Sacramental de San Justo, de Madrid, bajo un gran cenotafio monumental, con su apellido, en mayúsculas, grabado en mármol: “VILLACAMPA”, en espera de sus restos, descansan los de su esposa Dª Matilde Morán, desde hace 114 años. Y ahora yo les pregunto a estas autoridades: Por qué no gestionan su traslado para que descanse junto a su querida esposa, y si esto es inviable, o imposible, pues búsquenle otra ubicación junto al General Romerales, también republicano, que fue fusilado por negarse a secundar el Golpe de Estado (que Dios debió confundir) el 17.07.1936. Ya que a ninguno de ellos les han adjudicado calle ni monumento alguno, a pesar de que fueron Héroes, y también Mártires, creo que ambos merecen descansar juntos, el uno junto al otro. O al menos otórguenle una calle, o un pequeño callejón, que ya los historiadores de ojana, o sin ella, los historiógrafos, y los aficionados a ella, nos preocuparemos de que la llama en sus páginas de nuestra Historia jamás se apague.
Manuel Azaña, otro republicano, más rojo que todos los rojos, decía que la Patria es la que realiza la justicia y la libertad, la que nos presta los medios para arribar a las órdenes superiores de la cultura humana, la que nos permite realizar aspiraciones en nuestras conciencias de hombres libres, no la que nos oprima ni escarnezca nuestro íntimo sentido del derecho”.
Nemo patriam quia magna est amat, sed quia sua”. O sea que traducido a lo que usted y yo hablamos en la actualidad, quiere decir, que nadie ama a su patria porque ella sea grande, sino porque es suya; y como nuestra que es, también lo fue de aquéllos Héroes liberales a los que me he referido.

(Datos de las Bibliotecas y Archivos privados de José L. Blasco López y del autor de estos artículos).



