29 agosto 2006

Antiguos "Ciclistas" Melillenses

ANTIGUOS “CICLISTAS” MELILLENSES
Hace como cincuenta años en Melilla muchos de los que peinamos canas recordamos la existencia de varios talleres donde te vendían, te reparaban y te alquilaban bicicletas nuevas y usadas. Al final de la calle de García Cabrelles, frente a la Fuente del Bombillo y los cafetines, había un taller donde costaba cuatro pesetas una hora de alquiler. El de la Cruz de los Caídos te cobraba dos reales más porque decía que sus bicicletas “están casi nuevas, y además me las destrozan”. Manzanares, el que estaba frente al refugio, en el Barrio de Del Real, creo que cobraba igual que el del Rastro. El rasgo del ciclista de los cincuenta en nuestra ciudad si era un adulto podías verlo con un pañuelo en la cabeza con los cuatro picos amarrados, los dobladillos del pantalón arrugados y cogidos por una abrazadera metálica y pedaleando una Orbea reluciente subir a Rostro Gordo los domingos junto a varios amigos. Los más osados se encajaban en Nador a través de sus 14 kilómetros de curvas, y agarrándose en las cuestas a la CTM o a La Valenciana, hasta llegar al Club Marítimo de ese pueblo. La vuelta a Melilla era quizás más lenta y pesada pero lo agradecían más porque al llegar al bar El Tropezón, en el Hipódromo, su correspondiente cervecita no se perdonaba. Otro rasgo era el del señor que circulaba junto a la vía del antiguo ferrocarril, cerca de la Base de Hidroaviones, llevando en lo alto de la bicicleta un armario y dos sillas amarradas en el portaequipajes, seguido de otro que portaba una mesa y un sinnúmero de bultos rodeándole el cuerpo; claro que si alguno se paraba no podía arrancar solo, había que ayudarle a montar y darle un empujón hasta que cogía carrerilla. Luego estábamos los chaveas, los que en verano alquilábamos las bicicletas sin timbres, sin luces y a veces hasta sin frenos, que más de uno perdía las suelas de sus zapatos “gorila” de El Camello de calle Margallo o Méndez (el que más barato vende), en O´Donnell. La excursión solíamos proyectarla sobre la marcha hacia El Polígono con el duro en el bolsillo. A veces éramos dos: mi primo Juan, el de mi tía Virginia, y yo; y otras se agregaban Luís Jiménez, su hermano Antonio (Ñoño), y alguno que quizás no le agrada que se sepa que cuando tenía diez o doce años alquilaba una bicicleta cochambrosa a cuatro pesetas la hora. El único que poseía reloj para cronometrar la hora era mi primo, porque la meta era Farhana; así que cuando se formaba la comitiva ciclista de los “andarríos” nos poníamos en marcha García Cabrelles, Isabel la Católica, Sindicatos, Tesorillo, Weil, Cuesta de la Shell y al final la Carretera de Farhana hasta llegar a una huerta y hartarnos de lechugas, rábanos y cebolletas, que el encargado nos “regalaba con todo su cariño”, aunque a veces teníamos que salir zumbando delante de un “amigo del hombre”, que al descubrirnos nos ladraba con toda su mala leche. Y entre risas y meadas de miedo, vuelta hacia El Polígono. Una tarde al cruzar el río por el puente del Tesorillo nos entretuvimos jugando con las charcas a ver si podíamos coger algunas ranas junto a la aguada donde llenaban las regaderas del Ayuntamiento, cuando uno que quizás su madre lo engendró entre varios hombres, cogió una de las bicicletas y se perdió pedaleando hacia el Hospital de la Cruz Roja. Jamás lo volvimos a ver; ni a él y mucho menos a la bicicleta. El padre del niño que alquiló esa bici no se enteró del hecho porque otro chavea, dándole pena el llanto de su amiguito, dijo que había sido la suya la que robó aquél cabrón. Al padre de éste le costó fabricarle y repararle muchas piezas en su fragua al dueño del taller hasta quedar en paz con él. Cuando vestía el traje militar se sinceró con el padre diciéndole la verdad: que a él no le robaron la bici, sino que fue a “fulanito”, pero el viejo, que se jubilaba cuando a él lo licenciaban, le contestó que lo supo aquél mismo día, apechugando con todo el gasto, sintiéndose orgulloso de su acción al autoinculparse. Jamás les agradecieron nada, tanto al padre como al hijo, por el marrón que se comieron entre los dos, cosa que al que descansa en La Purísima, el padre, como al hijo, que aún está entre nosotros, les importa un carajo de la vela.
Que se diviertan y sean felices.
Juan J. Aranda

