27 febrero 2006

Poema



Hubo un hombre
que cuando las flores
del Lobera parecía que dormían
al sentir sus pisadas vacilantes
el jardín se estremecía
escondiendo en la tierra
sus lágrimas de agua.
El pénsil triste y solitario,
oía, igual que los niños,
la carcajada violenta
de aquél vesánico orate.



Hubo un hombre que no le importaba pisotear los jardines del Lobera.   (año 1969)

A los zapateros... / Meaero de la Reina...

A LOS ZAPATEROS Y A ALBERTO, EL LATERO, HEBREOS, ANTIGUOS ARTESANOS DEL RASTRO.


Cuando el Rastro de Melilla, en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, era el típico zoco donde se podía encontrar, desde un tornillo oxidado en la “ferretería” de Bonilla, o en la de la señora Dolores, hasta un burro lleno de mataduras dispuesto para su venta cerca de las Barracas de San Francisco, conocí a un señor alto que era latero, más bien lañador, como se les conoce a las personas que desempeñan -o desempeñaban- ese modesto oficio.  Aunque para algunos es humilde, para otros es un arte.  El único latero que había en El Rastro era Alberto, un hombre alto y fornido con su hijo como único ayudante, que también se llamaba Alberto. Su “taller”, cuatro palos y una lona como techo, lo montaban cada mañana junto a la carbonería de Pepe, en la muralla del Colegio de Artes y Oficios Aplicados, o Tiro Nacional.   Alberto era el hebreo atípico que sin practicar del todo su religión parecía un doctor en las leyes del Tora, libro que siempre citaba. A pesar de los pocos dientes que le quedaban en sus melladas encías poseía una sonrisa tan agradable que inspiraba confianza y ternura hacia todo el mundo, y más a las clientas por su zalamería.  Mientras que las mujeres hacían sus compras en los puestos de verduras y frutas cercanos, él se enfrascaba con su soldador, calentado en un anafre con carbón de la fragua cercana, en tapar con estaño los agujeros de las ollas y sartenes que les entregaban para sus reparaciones.  Siempre me admiraba la maestría que tenía en cortar las latas con su mellada tijera, que nunca afilaba.  Sus manos, que más bien parecían guantes de boxeo con las palmas abiertas, no le impedían hacer filigranas con las chapas sobrantes.  Alberto y su hijo eran los típicos artesanos que lo mismo fabricaban un jarro para la leche, que una olla para el cocido.  Frente al “taller” de Alberto se encontraban otros “talleres”, pero éstos eran de otra clase de artesanía; eran de los hebreos zapateros.  Las montañas de cubiertas de ruedas de coches junto a sus sillas bajitas, parecían que estaban enterrados en ellas.  El olor al caucho recién cortado con las cuchillas afiladas y al humeante té sin colar, en un vaso repleto de hierbabuena, mañanero de las 11, son un recuerdo constante de aquéllos años tan intensos.  José con su mostachón de guardia de zarzuela era, al parecer, el mejor zapatero de todos. Aquéllos zapatos de recio material, remendados por los hebreos de El Rastro, con sus medias suelas de gomas de ruedas de coche, donde el dibujo de la cubierta lo situaban para la pisada, servían para correr, para darle patadas a las piedras, para jugar al fútbol en mitad de la calle, o en el “Campo de las Pieles”, en la Carretera de Hidúm, cerca de los patios Florido, Montes, Adan, y otros cuyos nombres se pierden en mi memoria de adulto.  El lógico inconveniente que existía era que, como duraban “toda la vida”, cuando crecíamos pasaban a los hermanos chicos, quienes los tenían, o a primos y vecinos, y algún  que otro allegado, que siempre los había.  Como el endurecimiento del alma es debido a la voluntad de olvidar los pasajes más gloriosos y bonitos de nuestra vida, a mi me encanta no olvidar nada de lo sucedido en mi niñez, porque eso es lo que verdaderamente me queda de aquéllos años.
     En aquéllas reuniones de zapateros, herreros y el latero de El Rastro, junto a unos vasos de té recién traído del cafetín existente entre los bares “La Maja” y El Mortero”, supe que en los primeros años del siglo pasado el primer restaurante público de Melilla estuvo instalado en el único edificio de varias plantas que por entonces existía en El Polígono; edificio que en la actualidad aún se conserva frente a lo que fue antigua bodega “La Oficina”, del señor José, santanderino él.  A éste restaurante lo bautizaron con el nombre de “Asia”.  Según algunos antiguos del lugar ese nombre lo rotularon en una de las calles cercanas a la de Toledo, debido a que su nombre fue en memoria de un regimiento, que a finales de 1893, estuvo destacado en el mismo lugar, y cuyo dueño fue un antiguo soldado del mismo, que al enterarse que en Melilla se encontraban sus antiguos compañeros cuando ocurrieron los hechos de la llamada “Guerra de Margallo”, o “Guerra Chica” (1893-1894).  Este antiguo soldado del Regimiento Asia, cuando fue rechazado por la edad al presentarse como voluntario para estar junto a sus antiguos compañeros, montó el famoso restaurante bautizándolo con el nombre de su regimiento: “Asia”.  Si hay alguien que tenga otros datos le ruego me lo haga llegar por este medio.  Lo digo para que los jóvenes –y no tan jóvenes- sepan algo de nuestra Historia.
                                        Juan J. Aranda
                                        Málaga febrero 2004
  