VILLACAMPA EN EL PRESIDIO DE MELILLA 1º

Observando, y a la vez disfrutando, en un foro de Internet, de fotografías antiguas y modernas, de nuestra ciudad, he observado nuevamente el nicho del Brigadier Villacampa, con comentarios muy acertados, en el que solo figura su nombre y primer apellido: “Manuel Villacampa”, sin grado alguno, con la fecha de su fallecimiento: “12 de febrero de 1889”. Y menos mal que en la losa figura el Deo Óptimo Máximo (DOM), que seguramente lo grabarían como es costumbre en muchas lápidas de difuntos católicos. También los ramilletes de unas humildes flores, que manos piadosas depositan en su altarcito, no desaparecen nunca. Sé, y me consta, que un buen amigo cada día que le reza a sus padres, deposita en ese modesto nicho, una flor en su recuerdo; y de otro que en cada viaje que hace a la ciudad, a la vez que visita a sus padres y hermano, también lo hace al mismo nicho, al que yo llamaría: “El Gran Olvidado”, y bien que lo digo, porque lo han relegado al ostracismo, y nadie, ninguna autoridad, tanto civil como militar, jamás han adecentado su figura, en este caso su lápida, como el Héroe liberal, y republicano, que fue en vida, y que estaba en posesión de la Cruz Laureada de San Fernando. Aunque en honor a la verdad, hay que decir que en tiempos de la II República, al Barrio del Polígono se le bautizó con su nombre. Por ese motivo, a veces creo que nuestra ciudad es una “madrastra” por el modo con que se comporta con sus Héroes; porque si a otro liberal, condenado en el Presidio, como fue Francisco Sánchez Barbero, se le puso una calle con su nombre en el Tesorillo “Chico”, a pesar de que para éste Melilla era: “....aquesta mansión de criminales”, o “negra siempre abominable mansión de las cadenas”, al Brigadier D. Manuel Villacampa, solamente un humilde nicho, sin el honor merecido. También hay que decir que cuando fueron trasladados sus restos del antiguo Cementerio de San Carlos, el 31.01.1904, y depositado en el nicho nº 2, 2ª fila de la Galería Nueva, su hija, Emilia, abonó las 125 pesetas que la Junta de Arbitrios imponía como reglamento, a todos los familiares, que exigían una propiedad. Y como ya saben, los únicos que depositan flores en ese altarcito son los que ya he citado; pero me dicen que algún militar, de nombre desconocido, también suele hacerlo. Quizás todo se deba a que estas autoridades, ya sea por supina ignorancia, por la desidia, o la incuria manifiesta, que hay a mogollón, o porque les importa un carajo, como lo de la calle Napoleón que, como dice la canción sobre la Puerta de Alcalá: “......Ahí está, viendo pasar el tiempo”. Yo estoy seguro que el nombre de Manuel Villacampa, enterrado en el Cementerio de La Purísima, muy pocas personas saben a ciencia cierta quién fue, y por qué se halla en ese humilde nicho, y también el motivo por el que fue encarcelado; cómo fue su cautiverio, su condena de muerte, y su posterior indulto, para enviarlo desterrado a Fernando Poo, a perpetuidad, preso en un barco hospital; hasta que enfermo, lo trasladaron al Penal de Melilla, el 15.02.1887. A su buena hija Emilia, que solo se separó de su padre para pedirle clemencia al Presidente del Consejo de Ministros, vivió en la Calle de La Soledad, en El Pueblo, le escribieron estos conmovedores versos: “La hija de Villacampa/ llegó a Madrid/ y por donde quiera que iba/ le daban vivas con frenesí/ misión tan noble llevaba/ y con el corazón partido./ Llegó a casa de Sagasta/ a pedir por su padre querido/ los soldados de la Guardia/ no la dejaban pasar: /es que a mi Padre del alma/ me lo van a fusilar. / El Ministro se confundía / Oyéndola suplicar. / Qué cosa no le diría/ que hasta al Ministro hizo llorar”. En el Presidio solo tendría por compañía los presos políticos, y la presencia de su hija Emilia. Hubo también un joven alférez que lo cuidó “con gran vigor y vigilancia”, mientras anciano y achacoso, la vida se le iba desgastando en sus paseos por la muralla cercana al Hospital del Rey (Faro del Bonete). Ese joven alférez solo contaba 18 años, que décadas más tarde fue el General republicano D. Leopoldo Ruiz Trillo.
Al ser condenado a muerte, el General Villacampa, como masón, cuyo nombre era: “Empecinado”, con el grado 33, escribe a su correligionario, D. Práxedes Mateo Sagasta, también masón, de nombre: “Hermano Paz”, sin solicitarle clemencia: “....Próximo a sufrir la pena capital, necesito manifestar a usted, en estos momentos tan solemnes, ….a orillas del sepulcro....al enviarle a usted un cordial abrazo de despedida, pienso en mis hijos.......Mitigue usted y mis buenos amigos el dolor que forzosamente ha de causarles mi desastre, y reciban todos la cariñosa expresión de los sentimientos con que ha sido siempre de usted afectísimo y verdadero amigo. M. Villacampa”.
A raíz de esta condena a muerte, el entonces Príncipe de Gales, más tarde Eduardo VII de Inglaterra, jefe a la sazón de los masones ingleses, le conminaba al “Hermano Paz” (Sagasta), a que se le otorgara el indulto. La prensa de entonces decía que lo que no pudieron otras razones, como las súplicas de perdón de su querida hija, y las manifestaciones de la calle, púdolo la masonería. A las pocas horas de la petición del Príncipe de Gales, D. Práxedes Mateo Sagasta, llevaba a la Regente María Cristina el Decreto del Indulto, que dice así: “ Vista la sentencia dictada por el Consejo Supremo de Guerra y Marina en 4 del actual, por la que se condena a la pena de muerte al Brigadier D. Manuel Villacampa y del Castillo, y Teniente de Infantería D. Felipe González y González por delito de rebelión; de acuerdo con mi Consejo de ministros, en nombre de mi Augusto Hijo el Rey D. Alfonso XIII, y como Reina Regente del Reino, Vengo en conmutar a los expresados reos la pena de muerte por la inmediata de reclusión militar perpetua, con las accesorías designadas en la parte dispositiva de la sentencia. Dado en Palacio a cinco de octubre de mil ochocientos ochenta y seis. María Cristina. El Ministro de la Guerra Joaquín Jovellar”.
Datos de las Bibliotecas y Archivos privados de José L. Blasco y del autor de estos artículos