26 agosto 2006

Recordando al mosquito de Cuba

RECORDANDO AL “MOSQUITO DE CUBA”
“Cuando me muera y llegue a ese lugar donde van todos los muertos, me parece que no encontraré a nadie conocido junto a mi”. Esto lo decía Jerónimo, por si era al hotel de San Pedro o al de Pedro Botero. Jerónimo era un hombre menudo y empático con todo el mundo, al que llamaban con el alias: “Mosquito de Cuba”, y no por haber nacido en la isla de Fidel Castro, sino por lo de cuba, barrica o barril, ya que era un dipsómano empedernido que bebía sin sed, y no agua; siendo capaz de beberse las “escurriuras” de las canillas de los barriles de las antiguas tabernas que existían en su Málaga natal. Había nacido en la perchelera calle de San Jacinto, cercana a la Iglesia de Santo Domingo. Tenía un alma tan llena de salud que le brillaba por la luz de sus ojos azules. Pero siendo pobre, que no pobre hombre, y tan rebosante de dignidad, y gustándole tanto el pirriaque, o mostagán, como llamaba al vino, era al mismo tiempo un hombre culto y educado que con solo rascarle algo su fialucia (amor propio) cultural te recitaba los clásicos o cualquier poeta del 27, incluyendo a Neruda, al que admiraba cuando éste decía: “Que podían cortar las flores pero no detener la primavera”. Esa era una de las frases que el poeta, poco antes de morir, le dedicó al tirano Pinochet. En aquéllos tiempos cuando a alguien se le caía un pedazo de pan al suelo, una vez que lo recogía besaba el mendrugo. Decía que eso había que hacerlo cuando era con un libro, y si era pan solamente limpiarlo. Su esposa, la señora Angelita, era una anciana de belleza trágica, sin cejas por las continuas depilaciones, con los labios siempre mal pintados de un rojo bermellón, parecido a los modernos códigos de barra, y una peca de tinta china en el pómulo izquierdo que “le salió a los dieciocho años para el resto de su vida”, como a muchas señoras que bailaban por un vale en los antiguos salones, llamados “Danzings”, de los años veinte y treinta del siglo pasado. Decían que en el año en que en Annual hubo el gran Desastre regentó una casa en nuestra ciudad donde se “galvanizaban las pistolas” en rincones de “amor cortés” en cada habitación a muchos hombres. Años más tarde cuando en el “parte” o diario hablado, sonaba el toque de cornetín de orden y los vapores del caldo de uvas vagaban por su mente embotada, citando a Erasmo, solía decir: “Si toda la riqueza de la Iglesia se redujese al cayado y al zurrón de sus pastores tendría más adeptos de los que posee”. Cuando comenzó la democracia en España, y mucha gente mayor creía revivir con temor las décadas de los años veinte y treinta aconsejaba a sus amigos que no conocieron la República con una frase que el socialista Fernando de los Ríos popularizó la que un campesino andaluz contestó a su patrón que quería comprarle el voto: “En mi j´ambre mando yo”. Y para terminar quédense con lo que opinaba sobre la procreación. Decía que Adán, el primer hombre, fue concebido sin varón ni mujer; Cristo, de una mujer sin concurso de varón, y el resto, ya se sabe: todos con padre y madre a polvo pelado. Y como siempre viene bien alguna frase, a ver qué les parece ésta de Antonio Machado: “Un hombre mal vestido, pobre y desdeñado, puede ser un sabio, un héroe, o un santo; y el birrete de un doctor (o vestir un terno bien cortado) puede cubrir el cráneo de un imbécil”.
Juan J. Aranda