“MEAERO DE LA REINA”  DE PUERTO REAL, CADIZ


Hace días la leer a Ángel Castro en su “Otra Mirada” refiriéndose a que hace muchos años los telegramas se pronunciaban con una tilde en la segunda e: telégramas; debo decir que yo he conocido esa costumbre desde una ventanilla receptora de esas misivas. Cuando actuaba como funcionario de Correos en la Sucursal nº 7 de Málaga, tuve la ocasión de leer el nombre de una calle, o barriada de Puerto Real, Cádiz, más original que en mis treinta y ocho años de labores postales jamás he podido ver.  Tengo que decir que cuando lo leí para comunicarlo a su destino, ya que era un giro telegráfico, quedé extrañado, pareciéndome al principio una grosería por parte de quien presentaba el impreso relleno y el dinero del giro.  El usuario, -antes se les llamaba así, ahora son clientes-, muy comprensivo, amable y también sonriente, me dijo que la calle se llamaba así, tal y como se podía leer.  Yo quedé como si me faltase algo.  Me bullía la curiosidad, porque aquello no era normal.  Cómo se iba a llamar una barriada: “Meaero de la Reina”.  La gente de Correos y Telégrafos, a pesar de las distancias entre una oficina y otra, aunque estén ubicadas en distintas ciudades, y también no nos conozcamos personalmente, solemos ser muy serviciales y buenos compañeros.  Ni corto ni perezoso me puse en comunicación con mi compañero Francisco Pineda, Jefe de la Oficina Técnica de Correos y Telégrafos de Puerto Real, en Cádiz, y le pedí que hiciera el favor de indagar el origen de ese nombre tan peculiar que existía en una de las barriadas que él servía como funcionario postal.  La gente de la Tacita de Plata como todo el mundo sabe es la que más jugo le saca al cachondeo, bordándolo y sacándole punta a todo.  Pineda me contestó, después de haber consultado con el Archivero de ese Ayuntamiento, que en una zona de Puerto Real existe una barriada que la llaman popularmente: “Meaero de la Reina”.   Según éste funcionario municipal en el archivo de Simancas hay un documento que dice: “Encontrándose el Cortejo Real en labores de despesques en la Salina de la Zona, la Reina y su Cortejo se alejaron un poco montando un campamento donde poder hacer sus necesidades fisiológicas y perentorias”.  O sea que Su Majestad, como cualquier mortal, cuando le venían las ganas de evacuar su vejiga se alejaba con discreción haciendo sus necesidades más perentorias, y los gaditanos no tuvieron otra ocurrencia que dedicarle, popularmente hablando, una barriada al urinario real y así perpetuar el lugar donde meaban la reina y su séquito.  Otra de las anécdotas referentes a la entrega de telegramas fue la de una señora que envío un telegrama a su hija, residente ésta en un pueblo de Córdoba, con el texto siguiente: “Ponte en camino, mamá muerta”.  Claro está que la hija apenas llegó apresurada y llorosa a su casa y encontrarse a su madre vivita y coleando se quedó de piedra. El verdadero fin del telegrama era que la hija no le enviaba ni un céntimo a su madre y ésta para poderla ver no tuvo otra ocurrencia que decirle que se pusiera en camino porque la que la parió se le había olvidado de respirar.  Y ya que estamos con temas postales, cuentan que el General don Valeriano Weyler recibió una carta de su hijo pidiéndole éste 500 pesetas.  El General le contestó con un telegrama enviándole 50 pesetas y comentándole: “Ahí te envío las cincuenta pesetas que me pides, y te advierto que cincuenta se escribe con un solo cero”.  Por lo visto este general era un poquillo tacaño. Otra anécdota: cuando por Correos estaban permitidos los jeroglíficos en las direcciones de las cartas yo tuve la oportunidad, entre cientos de ellas, de ver una en que la única dirección era el mapa de España con los dos puntitos: -Ceuta y Melilla-, y cruzando el mar una flecha que lo atravesaba desde el norte hasta el puntito de nuestra ciudad.  En el sitio de las Baleares había dibujado dos fuentes idénticas con sus chorritos y todo, un río, las estrellas de un oficial del ejército y el anagrama de una de las armas militares.  Estaba claro que la carta iba dirigida a un oficial de dicha arma, pero hasta que no se pudo establecer que ese oficial tenía los apellidos: Fuentes y Río, pasaron varios días.  Un tío mío, también funcionario de Correos, fue el que me comentó que el destinatario había recibido su carta en propia mano.  Carta que yo le envía en el interior de un sobre oficial y con una adjunta para que fuese entregada, si fuera posible, al destinatario.