SOBRE EL DESAPARECIDO GENERAL SILVESTRE


Yo siempre he pensado que cuando se habla, o se escribe, sobre los Héroes y Mártires, se debe hacer con el máximo sentido de la objetividad; y si se siente la Patria hasta las trancas, aún más.
En el “Atril Ciudadano”, de la página 3 de este diario, de hoy jueves 30 de julio, leo con sorpresa, y fascinación, lo que alguien escribe sobre la desaparición de nuestro General Silvestre en los fatídicos días del “Desastre de Annual”. Sin datos que acrediten lo que escribe, hace la conjetura más ignominiosa que se haya podido decir sobre aquél heroico militar. Como “su huida del campo de batalla, barajando alcanzar un barco, a lomos de un mulo, ya que se tarda menos de una hora desde Annual hasta la costa. Y una vez a bordo los oficiales al mando se encargaron de hacerlo desaparecer”. A continuación, también con conjetura, dice que “....Silvestre no encajaba en la trama golpista contra la Monarquía, con la misión de provocar el desastre del Ejército Español en Annual, para que las logias de presión y la cúpula castrense dispusieran del argumento infalible ante la opinión pública española para derrocar a Alfonso XIII”.
Ante estas conjeturas, que no tienen fundamento alguno, creo que antes de ponerse a escribir sobre un tema tan delicado, solamente para desprestigiar a un militar, como lo fue el General D. Manuel Fernández Silvestre, habría que informarse, y leer, leer hasta el cansancio, y una vez hecho, volver a leer todo lo referente al tema que nos ocupa, en este caso sobre la muerte de aquél General, que como gran hombre de honor, subestimó la crueldad, y bestialidad, del enemigo, el que una vez rendidos nuestros soldados en las distintas posiciones, enfermos, heridos y sedientos los masacraron con total impunidad; por eso aparte de ser Héroes, también fueron Mártires.
Por otra parte hay que decir que cuando ascendió a Brigadier, el 19.06.1913, y nombrado Ayudante de Campo de Alfonso XIII, el 9.07.1915, función que desempeñó hasta julio de 1919.
Existen varias versiones sobre su muerte: Que murió el 22 de julio, en circunstancias no esclarecidas. Mientras otra versión dice que al ver el desastre, se metió en su tienda de campaña y se voló la cabeza. Otra, que fue abatido a tiros por los rifeños junto con el coronel Manella y varios oficiales que trataban de defenderse, lo cual cuadraría más con su carácter. También dicen que rogó a sus inmediatos colaboradores que se marchasen, y lo dejasen solo, para dirigirse a los parapetos, y a pecho descubierto lo vieron situarse junto a una puerta muy batida por el fuego de los rifeños. Allí permaneció durante unos minutos, como ensimismado, increpando a unos soldados indígenas, que cobardemente se pasaban al enemigo.
Otra versión es la del Teniente Coronel Pérez Ortíz, última persona que lo vio con vida, “a pié, firme en su puesto, disparando con su pistola contra los moros, que ya habían comenzado a tomar por asalto la posición”.
Otra versión, y esta creo que es la más verosímil, es la del propio Abdelkrím: En marzo de 1954, exiliado éste en Egipto, recibió en su palacio de El Cairo al periodista español Fernando de Cambra; y en un momento de la entrevista, el periodista le preguntó, qué fue del General Silvestre: “¿Cayó luchando, lo asesinaron, murió en cautiverio?”. “No, nada de eso,-respondió el Abdelkrím- si hubiera sido hecho prisionero le habríamos respetado la vida, como hicimos con el General Navarro. El General Fernández Silvestre se suicidó en Annual cuando vio que la posición ya no podía resistir más. Fue un bravo soldado que no admitía la derrota. Tal vez fuera demasiado impulsivo. Tuve entre mis manos su fajín”.
A este conjeturista de ojana, yo le recomiendo la lectura de los libros siguientes: “Historia Secreta de Annual”, de Juan Pando; “Abdelkrím y el Protectorado”, de José María Campos Martínez; “Abdelkrím y la Guerra del Rif”, de David Woolman; y “El Derrumbamiento”, (La verdad sobre el Desastre del Rif); de Augusto Vivero, publicado en 1922, con el lenguaje de la época. Le hago hincapié sobre estos dos últimos, esperando que sus conjeturas se diluyan en eso: solo en conjeturas. Así que le ruego que la próxima vez, si es que la hay, escriba con objetividad y con el máximo de los respetos hacia un General español, como O´Donnell hizo con Muley Abbas, cuando éste se rindió en Castillejos: “.... En la conferencia fueron sucesivamente aceptadas todas las condiciones. La insistencia con que pedía la paz, su elevada condición de Califa y la dignidad con que soporta su desgraciada suerte me movieron a rebajar a 20 millones de duros la indemnización; no me pareció generoso para mi Patria humillar a su enemigo, que si se reconoce vencido dista mucho de ser despreciable.....”.



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