Varas de medir

VARAS DE MEDIR

Una “Vara de medir” según nuestro Diccionario, simplemente quiere decir: “Barra de metal o de madera que sirve para medir”. Decir que alguien ha usado distintas varas de medir cuando se refiere a los hechos de otras personas, mi opinión es que está mal definido. Todas las varas reflejan lo mismo que se desea medir, ya sean yardas, metros, pies, o lo que sea. Dicho esto, si Rajoy el 23 de abril del año 2002, cuando era vicepresidente del Gobierno de Aznar acusaba a “grupos organizados” la quema de los montes gallegos, y ahora esas mismas, o similares palabras, las pronuncian los que gobiernan, Rajoy, hipotéticamente hablando, vamos a decir que las pronunció en leguas, siendo la medida de cada una de éstas de: 5.572´7 metros, y los que están ahora en el poder dicen que son 5 kilómetros, 572 metros y 70 centímetros. O sea que miden lo mismo, y por lo tanto de distintas varas de medir, nada de nada. Si el presidente del PP anunció en rueda de prensa que las Fuerzas de Seguridad del Estado se encargarían de perseguir a esos “grupos organizados”, los actuales en el poder también los han perseguido, los han detenido y los han ingresado en prisión; así que para qué decir que son distintas varas de medir cuando son las mismas en realidad. Ahora que si cuando el “Prestige” algún responsable estaba de caza y pesca y no dimitió porque no le salió de sus adentros, cómo es posible que ahora el PP le diga a la ministra Narbona que dimita. Tampoco se va el responsable del Metro de Valencia, y para qué. De verdad que es un “lío liao”, o empanada mental con lo que nos tienen acostumbrados todo el que se sienta, muy apoltronado él, o ella, en un sillón con respaldo y de cinco patas con ruedas. A pesar de que no me van a hacer ni prostituto caso, yo digo: porqué no aportan cada uno sus sapiencias, que deben ser muchas, por lo leídos que son; se olvidan de lo que puedan recoger en la siega de las urnas los próximos comicios; también de lo que entre todos les pagamos, que debe ser un pastón; se toman un purgantito liviano, para que sus tripas las tengan limpias, sin retortijón alguno, cuando vayan a las reuniones y no discutan entre ellos. Porque no me digan que en uno de esos cónclaves, recién papeado y haber dado buena cuenta de un mostagán de antigua cosecha, que se te suba un flato traidor sin poder expulsarlo por el ojo que no tiene niña, de verdad que debe ser muy traumático. Yo pienso que todo el mundo debe tener buen rollo y que arreglen las cosas como decían que íban a hacer en los mítines electorales, cuando te vendían un “Vega Sicilia” del 70, por un vinagre de sobrantes de garrafón tabernario. Si, ya sé que esto es como predicar en un desierto, o ponerse a barrerlo. ¡Ah!, ya se me olvidaba. Al Templario le recomiendo, si no lo ha hecho, la lectura del nº 1 de “Cuadernos de Historia de Melilla”, editado por la Asociación de Estudios Melillenses en enero de 1988 y se fije en las páginas 162 a la 172, en las que Francisco Saro Gandarilla y León Levy Vendahan hacen una breve historia del antiguo Hospital de la Cruz Roja (antigua escuela pública). Este cuaderno tiene solamente 172 páginas llenas de Historia de nuestra ciudad. Creo que en la A.E.M. debe existir un ejemplar.
Juan J. Aranda