A la antigua escalera del Sagrado Corazón

A LA ANTIGUA ESCALERA DEL SAGRADO CORAZÓN

     Hace algunos años subía yo por la escalera del Sagrado Corazón y recordaba la estructura que tenía la antigua, con los dos descansillos donde el primero era el meódromo público donde las vejigas con apretujones  e incontinencias se desahogaban en el rincón del primer tramo.  El segundo descansillo, que estaba situado a la izquierda, era más amplio y parecido a un mirador, divisándose la plazoleta del quiosco, la imprenta La Española y el portal de mis amigos, los hermanos Roldán.  Aquélla preciosa escalera tenía en todo su contorno una balaustrada con los marmolillos panzudos donde los niños de los colegios de Ataque Seco y el de don Isidro (éste colegio era de la Iglesia) asomábamos las cabezas, que más de uno lo pasamos mal dado que nuestras chorlas una vez introducidas por los marmolillos luego costaba sacarlas; solamente salía con tranquilidad y con la ayuda de algún mayor con buen corazón.  Ésta escalera, la moderna, bajo mi punto de vista, y que el arquitecto que la proyectó me disculpe, la encuentro muy cutre.  Quizás estos escalones no resbalen como la antigua, de mármol rubio oscuro, que se ponía tan brillante apenas le caían cuatro gotas.  Ésta es recta y creo que más de un jubilado se lo piensa un poco antes de emprender la subida, o la bajada. Pero lo que más se advierte y esto muchos coetáneos míos lo recordarán: la puerta, a veces abierta y otras tapiada del refugio que se comunicaba con la otra situada en la calle de Roberto Cano, donde estaba la antigua “fábrica de la luz”.   ¿Existirá aún ese pasadizo-refugio en las entrañas de la Iglesia del Sagrado Corazón?.  Solo es un recuerdo.
     Reciban un cordial saludo.

Mi rechazo a la propuesta para que el chelja sea lengua vehicular en la ciudad autónoma

MI RECHAZO A LA PROPUESTA DE QUE EL CHELJA SEA LENGUA VEHICULAR EN MELILLA
     
Menos mal que el Partido Popular, a pesar de decir tantas barbaridades contra el Gobierno nos ha proporcionado una alegría con su rechazo en el Congreso para que el chelja, originaria del tamazight, no sea una lengua vehicular en la Ciudad Autónoma.  Gutiérrez dice que es extemporánea, o sea que es impropio del tiempo en que lo están planteando y que es inoportuno e inconveniente.  Yo voy más adelante: que no es a España a la que deben solicitar esa ayuda, sino a Marruecos, que es el país de donde proceden tanto la lengua como los que la reclaman para una ciudad española, y que se lean todos los apartados del artículo 5º del Estatuto de Autonomía de Melilla, pero que se repasen cuidadosamente el D y el H. En el D dice: “La superación de las condiciones económicas, sociales y culturales que determinan el desarraigo de colectivos de población melillense”.  Y el H: “La promoción y estímulo de los valores de comprensión, respeto y aprecio de la pluralidad cultural y lingüística de la población melillense”.  Superación de desarraigo,  promoción, estímulo, respeto, aprecio.  Ahora los que se deben sumar a ese rechazo son los dirigentes socialistas de Melilla, o sea, el PSOE; al menos a mi me agradaría leerlo en la prensa, y a ver si se dejan ya de dorarle la píldora a estos señores y piensan que la única cultura que existe en nuestra ciudad es la española, la occidental, la europea, y se olviden de las urnas y piensen sin atisbo de chauvinismo patriotero, en su país.  Hace algunos años Holanda exigía a sus inmigrantes no europeos un examen de formación cívica compuesto en dos partes, la primera: teórica, sobre la sociedad holandesa, su historia y sus costumbres, y la otra: la lengua, el holandés, claro está, no las de sus orígenes.  Las pruebas estaban pensadas para los originarios de Marruecos, Turquía y Surinam, la que fue su antigua colonia en el Caribe.  Tirando de hemeroteca y remontándonos al 4 de noviembre de 2002 en este mismo diario podremos leer a Francisco A. Marcos Marín en su artículo: “El costo de las lenguas”,  en el que dice una verdad de la que mucha gente “seudointelectuales” no quieren oír ni tampoco saber pero que sigue siendo una verdad como un templo, y es que: “en la Melilla actual, la única lengua que aporta valores de progreso, en términos de democracia, de economía, de sociedad, es el español (castellano).  El bereber (chelja) es una respetable foto de familia; pero no un medio de integración en la cultura en general, a la que se aspira”.  Este hombre que es catedrático de Lingüística General de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Lengua Española en Roma, La Sapienza, también es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de la Academia Argentina de Letras, al final de su largo artículo dice: “Los españoles monolingües, por su parte, harían bien en meditar el hecho bien conocido que ninguna lengua, por importante que sea en un momento histórico, tiene garantizado su futuro.  Desaparecieron grandes lenguas como el latín, el griego y el antiguo egipcio, y surgieron en pequeños rincones, otras, como el inglés y el español, que hoy son dominantes.  Pero el mañana, que será distinto, no se hará a golpe de talonarios, y menos de talonario ajeno, sino con sentido común”.  Lo de talonario ajeno habría que aplicarlo, como digo al principio, a que deben solicitar la ayuda a Marruecos, no a España, porque aquél es el padre y la madre del chelja, y país originario de todos los peticionarios, y España es la que los ha acogido.  Como curiosidad, y hablando hipotéticamente, me gustaría saber si es el susi, el rifi (chelja) o el braber, lenguas originarias del tamazight, que no se entienden entre ellas, cual de les tres es la que desean que sea cooficial en la ciudad; porque el tuareg o lo que hablan en la kabilia argelina, que también son tamazight, como están tan lejos y tampoco se entenderían, no cabe en sus peticiones.  Y ya que estamos en plan preguntón, también les gustaría saber a mucha gente, por parte del Cronista Oficial, desde cuando empezaron a empadronarse nuestros vecinos fronterizos, y cuantos fueron; y también desde cuando obtuvieron la nacionalidad española, o la doble, porque haciendo un símil -lo siento, no he encontrado otro- de la película “Doctor Jekill y Mister Hyde”, muchos de estos señores cuando se encuentran en Marruecos con su necua, son el Doctor Jekyll, hombre prudente por si las moscas, pero apenas pasan Beni Enzar, sacan nuestro DNI transformándose en un pedigüeño Mister Hyde solicitando cosas que saben son imposible de alcanzar por su naturaleza absurda.
Esta es mi opinión.  Que lo pasen bien.
                    
                              Juan J. Aranda
                              www.juanaranda.blogspot.com
                              Málaga marzo de 2006

20 febrero 2006

Los pinos de mi amigo Miguel Balboteo

LOS PINOS DE MI AMIGO MIGUEL BALBOTEO

     Antes que nada quiero darle un abrazo a mi amigo de siempre, Miguel Balboteo.  Cuando leí la publicación en la que estaba sembrando pinos en un semillero para plantarlos en la Calle de Castellón de la Plana se me vino a la memoria nuestra niñez, y lo primero que hice fue llamar a Paco Romero Pelegrí para que comentarle lo que venía escrito en éste periódico, y solamente recordaba nuestros juegos: el de piola; el de las bolas; los partidos de fútbol en plena calle, “sollándonos vivas” las piernas; el alquiler de tebeos y novelas en la casa de Enriqueta -Queti-, la que tenía una vejiga de marrano que siempre inflaba para soltar la pedorreta cuando alguien pasaba cerca de nosotros, para así culparnos de ello; el intercambio de huesos de albaricoque (oñita, oñate y chocolate) en pleno verano, que siempre llevábamos en una bolsa, junto a otra llena de bolas; el juego de la cuarta :“¡vá!,…. dicho”, con una pequeña suela de goma y envoltorios de caramelos como moneda de cambio; el glorioso trompo, en el que metíamos cagajones del burro de Valero en el boquete de la púa para que ésta quedara más firme, siendo una tontería, pero para nosotros era una verdad algo sagrada; las colecciones de chapas de las gaseosas, que luego forrábamos de colores para competir como si de un partido de fútbol en miniatura fuera. De los carros de bolones rodando por Castellón abajo hasta el Colegio de Ataque Seco, o por calle Duque de la Torre Teruel, Sagasta y Cádiz.  El “arrastraero” de latas el Domingo de Resurrección, saliendo del apestoso urinario frente al Cementerio Castelar abajo y llegando hasta el callejón de Málaga (actual Soledad).  Este urinario estaba ubicado en el sitio donde en la actualidad  se encuentra el tanatorio. La verdad es que era una gozada.  
Mi querido Miguel, debes perdonarme si te digo que en nuestra calle de Castellón jamás ha existido pino alguno.  La verdad es que con mi memoria sesentona he recorrido desde el comienzo de la calle, a espaldas del colegio, hasta el Cementerio, y no he encontrado ningún pino del que dices que existían.  Solo he visto una calle alegre, sin aceras, sin apenas coches, con el antipático tío de los helados, el de la cañadú (la Meona), a gorda el cacho; con la gente sentada a las puertas tomando el fresco en verano, y en invierno con los braseros de picón  ardiendo con varias cáscaras de naranjas oreándose.  El burro de Valero y la señora Margót rebuznando cada vez que pasaba por su lado la burra del “Pistolero”, el que vivía cerca de tus abuelos.  La barbería que estaba frente a la carpintería junto a la fuente, y a la tienda de mi tio Andrés (antigua de Castaño).  Más arriba y frente al Callejón del Curruquero el obrador de la confitería España, y frente a éste: tu casa, junto a la de la señora Ascensión.  Y si seguimos hacia arriba está el callejón de Pepe Matías, el de la señora Antonia, la Planchadora; el del Aceitero (el mío), y finalmente el de Bernardino de Mendoza, el que en 1549 proyectó el traslado de la Plaza a La Laguna (Mar Chica), pero como no fue viable se quedó en agua de borrajas.  Y caminando hacia el Cementerio tenemos (teníamos) una gran arboleda de eucaliptos, no de pinos, plantados en los años treinta, en tiempos de la II República, en toda la Rambla del Agua en los finales de las calles de Explorador Badía, Barceló, Padre Lerchundy, Castelar, Duque de la Torre y Castellón de la Plana; pero de pinos, mi querido Miguel, no he encontrado ni uno.  De verdad que los únicos que veo son los del Parque de Lobera junto a los bancos en forma de grandes nichos, y los que hacíamos nosotros, los niños cabeza abajo.  Créeme que tu labor es encomiable y espero que no caiga en saco roto, y que el Consejero de Medio Ambiente no se quede en “cuarto y mitad del cuarto” con sus promesas. Yo espero que sonrías y que esta rectificación haya servido para que sigas en tu empeño, y si aparte de coníferas te ayudan a plantar alguna jacaranda de flores lilas o naranjo de cachorreñas, la cosa quedaría cojonuda.
Recibe un fuerte abrazo, y por supuesto sin acedera.  Tu amigo.  Juan J. Aranda.
  