16 agosto 2006

Curiosos Gentilicios y Un Cartero Olvidadizo

CURIOSOS GENTILICIOS Y UN CARTERO OLVIDADIZO
A los antiguos empleados de Correos (funcionarios e interinos) siempre nos llamaba la atención los nombres y apellidos de los destinatarios, como el de Dolores Fuertes Barriga, que la buena señora cada vez que firmaba el giro mensual lo hacía: “Lola F. Barriga”, y seguidamente rubricaba con un garabato, que cada vez era distinto: “¡Ay, Juanito, mi padre no debió ser tan cachondo al ponerme Dolores”, me decía la buena señora Lola. Imagínense que están clasificando y leen un remite que dice: “Follanza”, de la provincia de La Coruña, y búsquenle el gentilicio a los nacidos en ese pueblecito cercano a Betanzos; o a los de “Coitos”, también de La Coruña. Pero si desean romperse las meninges averigüen como les llaman a los de “La Polla”, tanto a los de Ávila como a los de Oviedo, ya que en ambas provincias existen sendos pueblos con ese nombre. Y siguiendo con los gentilicios tenemos a “Barriga” y “Ael”, de Burgos; “Is”, de Oviedo; “Boca de Asno” de Segovia, y “Boca de Sapo” en La Coruña. A los de “La Zorra”, cercano a Guadix, en la provincia de Granada, no creo que le agraden que le anden buscando su gentilicio. Tengo que decir que estos nombres figuran en el Diccionario Geográfico Postal de España de la Dirección General de Correos y Telecomunicación del año 1942, y que muchos de ellos figuran en la Guía Postal actual; o sea, que de guasa, la que ustedes deseen aplicar. Y hablando de la cosa postal. A mi venida a Málaga trasladado me comentaban que un compañero que estaba a punto de su jubilación era algo despistado, donde su sector de reparto era el Puerto de Málaga. La entrega de todos los objetos postales, incluidos los giros y reembolsos, la hacía en una bicicleta donde en el cuadro colgaba el famoso cartel: “Correos”. Las velosoles, las riejus, las motobics y las vespas, por ese orden, vinieron después. Una vez devolvió una carta con el informe: “El velero <Azafranes>, no ha tenido entrada en este puerto”. Cuando lo que realmente figuraba en el sobre era la dirección de alguien que trabajaba con un consignatario de buques que se llamaba Melero y cuya dirección: “Melero, Azafranes, Puerto de Málaga” era lo único que se leía en el sobre. Contaban que un día al ir a abonar un giro a un barco atracado en uno de los muelles, el buen hombre subió por la escala, como siempre hacía, y buscando al destinatario del dinero por todo el barco se encontró con un antiguo amigo que iba enrolado como marinero; y ya se sabe que cuando se producen esos encuentros tardíos, entre las preguntas de rigor por el estado de las familias, que si ven a mi camarote a tomarnos una copita, que hace mucho que no nos vemos, y que si tal y que si cual. Así pasaron un gran rato hasta que el cartero decidió que su obligación estaba antes que nada, y que el saludo y las copitas habían durado más de la cuenta. Al salir a cubierta y ver el mar en vez del muelle y a Málaga alejándose por la popa del barco no sabía si tirarse por la borda o echarse a llorar. El buque llevaba destino a Argentina con escala en Las Palmas, ciudad esta última en la que desembarcó. Con su cartera repleta de correspondencia, sin entregar en Málaga, y su uniforme como única vestimenta, hubo de esperar varios días hasta que otro buque lo trasladó, junto a las sacas de Correos, en el compartimento del ambulante postal, hasta Málaga. El expediente disciplinario creo que fue duro, jubilándose a los pocos meses por su edad reglamentaria. Esta anécdota, aunque suene a cachondeo, debió ser muy desagradable para aquél compañero.
Juan J. Aranda
Málaga agosto de 2006