Reunión anual de los antiguos residentes de Villa Alhucemas

REUNIÓN ANUAL DE LOS ANTIGUOS RESIDENTES DE VILLA ALHUCEMAS

     El sábado 18 de febrero se celebró una cena en el Hotel Alay de Puerto Marina en Benalmadena Costa en el  “Encuentro Anual de Antiguos Residentes de Alhucemas-Villa Sanjurjo”.  Manolo Palomo, su presidente, que lo es también del Museo Mapal, me comentaba que al encuentro invitó a Oña, de TV Melilla, al Presidente Imbroda, y a Francisco Bravo Liñán, técnico de turismo.  A Canal Sur también se le llamó para que cubriera la noticia y ninguno de ellos acudió.   Pero lo que más agradó a los reunidos allí, que eran cerca de cuatrocientas personas, fue la llegada de una treintena de villeros residentes en Melilla que se desplazaron hasta Benalmadena para estar con sus antiguos paisanos y amigos.  Francisco Bravo Liñán, antiguo director del Colegio Melchor de Jovellanos, que en la actualidad ejerce en Ceuta, se desplazó desde la ciudad hermana para recibir una metopa en agradecimiento a su labor como enseñante durante ocho años en ese legendario colegio español. El pintor Manuel Iglesias hizo entrega de varios de sus cuadros a los homenajeados. También hubo nombramientos de socios de honor.  Tanto Palomo como sus colaboradores lo tienen montado de forma que cada dos meses editan una preciosa revista donde sus colaboradores hacen sus trabajos con el cariño y el mimo de una criatura. El actual Alcalde de Alhucemas y su Concejal de Desarrollo acudieron como es su costumbre, ya que el primer edíl de esa ciudad siente un especial cariño por los españoles antiguos residentes de su pueblo.  Me comentaba Palomo que este alcalde ha invitado al Real Madrid a su pueblo para recaudar fondos para los damnificados del terremoto; también se ha comprometido a celebrar el próximo encuentro en Villa Alhucemas.  Ante todo esto yo no entiendo cómo es posible que tanto el Presidente de la Ciudad, Imbroda; la TV Melilla por medio de Oña,  el técnico de turismo, Alejandro Jiménez, fuesen invitados con toda la ilusión del mundo al evento y los tres declinasen la invitación.  Claro la treintena que se desplazaron desde Melilla a Málaga no están necesitados de votos, solamente acudieron para estar con sus amigos y familiares.  Yo no sé si a la TV Melilla, o sea, al señor Oña, le hubiese interesado cubrir esa clase de reuniones de unos señores que llevan a sus espaldas más de cincuenta tacos de almanaque fuera de su pueblo natal y que residen en nuestra ciudad casi toda la vida; otros están en los cuatro puntos cardinales de la Península, pero si hubiesen hecho una excepción con ellos creo que habría quedado como muy “guay”.  Algunos de ellos les hubiesen contado que cobran una mísera pensión; otros que llevan años en busca de papeles que no reciben, en fin esas cosillas que ocurren cuando un país como España abandona lo que durante cincuenta años administró.  La ausencia del señor Imbroda está justificada porque qué pinta él en esa reunión de gente que no es de Melilla y que no vota en la ciudad, a excepción de los treinta que sí lo hacen y que fueron a Benalmadena.  Lo del técnico de turismo, señor Jiménez, a lo mejor el hombre tuvo que acudir a otro lugar y su agenda estaba muy apretada.  Dice Manolo Palomo, que es más bueno que el pan cateto, que para el año que viene quizás haya más suerte. En fin que están disculpados, ellos se lo han perdido, y pelillos a la mar.  
De parte de todos los antiguos residentes de Villa Sanjurjo- Alhucemas, y del mío también, reciban un cordial saludo.

                                   Juan J. Aranda
                                   Málaga febrero 2006

El Bable y el Chelja

EL BABLE Y EL CHELJA

“CpM aboga por separar Ceuta y Melilla en la protección de sus lenguas minoritarias”. ¿Qué lenguas?.  Aberchán subrayó la importancia de que la proposición no de ley que Llamazares, de IU va presentar, o ha presentado ya, para la protección del tamazight (chelja) salga adelante en el Congreso lo que permitiría que esa lengua rifeña, marroquí, o sea, extranjera, obtenga el mismo tratamiento que el Bable en Asturias.  En caso de que la Cámara diera finalmente su visto bueno a esta proposición no de Ley, dice que “la Administración tendría que liberar los fondos públicos -que pagamos todos- necesarios para divulgar el tamazight (chelja) en los aspectos que defienden y velar por su cumplimiento”.  Así, dice, la aprobación de esta iniciativa presentada por IU permitiría “recuperar la identidad cultural perdida que es patrimonio de todos los ciudadanos melillenses”.  Tengo que decirle, aunque haya gente que piense lo contrario, que la cultura que existe en Melilla es la española; la occidental, desde 1497, por lo tanto esa no es la mía ni la de muchos políticos que ejercen como tales en la ciudad, y que se callan como zorros por las cajitas que cada cuatro años se abren en los colegios.    
“Art.3º de la Constitución. Apdo. 1: El Castellano es la lengua española oficial del estado. Todos los españoles tienen el DEBER de conocerla y el derecho de usarla. Apdo.2: Las demás lenguas españolas serán siempre oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. Apdo. 3: La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”.   Estatuto de Autonomía de Melilla.  Art. 21, apdo. 15: “Promoción y fomento de la cultura en todas sus manifestaciones y expresiones”.  Art. 27: “Todas las competencias de la ciudad de Melilla se entenderán referidas a su territorio”.  O sea que la Carta Magna dice que todos los españoles con DNI como el que yo tengo debemos conocer el castellano y el derecho a usarlo.  Sobre las demás lenguas serán oficiales en sus respectivas CCAA, y la riqueza de los distintos modos lingüísticos dice que como patrimonio cultural será objeto de especial respeto y estará protegida.  Y en nuestro Estatuto de Autonomía dice que se promocionará el fomento y la cultura en todas sus manifestaciones y expresiones, y que las competencias de la Ciudad de Melilla se entenderán las referidas a su territorio, o sea, España.  De verdad le ruego señor Aberchán que me aclare: cómo quiere usted que el chelja, tamazight, milenario según usted, (pero eso es otra historia); la que yo me refiero y usted me ha entendido es la lengua rifeña, el chelja, la que han hablado sus ancestros, marroquí, extranjera, sea tratada igual que el Bable, que es una lengua española por los cuatro costados.  También le digo que la astur tiene varias vertientes: la de Gijón, la de Mieres, la de los Valles de Somiedo y la zona de Teverga.  Y si el coordinador de IU, asturiano él, está de acuerdo en ello, creo que muchos de sus votantes comunistas que hay en la ciudad le harían un buen corte de manga desde el Torreón del Bonete.  Usted imagínese que en un pueblo de diez mil habitantes, de cualquier provincia, residen setecientos inmigrantes marroquíes de aluvión, como ocurrió en los años ochenta en Melilla, y que estos soliciten al alcalde de ese pueblo que la lengua que chamullan (hablan) en su tierra de orígen sea también oficial en ese pueblo, y por ende que el Parlamento lo apruebe.   Pues eso es lo que ha ocurrido en Melilla desde hace una década y lo que desean ustedes, oriúndos del Rif.  Para esto la única solución es que Marruecos, que es el padre y la madre del chelja, lo amamante, le limpie los pañales, lo eduque con sus profesores, pero que sea con los presupuestos de su estado y lo ponga a trabajar; como hace España con el Instituto Cervantes desde hace años en muchas ciudades del mundo.  Eso es lo más lógico, y lo que miles de melillenses y peninsulares pensamos al respecto.
Lo que verdaderamente me extraña es que los distintos partidos políticos que existen en la ciudad, aparte del suyo, claro está, no le hayan “aconsejado” que plantease todo esto sin el argumento falso, sin hacerlo aparentemente verdadero que induce a que la gente lo tome a error o a un engaño, lo que el RAE denomina: Falacia.
Reciba un cordial saludo.
                                   Juan J. Aranda
                                   Málaga febrero de 2006