Señora Ascensión

A LA MEMORIA DE LA POETISA CORDOBESA, SEÑORA ASCENSIÓN
El sello de tristeza y dolor en su sereno semblante por la muerte de su hijo Antonio quedó indeleble hasta los últimos días de su vida. Ella era la señora Ascensión; la abuela Ascensión para muchas de las personas que llegamos a tratarla con el cariño que emanaba de su trato y sus palabras. Había nacido en Lucena, pueblo de la provincia de Córdoba, comarca de los grandes caldos de “Montilla-Moriles”. Fue en éste último donde parió a sus siete hijos, “y muy bien paridos”, decía. Desde hacía más de dos décadas, en temporadas invernales, el aire de Málaga la traía de la mano junto a su esposo, el abuelo Emilio, para visitar a su “Patro”, su hija, Patrocinio de nombre. Entre los viñedos de Moriles le salió la vena poética haciendo cantar su alma dentro de su cuerpo. Sus versos austeros y cadenciosos los llenaba de amor por sus hijos y nietos. Tenía la gran virtud de poetisa de hacernos llegar su luz de bondad cuando declamaba sus versos sencillos y llanos. “Me gusta Málaga por el azul de su cielo y su mar, pero mi amor por los campos de viñedos de Moriles es el no va más”, me dijo un día con la vista ya mermada. A la abuela Ascensión le gustaba ver los rostros de la gente porque le decían las frases que llevaban dentro. Mujer sencilla y sabia, por los años que aguantó a la vida en los años de la cruel posguerra teníamos los dos unas disquisiciones sobre los pecados capitales; ella que eran los siete del catecismo del Padre Ripalda, “muy bien, abuela, pero yo tengo solamente dos”. Hizo que le dijera cuales eran y que se los explicara: “Existen dos únicos pecados capitales en el hombre: la Impaciencia, y la Inercia. A causa de la Impaciencia, fuimos expulsados del Paraíso y a causa de la Inercia aún no hemos regresado ninguno”. En cada viaje a casa de su Patro ella me recitaba sus versos escritos en su casa de Moriles y yo le leía a Lorca, Neruda y Machado entremezclando algunos humildes versos míos. Así era la abuela Ascensión, mi amiga poetisa, cordobesa, que hoy descansa en el panteón familiar de su pueblo, Moriles, en compañía de su amado hijo Antonio y de su esposo, el abuelo Emilio. Desde estas páginas es mi deseo que su poesía resplandezca como el sol de nuestras dos ciudades en el estío, su andaluz Moriles y nuestra Melilla africana.

Poema y pequeño relato

EL ÁRBOL PENTAGRAMADO DE MI MEMORIA

Aunque no tuviera brújula de vida
a mí no se me pierden los días.
El árbol de mi memoria, con sus ramas,
con las sombras brincando entre sus hojas,
con adagios giros musicales, en el tiempo;
con andantinas y suaves notas
“blancas” del amor, ligadas;
gloriosas “negras” y “corcheas”, picadas,
que prestas y atacantes, suben y bajan.
A ese árbol pentagramado
solo lo mueve el viento ámbar
de mis melillenses recuerdos del Mantelete.



RECUERDOS DE UN VIEJO REPUBLICANO
Sin diploma ni titulación alguna, empedernido discutidor y muy leído, era un anciano tocado con una boina vizcaína y apoyado en un bastón de bambú con empuñadura de plata tallada. Admirador de la Institución Libre de Enseñanza, de Francisco Giner de los Ríos, era un hombre de bien, librepensador y humanista, del que con una inclinación de la cabeza se descubría ante las señoras. A pesar de su agnosticismo a veces rezaba por las noches: “… para que la Iglesia católica aprenda a comportarse”. Con su despistado desaliño indumentario, que no sucio, y su aire de gran señor sin prisas; de pasos marciales, a veces bamboleantes, “por el reuma, hijo”. La mirada, a pesar de la edad, siempre la tenía de ilusión, luminosa y limpia. Sabía descubrir los nuevos paisajes que las mentes creadoras de los poetas desarrollan en sus inspiraciones; dulces y delicados aromas impregnados con agradables armonías. Sus palabras siempre surgían de una fuente con chorro sereno que horadaba con la verdad la mente de su oponente en discusión. Recitaba a Machado como cualquier niño de los cincuenta el Padrenuestro: “….Fue un tiempo de mentira, de infamia. A España toda, la malherida España, de carnaval vestida nos la pusieron, pobre y escuálida y beoda para que no acertara con la mano en la herida. Fue ayer; éramos casi adolescentes (…)”. Este poema lo recitaba en los largos años de la posguerra pero sabía muy bien que el gran poeta lo publicó en la revista “España” en 1915. Los libros, todos los poemas, debieran llevar los nombres de los lectores, porque son los que terminan, con su lectura, la voz y la pluma del escritor. En mis modestos escritos las palabras caminan a mi alrededor; algunas distantes y altaneras, muy chulas ellas, solo desean tomar posesión sin permiso alguno en lo que escribo; otras, más cercanas y sumisas, solamente desean mi compañía.