14 febrero 2006

Las "perdices" de Manuel Vicent

“LAS PERDICES” DE MANUEL VICENT
     El día 28 de noviembre de 2004 en el periódico El País, Manuel Vicent, en su artículo dominical titulado: “Perdices”, dice: “Nadie les va a quitar las fincas rústicas y urbanas, podrán continuar matando cochinos, venados y perdices hasta el final de sus días, seguirán saludando con una cigala en la mano a sus amigos en las marisquerías, (…..). Darán dentelladas de escualos en despachos insonorizados, y después de una vida llena de tajadas volaran al cielo donde serán recibidos por Dios con los brazos abiertos bajo una lluvia de mazapán, (….). Sus vástagos nacieron en lámparas que iluminaban bibliotecas hasta el techo; se educaron en buenos colegios, merendaban chocolate con picatostes,  cuando por la calle el hambre corría como un viento helado. Algunos tuvieron preceptores, todos fueron a la universidad como el río va a la mar.  Pero a la hora de afrontar un problema político o un conflicto de intereses económicos raramente utilizan la inteligencia, la ironía o la sutileza del espíritu florentino, sino la bronca y el trabarse cuerpo a cuerpo.  Hay una derecha baja, advenediza, con el riñón bien forrado, nuevos demócratas con los huevos de oro, que intelectualmente llevan el cinturón por debajo de la tripa.  Esos están ahí y actúan como de ellos se espera -<(como el senador que dijo que Zapatero entró en la Moncloa en un tren de cercanías)>-.  Por el contrario, me refiero a esa clase de seres que tuvieron la cultura a su alcance  desde niños, que se saben las reglas de urbanidad, que manejan con elegante naturalidad la servilleta, toda clase de cubiertos y las distintas copas de vino en la mesa, y en cambio en los mítines y en los debates del Congreso es como si llevaran las uñas sucias, comieran con los dedos y echaran regüeldos. Por eso habría que repetirles: Relájense, lo tienen todo a favor, pero sean más sutiles; nadie les va a quitar nada y mientras exista el Derecho Natural en sus fincas no faltarán cochinos, venados y perdices”. Ni tampoco les van a quitar las pagas vitalicias a muchos senadores y diputados que entre todos los españoles, con nuestros impuestos les abonaremos cuando se retiren.   Yo creo que esta derecha que pide firmas contra la Reforma del Estatuto Catalán por algunos colegios de Granada a menores de edad, que hay que tener la jeta como el acero para hacerlo, le preguntaría si cuando la guerra de Irak, el señor Aznar en vez de reunirse con sus amigos Busch y Blair en las Azores a tomarse su cafelito hubieran puesto esas mesas petitorias en todos los rincones de todas las ciudades de España con la pregunta de si deseábamos que nuestros soldados participaran en una guerra que la ONU no autorizó, y que su hijo y todos los hijos de los que estaban de acuerdo estarían en primera fila para su embarque.  No las pusieron porque en las calles de esas ciudades cientos de miles de personas solo ladraban el rencor por las esquinas con el  ¡No a la guerra!. Yo creo que en vez de desear con tanto ahínco el poder, debieran tener algo de  ganas de cooperar con su gobierno en todos los aspectos.  Que los votantes de su partido ayuden a sus dirigentes a encontrar los papeles que perdieron apenas perdieron en marzo de 2004, porque la verdad es que los papeles los han perdido, y ya un poco de grima escuchar y leer cada día lo mismo.  Yo les digo como Vicent: cálmense, por favor, que no les van a quitar nada; ustedes van a seguir lo mismo, y si se deciden ayudar al Gobierno, el del Estado, el suyo, codo con codo, sin demagogia, sin meter la patita, quizás, a lo mejor, tal vez, pudiera ser, que en las próximos comicios puedan sentarse en las poltronas de la Moncloa, pero así solamente se comerán el rosco de la derrota, claro que después de haberse zampado el sapo de 2004, que aún lo tienen croando arriba y debajo de la garganta.

     Reciban un saludo.