Cuando era chico siempre tenía la preocupación de saber cómo salían los chaveas de las barrigas de sus madres. La mía nunca me lo dijo porque aquello era tabú para los castos oídos de los niños; y mira que se lo preguntaba veces, pero me dejó su olor y su amor impregnados en mi piel para siempre. También me asombraba porqué los rabos de las lagartijas siguen pegando saltos segundos después de habérselos cortado. Hoy a veces, quizás por egoísmo, me da pena cortar una flor de su rama porque pienso que su herida pueda dolerme. Cuando escuchaba a alguien decirle a otro que era un veleta, por lo cambiante de parecer o de carácter, siempre creí que no estaba bien dicho, ya que el único que cambia es el viento y no la veleta que queda quieta en lo alto de una espadaña de cualquier campanario. Entonces era mi niñez, edad amable y gentil, cuando lo onírico y lo real a veces se entrecruzaban y otras se unían en mis pensamientos solitarios. Era cuando los niños nos divertíamos a costa de los viejos, y éstos a costa de nosotros enseñándonos. Nos enseñaban que el amor no debe ser como las flores de la adelfa, bellas y amargas; el amor debe salir de los floridos jardines del alma. Los pensamientos, en soledad y en silencio, con sus galerías llenas de luz profunda jamás los podremos ver, pero sentirlos sí que los sentimos en todo nuestro ser.

















Si yo muero antes que tú,
te suplico, esposa mía,
que recojas mis versos
y formes con ellos
mis recuerdos hacia ti.


A mi esposa Ana María

08 agosto 2006

Reconciliación y memoria histórica

RECONCILIACIÓN Y MEMORIA HISTÓRICA

En España cuando la derecha llega a la oposición y la izquierda forma gobierno, el cuerpo se les descompone y tratan al nuevo gobierno de bufones, crueles y algún que otro adjetivo más. Por eso la derecha española necesita de varias legislaturas donde gobierne la izquierda para ser educada en el respeto a la democracia. Ahora se escribe mucho sobre la reconciliación de lo que ocurrió hace setenta años donde todo quisque opina, y cada uno a su manera dice lo que cree lo mejor para España. Yo pienso que el espíritu de reconciliación correspondió a las víctimas, o sea, a los partidos democráticos que padecieron la represión salvaje, incluso renunciando a sus privilegios más queridos que hicieron posible la libertad que hoy disfrutamos. Una herida cicatriza bien cuando se limpia bien, y si dejan pus dentro hay que volver a abrirla para desinfectarla sin anestesia, para que todo el mundo sepa lo que ocurrió, y así pasar esa página tan negra de nuestra Historia, pero sin olvidarla jamás. En el discurso del PP sobre la “Recuperación de la Memoria Histórica”, pegan un gran salto de la Guerra Civil a la Transición. La posguerra, el hambre, la miseria, las cartillas de racionamiento, los presos políticos de izquierda represaliados y Franco entrando bajo palio en las catedrales gobernando España a toque de cornetín de orden como en un cuartel; estos señores de la derecha, que no derechona, se lo cepillan dejándolos fuera; como no condenar al régimen franquista en el Parlamento Europeo. Muchos símbolos del anterior régimen, como tantas cruces de “Caídos por Dios y por España” que existen en muchas ciudades y pueblos, y en fachadas de iglesias, después de treinta años que hace que murió Franco, aún siguen en pié; o sea que espíritu de derribo no creo que estas izquierdas tengan mucho. Hay quien dijo que del franquismo a la democracia pasamos de súbditos (sujetos a la autoridad de un superior con obligación de obedecerle) a ciudadanos (habitantes de un estado moderno sujetos a derechos políticos y que intervienen ejercitándolos en el gobierno del país). Hasta que no pasen al menos ocho generaciones, desde que a Franco de le olvidó de respirar, seguiremos leyendo y escuchando algo como: “Cuando en 1931 llegó su República”, como si hubiese sido la de una parte de españoles, siendo la que votó la mayoría de los ciudadanos. Hablar ahora de “contubernio con el comunismo marxista leninista internacional”, suena como a abuelo cebolleta, casposo y retrógrado. Hoy algunos son tan astutos que lo de “judeo-masónico” tan cacareado por Franco ya no lo incluyen en su retórica, y se lo callan, por si acaso sus paisanos y amigos judíos y algún masón, que no sabe que lo es, se enfadasen, y con razón. En una democracia si es mayoría absoluta es una verdadera dictadura como la que tuvimos con el señor del “Trío de las Azores”, que nos metió en una guerra, sin importarle un carajo los cientos de miles de ciudadanos que “ladraban su rencor por las esquinas” y le decían: “no a la guerra”, y que apenas llegó Zapatero a la Moncloa los trajo de vuelta. Ayuntamiento “izquierdoso”, irónicamente quiere decir: Ayuntamiento gobernado por la izquierda, como lo era cuando Gonzalo Hernández fue el primer edíl. Como curiosidad me agradaría saber qué parte de la obra de arte de la Plaza de España “destruyó por rencor político” esa corporación. Si estas izquierdas llevaran “el gen del derribo en sus cromosomas, además del odio y la venganza”, volveríamos a repetir lo que un señor con bigotón de sereno de zarzuela intentó en febrero de 1981. Cuando se escribe en una “columna abierta” es como si abriésemos la ventana de nuestra casa y todo el mundo observara lo que tenemos en el interior, por eso antes de escribir palabras que a alguien pueda dañar se debe puntualizar y en vez de llamar “embusteros a nuestras izquierdas melillenses”, deben dirigirlo a los responsables políticos de esas izquierdas que existen en Melilla.

Juan J. Aranda
Málaga agosto 2006

Sobre una carta muy interesante

SOBRE UNA CARTA MUY INTERESANTE
El miércoles 2 de agosto leo en éste periódico la carta que la Presidencia del Gobierno envió a Rachid Raha sobre las sempiternas reivindicaciones que éste hace con respecto a que el chelja se imparta en las escuelas de Melilla y sus amigos de CpM que sea cooficial en los organismos oficiales. Lo que el Director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, José Serrano Martínez, le contesta a Raha no tiene desperdicios de ninguna clase. Yo me quedo con lo que se puede leer en negrita, que dice: “Con todo, y desde el respeto a su legítimo derecho a ejercer la crítica, discrepo de su afirmación de que la política educativa del Gobierno condena a algunos escolares a la marginación, a la delincuencia y al fanatismo religioso”. Le cita el apartado 2 del artículo 3º de la Constitución en el que dice: “Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos”. Y a continuación le refiere el artículo 5, H del Estatuto de Autonomía de Melilla que no contiene ninguna referencia precisa al chelja, sino que prevé la promoción y estímulos de los valores de comprensión, respeto y aprecio de la pluralidad cultural y lingüística de la población melillense. Serrano Martínez con toda su diplomacia y buenas formas ha omitido decirle a Raha que el chelja es una lengua del Rif, o sea, marroquí en su excelencia y extensión, y que comparar esa lengua con las demás españolas, como el catalán, el bable, el gallego o el vascuence, porque en Melilla lo hablen muchos españoles de orígen marroquí, es un argumento falso con apariencia verdadera, o sea, una falacia como la copa de un pino. Al principio, como una entradilla, Raha dice que espera que la lectura de la carta sea de gran interés para los melillenses. Y yo le digo que sí, que ha sido de máximo interés su lectura y ello me da la razón de las varias opiniones que, modestamente, les he dirigido por este medio tanto a Raha como a sus amigos de CpM, aunque me digan que me tome un vasito de leche y me acueste. Para mucha gente esa carta ha sido como un aldabonazo para dejar zanjado el tema chelja y toda la parafernalia que ha traído consigo desde hace poco tiempo. No sé si Raha es español o tiene la doble nacionalidad, no obstante debe saber que hay un refrán muy español sin chauvinismo de ninguna clase que dice: “A tu patria y a tu rey, tenles ley”. Esto quiere decir que hay que mantener inquebrantable la lealtad a tu patria, o sea, a España. Con su gracejo andaluz de Málaga, don Antonio Cánovas del Castillo fue mas allá al decir: “Con la Patria se está con razón o sin ella”. Yo le aconsejo que rectifique la línea de reivindicaciones y la dirija a su país de orígen, Marruecos, que es la madre y padre del chelja, y no olvide que hay que vivir para España y no de España.
Juan J. Aranda
Málaga agosto 2006