                                             Juan J. Aranda
                                             Málaga febrero 2004  

07 febrero 2006

Comentarios desde la Historia

COMENTARIOS DESDE LA HISTORIA
     De verdad que a veces cuando se leen cosas tan pintorescas como la carta que Rachid Raha le envía, por medio de este periódico, al Presidente Zapatero, en solicitud de ayuda para su cultura amazigh (chelja), a mi me merece una sonrisa, y no de reprobación, ni mucho menos.  Como éste periódico, físicamente lo recibo con fechas retrasadas no tengo otro remedio que disculparme si ésta, llamémosle réplica, por llamarle de algún modo, les llega con el retraso lógico.  La carta empieza dándole la bienvenida a nuestra ciudad norteafricana, situada en tierra amazigh; no le dice: “A ésta ciudad española, que usted le debiera haber refregado por los morros a la portavocía marroquí”.  Le expone lo importante que es para él la cuestión amazigh (chelja).  Seguidamente le dice que sus antepasados iberos provienen de estas latitudes, de este mismo suelo que él hoy pisa (por Zapatero). Dice que la cultura bereber se encuentra desgraciadamente lejos de ser conocida. Que en las calles de la ciudad no hay ni un nombre, sea amazigh (chelja), o cuya señalización se encuentre escrita en amazigh (chelja), lengua que gracias a sus mujeres pervive hasta hoy.  Como comprobará ya tenemos al amigo de España, Abdelkader Ben El Hach Tieb, que le descubrieron la lápida en la calle que figuraba desde 1906 con el nombre de Málaga y que más tarde, en 1915, la cambiaron por el del poeta malagueño Arturo Reyes Aguilar, hasta el 18 de diciembre de 1950 que la volvieron a cambiar por nuestro amigo. Claro que Abdelkader como era amigo de España, quizás no les conviene que su nombre figure entre los que ellos desean. Con la frescura de una ignorancia supina, por ser un sinónimo suave de desfachatez, compara a lo que él cree cultura española (chelja) con Euskadi y Cataluña, donde sus callejeros, henchidos de nombres de los hombres locales en sus propias lenguas. En Melilla, dice, se mantiene el alma franquista ejemplificada en mantener las estatuas y los símbolos del dictador.  Ahí le doy la razón porque con los últimos “regüeldos” en torno a esos casposos recuerdos la ciudad llegó a apestar un poco. Dice que el MEC no hace nada por la promoción de su identidad, con un alumnado “asimiliacionistade carácter colonial y que condena a éstos inocentes a la delincuencia en las aulas.  Debe olvidarse lo de “colonial” porque esa si que apesta de cojones, como cuando Marruecos llama presidios a Ceuta y Melilla; a no ser que esté de acuerdo con los comentarios de ese país extranjero, de donde es oriundo. Luego se mete de lleno en la Historia comenzando en la guerra de 1909 cuando dice que desde Melilla se emprendió la empresa colonial sobre las cábilas amaziges del Rif (rifeñas). Sobre esa guerra no creo que pretenda, ni creo le dejen, cambiar los nombres de las calles del General Marina, General Pintos Ledesma, entre otros héroes españoles, por los de Chadly ni por Mizzián (no el que fuera general en el ejército español).  Personajes todos ellos de aquélla guerra de 1909, más famosa como la del “Barranco del Lobo”.  También cuando se produce la rendición del primer reformador y presidente de la “República Confederada de las Tribus del Rif”, Mohamed Abdelkrím El Jatabi, solicita el reconocimiento de crimen contra la humanidad sufrido por su pueblo, así como la reparación moral y económica (sic). Aquí se le ve la patita del jurdó, (dinero en caló), por las bombas que padecieron éstas tribus.  Para ilustrar este comentario debe observar algunas fotografías que hicieron días después de la evacuación de Monte Arruit a la puerta de la misma posición.  Y la pregunta que muchos españoles nos hacemos es: ¿A quién reclaman las familias de esos muertos que fueron capturados y masacrados cobardemente, después de su rendición en las distintas posiciones como Drius, Tarfesit, Igueriben, Annual, y tantos blocaos repartidos por esas inhóspitas tierras desconocidas para los soldados españoles.  ¿Se la pedimos a los descendientes del reformador y presidente de esa seudo-incipiente-república rifeña?, o mejor, si les parece, quitamos a Estopiñán, con su gonfalón de los Medina Sidonia al viento en El Pueblo, y colocamos a ese señor, de mirada incierta, y vestido con su chilaba parda.  Estoy seguro que del cementerio de La Purísima saldrían lágrimas de pena rodando Castelar abajo, ya que sus muertes en defensa de la españolidad de Melilla hubieran sido baldías, por la felona acción de los que permitieran ese hecho. Sobre la Guerra Civil le dice que como fraticida conflicto bélico, en el que murieron decenas de miles de españoles, incluyendo a su abuelo -el de Zapatero-, espera que tome en consideración emanada del pueblo amazigh (chelja), deseándole un feliz y próspero año nuevo con ocasión del nuevo año bereber de 2956.  Sobre las decenas de miles, yo le sugiero que cambie las decenas y ponga centenas, o sea, varios millones desde que el 17 de Julio de 1936 (no fue agosto como dice), desde la “Adelantada al Movimiento” comenzó el gran “Baile Siniestro” en España.
     Yo de entrada le digo que en Melilla, ciudad española en el norte de África, fronteriza con un país extranjero, que es Marruecos, tiene la cultura europea occidental, no existiendo la cultura bereber, aunque quieran colárnosla con un calzador y mucho menos la amazigh, ya que de ésta, cuando se fragmentó se derivaron los cinco o seis dialectos norteafricanos como el  rifi o chelja y el suni, entre ellos.  El chelja es la lengua que se habla en las tribus cercanas a Melilla.  Así que se deben hacer el favor de no andar con tantos subterfugios con la gente de buena voluntad, y si lo que desean es dinero para que su cultura rifeña sea conocida en el mundo mundial, deberían reclamarla al verdadero gobierno que tiene esa potestad, que es Marruecos con su larga mano de director para los quintacolumnistas que existen en nuestra ciudad.  Por favor: léanse el artículo 3º de nuestra Constitución y déjense de una vez por todas de tantas falacias y milongas.    Amén.

                                        Juan J. Aranda
                                        Málaga febrero 2006

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