Una de chupa de dómine

UNA DE CHUPA DE DÓMINE
Como sabrán un “Dómine” era un profesor de latín, y al parecer algunos de ellos eran falsos sacerdotes que abandonaban su aseo personal hasta el punto de que su suciedad era motivo de mofa y crítica. La chupa, del árabe jubba, y de la que salieron juba o jubón y que significan sotana o túnica, era lo que vestían estos hombres, que Quevedo en “El Buscón”, capítulo III, lo describe así: “Traía un bonete los días de sol, ratonado con mil gateras y guarniciones de grasa, (…). La sotana, según algunos, era milagrosa, porque no se sabía de qué color era, (…). Unos viéndola tan sin pelo, creíanle cuero de rana. Desde cerca parecía negra, y desde lejos entre azul”.
Cuando una persona pone a otra “Como chupa de Dómine”, es que ha hablado mal de ella o la ha criticado con saña, como por ejemplo llamando “ignorante” al que fuera Delegado del Gobierno, como ha hecho un representante de CpM . Pero si en su crítica trae a colación frases de otras personas y no le coloca comillas, y a continuación de su cosecha dice: “(…), musulmanes y no musulmanes han convivido en esta tierra, de una manera u otra, de forma finalmente pacífica”. Ésta es una frase que si se lee subliminalmente, o entre líneas, quiere decir que en Melilla los musulmanes han sido siempre mayoría, propinándole una patada a la Historia de nuestra ciudad en toda su línea de flotación. Pienso que una persona más dialogante hubiera dicho tal que así: “Melilla, crisol de culturas, donde conviven cristianos, musulmanes, hebreos, hindúes y gitanos,…”. Así hubiese estado bien, y aún mejor si citamos las fechas de cuando se empezó a formar ese crisol; porque muchas personas desean saber la Historia de la ciudad en la que habitan, y eso solamente se aprende leyendo y consultando libros y no despotricando al contrario político. Por ejemplo: el 1 de agosto de 1903 España dispone un campamento cerca de la Playa de San Lorenzo para los refugiados leales al Sultán y huidos de las razias que El Pretendiente, El Rogui, (El hombre de la Burra), estaba haciendo cerca de la Plaza; y de diciembre de 1904 a enero de 1905, procedentes de Taza llegaron a Melilla varias familias hebreas, huidas también de las luchas que llevaban a cabo entre éste pretendiente y los partidarios del Sultán. Sobre los hindúes algunos historiadores opinan que llegaron una minoría a la ciudad después de la II Guerra Mundial, y si hay alguien que opine lo contrario que lo diga por este medio y así aprenderemos todos. Y finalmente tenemos a los gitanos que eran y son tan españoles y tan cristianos como cualquier soldadito que cumplía, y cumplen, su servicio militar en la Ciudad. Esta pincelada histórica desearía que sirviera de modesta ilustración para muchos políticos que se creen superiores a los demás mortales, y piensen que si el poder, que por suerte para Melilla aún no poseen, es el afrodisíaco más fuerte, puede convertirse en un poderoso explosivo al que hay que manejar con sumo cuidado porque de lo contrario le explotaría en las mismísimas napias.

Juan J. Aranda
Málaga agosto 2006

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